Cómo acabó Pilar atrapada con más de 200 kilos en un sexto piso
Una mujer que lleva años viviendo en el salón de su casa se siente abandonada por un sistema que no ha podido tratar su obesidad mórbida y una hernia abdominal gigante
![Fernando Peinado](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F05de8bd7-b309-45d7-8cca-ad2e2d62b8a1.jpg?auth=f432a2d950b1b3126180c4d91d866309a3df6d28db56a5f1cdff928890103879&width=100&height=100&smart=true)
Pilar no sabe cuánto pesa. Cree que son más de 200 kilos, porque ya superaba esa cantidad hace unos seis años, la última vez que recuerda haber subido a una báscula. Pasa sus días sentada en una cama instalada en su salón. Desde esa posición apenas puede ver algo de cielo en la ventana que tiene enfrente. Azul claro en esta mañana soleada de final de enero. Nada decora las paredes. Ni fotos, ni muebles. El lugar de la mesita de noche lo ocupa una caja de cartón, donde guarda los pañales, medicinas, su bolso y un paraguas. Mata el tiempo viendo a telepredicadores en YouTube. Le dan “gozo y paciencia” para aguantar su tormento. El único libro a la vista es una Biblia abierta “para ahuyentar los malos espíritus”. La única luz artificial es una bombilla pelada en el techo. El interruptor se cayó hace tiempo, así que para encenderla, sus hijos unen los dos cables que asoman por un agujero redondo, como los cuernos de un enorme insecto. Esta mujer de 54 años, Pilar de la Rosa Iglesias, ha quedado atrapada en este salón, en una sexta planta de un bloque de pisos gélido donde alguien ha robado las ventanas de las zonas comunes.
“Mira hijito”, dice antes de levantarse el camisón. Muestra una bolsa de piel que parece haberse desprendido de su estómago. Los médicos le han dicho que es una “hernia abdominal gigante”. Se produce cuando los músculos y tejidos del abdomen se debilitan y separan, lo que abre el camino para que órganos internos como el intestino delgado, el estómago o el colon invadan ese bulto. El peligro reside en que se pueden producir estrangulaciones que causan la muerte. “El médico de familia me dijo una vez que si las tripas se explotan se explotan”.
La obesidad comenzó a impedirle llevar una vida normal hace más de 15 años. Entró en una depresión y empezó a darse atracones. Pilar ha sufrido burlas desde pequeña. Poco después de nacer en un poblado chabolista a las afueras de Talavera de la Reina, en Toledo, cogió la polio y quedó con una cojera de por vida. Esa limitación le impidió ir al colegio y solo pudo aprender a leer y escribir en cursos de alfabetización, ya de adolescente.
Le gustaría operarse para reducir su estómago y recuperar su vida de antes en esta ciudad de 84.738 habitantes. Desearía salir al paseo del Corte Inglés y tomarse “un flash de cinco céntimos” mientras contempla el cielo. Pero no sabe cómo remontar. Para ser candidata a esa operación necesita ponerse a dieta. Los médicos se lo han explicado repetidas veces. Se lo dicen por teléfono porque a ella le es imposible asistir a las consultas y ellos tampoco se desplazan. Su historial muestra que en numerosas ocasiones han intentado contactar con ella sin éxito. En casa comparte un teléfono móvil con sus dos hijos. Su hija, de 33 años, padece esquizofrenia; y su hijo, de 31, es drogodependiente. A veces entra una llamada y nadie contesta.
Esta mañana, ha llegado desde Madrid una hermana, Florencia. Les trae mantas, toallas y sábanas porque los tres miembros de esta casa “viven de manera infrahumana”. El frigorífico contiene un pedazo de lechuga, un paquete de salchichas y un bote de kétchup. Los tres sobreviven con las pensiones de discapacidad de Pilar y su hija, además de una ayuda de la ley de dependencia, pero el dinero administrado por los hijos se acaba esfumando. Cerca del mediodía, aún nadie en esta casa se ha llevado un solo bocado a la boca. “Hoy no tenemos para comer”, le dice a Florencia la hija de Pilar, Rebeca. La tía madrileña le entrega 20 euros y ella vuelve con arroz y pollo para un guiso, y un Aquarius para su madre.
Florencia se siente afortunada porque de los nueve hermanos, fue una de las tres que asistió al colegio, entre los siete y los 13 años. Cree que la falta de escolarización ha limitado a su hermana: “Los médicos le hablan y ella no entiende”. Pero también le echa la culpa a un sistema carente de empatía. Hubo un tiempo en que su hermana recibía las visitas de trabajadoras sociales, pero no aparecen desde hace años. “Empezaron a llamar por teléfono. Pero así no han conseguido nada”, dice. “Nunca la han tratado como es debido, y ella por desgracia no ha sabido defenderse”.
![Pilar de la Rosa Iglesias junto a sus dos hijos y su madre, en torno al año 2000.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HLALF3CKLRD2HDOTJCPCBRHZIA.jpeg?auth=b5d0eb5e8d2ca05106d7022356a03668a5286c08b501cba24446d3de3cb53014&width=414)
Los familiares de Pilar llevan años asistiendo impotentes a su deterioro. Sienten que el sistema la ha abandonado. La Junta de Castilla-La Mancha responde que desde 2007 sus trabajadores sociales le han prestado asistencia económica y orientación, que en 2023 Pilar rechazó un ofrecimiento de asistencia domiciliaria porque implicaba un copago, y que en octubre de 2024 se produjo un último intento de contacto telefónico sin éxito.
Durante una visita, el 2 de diciembre de 2023, Florencia corrió alarmada al Ayuntamiento y presentó una instancia en el registro. En el formulario escribió con bolígrafo: “Solicito cita urgente con la concejalía de servicios sociales. Caso urgente. Estado de abandono por falta de asistencia médica como aseo personal. Su estado es muy deteriorado. Urgente”.
No sirvió de nada. La concejala de Asuntos Sociales, Josefina Blázquez, de Vox, responde al teléfono a este periódico que no se prestó asistencia porque “se trata de un problema de atención médica y no tanto de servicios sociales”. Luego, añade: “Pásale mi teléfono y que me llame y a ver cómo lo podemos solucionar”.
La pobreza puede ser un obstáculo insuperable para personas con obesidad. Tres endocrinólogos y un cirujano ajenos al caso valoran que la actuación de los servicios sociales es necesaria en estos contextos adversos. De cara a la cirugía, sirven de ayuda porque los pacientes deben seguir unas pautas de dieta y ejercicio, apunta Cristóbal Morales, miembro de la Sociedad Española de Obesidad, que añade que la atención primaria también debería estar pendiente. Son la esperanza para personas de bajos recursos. “A veces el código postal influye más que el código genético para el desarrollo de esta enfermedad que es la obesidad”.
Morales se pregunta cuántos “casos ocultos” como este puede haber en España y se acuerda de José María Fernández, el gaditano que en julio fue rescatado de su humilde domicilio con una grúa para ser hospitalizado. “Estamos condenando a la cárcel a determinadas personas por su salud”, añade, “si esta paciente no hubiese tenido un contexto tan desfavorable, su historia habría sido diferente”.
Otro endocrinólogo, Gilberto Pérez, apunta que habría que examinar si Pilar tiene capacidad para decidir por sí misma. “Quizás sea necesario asignarle un tutor y destinarla a un centro de larga estancia”, observa. El historial de Pilar muestra que padece numerosos problemas psicológicos: delirio depresivo, trastorno histriónico de la personalidad y esquizofrenia.
“¿Quieren que se muera?”
En 2012, Pilar estuvo a punto de operarse. Según cuenta la familia, apareció en el programa de televisión España Directo y alguien debió mover hilos. La ingresaron en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Una semana antes, “el doctor le avisó de que tenía un 90% de posibilidades de morir”, narra su hermana Florencia. “Le entró el pánico”. Pilar avisó a su hijo: “¡Sácame de aquí que me quiere matar el médico!”. Hora y media después, estaba en Talavera.
La Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha dice que el último cirujano que asumió su caso descartó una intervención por su complejidad. “Por decisión facultativa se valoró derivarla a la Unidad de Pared Abdominal del Hospital La Paz de Madrid”, contesta por escrito un portavoz. “Se la citó en el Hospital de Talavera de la Reina en diciembre de 2023 para comunicárselo y la paciente no se presentó. Se la citó nuevamente en enero de 2024 en el Hospital de Talavera de la Reina y tampoco se presentó. Se la citó nuevamente en marzo de 2024 y la paciente no acudió. Desde el Hospital se dio por cerrado el caso”.
Su historial refleja que ha recibido una atención intermitente durante años, casi siempre por teléfono. En ocasiones no le han hecho analítica de sangre por falta de acondicionamiento de las ambulancias. Muchas veces el seguimiento con la dietista o el endocrino se interrumpe porque no fue posible comunicarse con ella.
El pasado abril, llamaron al 112 porque Pilar llevaba una semana con dolor de tripa. Como los camilleros no podían trasladarla, pidieron refuerzo a los bomberos. “Me arrastraron al ascensor como una bebé”, cuenta Pilar. La dejaron sola dentro y la recogieron abajo. Entró en urgencias a las 21.57 y a las 00.44 le dieron el alta. Le hicieron una radiografía y descartaron obstrucción intestinal. El informe de alta indica que le recetaron paracetamol y laxante, además de control por su médico de primaria. Su hermana Soraya se indigna al recordar la impotencia de volver a casa con su hermana dolorida: “¿Quieren que se muera o qué pasa?”
Pilar quiere salir en la tele para que la tomen en serio. “Tú debes conocer a la Ana Rosa Quintana. Pido auxilio para que se apiaden de mí”. Mientras espera la ayuda, reza para vivir más tiempo con sus hijos.
Rebeca se sienta a la vera de la cama y le da un beso. Se arranca con una alabanza de las que canta en la iglesia. Su madre la acompaña tocando las palmas, mientras la hija canta a un Dios muy grande que nunca las abandona.
¿Tiene algo que contar? Escriba al autor a fpeinado@elpais.es
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
![Fernando Peinado](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F05de8bd7-b309-45d7-8cca-ad2e2d62b8a1.jpg?auth=f432a2d950b1b3126180c4d91d866309a3df6d28db56a5f1cdff928890103879&width=100&height=100&smart=true)