El otro termómetro que ignoró Mazón en la dana: el 112 triplicaba el tiempo de respuesta considerado excesivo 12 horas antes de la alerta móvil

El 112 valenciano tuvo tiempos medios de espera excesivos para los estándares del servicio ―superiores a los 10 segundos― desde la primera hora del 29 de octubre, el día de la trágica dana, según los datos oficiales hora por hora a los que ha accedido EL PAÍS. La tabla con las franjas horarias indica que en las doce horas previas a las 20.10, cuando el Gobierno valenciano envió la alerta masiva a los móviles, el tiempo de respuesta osciló entre los 17 segundos y los dos minutos y 27 segundos. A las 08.00, la demora ya era de medio minuto. Para este servicio, diseñado para descolgar de inmediato las llamadas de emergencia, esos retrasos son una anomalía extraordinaria. Ese termómetro de la crisis estuvo en manos del Ejecutivo de Carlos Mazón, que ha tratado de defender su gestión alegando que las fuentes de información dependientes del Gobierno central eran confusas.

Antes del amanecer, los valencianos ya soportaron tiempos abultados de hasta 46,4 segundos -entre 03.00 y 04.00-. A las 15.00, cuando el Gobierno de Carlos Mazón convoca el gabinete de crisis, el Cecopi, y el presidente inicia su almuerzo, la demora era de 44 segundos.

Durante la sobremesa del presidente, entre 16.00 y 17.00, los tiempos se disparan: 49 segundos; en la siguiente hora, entre 17.00 y 18.00, cuando comienza la reunión del Cecopi, pero continúa el almuerzo de Mazón, el retraso asciende a un minuto.

Entre 18.00 y 19.00, la demora crece hasta un minuto y 19 segundos; y entre 19.00 y 20.00, sube a dos minutos y 27 segundos segundos. Mazón llegó al Cecopi pasadas las 19.30 y el Gobierno autonómico lanzó su alerta a los móviles a las 20.10.

La información disponible para atajar la catástrofe está en el foco porque el presidente Mazón ha cuestionado la fiabilidad de los datos que recibió de órganos dependientes del Gobierno central: la agencia de meteorología Aemet y la Confederación Hidrográfica del Júcar. Lo cierto es que el 112 es una agencia que depende del propio Gobierno valenciano, que hace años externalizó su gestión a la empresa Ilunion. El cargo autonómico que supervisa este servicio lo ocupa un técnico, el subdirector general de Emergencias, Jorge Suárez.

La tabla horaria a la que ha tenido acceso EL PAÍS ha sido enviada por Suárez, en respuesta a una solicitud de acceso a la información por la vía de la Ley de Transparencia. Los datos se refieren a las “llamadas abandonadas”, un concepto que incluye todas las que han permanecido en el sistema del 112 durante más de 10 segundos, fueran atendidas o no.

El colapso de aquel día fue tal, que hubo valencianos que se quejaron en medios de comunicación y redes sociales de que el número de emergencias ni siquiera daba tono. El Gobierno madrileño de Isabel Díaz Ayuso reveló que su propia centralita de 112 atendió hasta 338 llamadas localizadas en Valencia que fueron desviadas.

Los tiempos de espera aquel día fueron anormales desde el principio de la jornada, según han relatado los propios teleoperadores que atendieron las llamadas. La carta de servicios del 112 valenciano considera que la agencia tiene un compromiso de responder en promedio al 99% de las llamadas en menos de ese tiempo, y los teleoperadores están entrenados para considerar que una espera de diez segundos es un tiempo excesivo. De hecho, la sala del 112 está presidida por una pantalla gigante que muestra los tiempos de espera. Los números aparecen con un código de color: cuando la demora es menor a cinco segundos el color es verde; si supera los cinco segundos, cambia a amarillo; y si asciende a más de 10 segundos, cambia a rojo.

Todo el mundo en la sala era consciente aquel día de que vivían una situación crítica. El encargado de la sala, Manuel Villalba, ordenó desde temprano a los trabajadores de otros departamentos en el edificio (formación, calidad y protocolo) que también se pusieran a atender a los ciudadanos, y llamó a empleados que tenían el día libre para que se incorporaran de urgencia.

Los datos a los que ha accedido EL PAÍS, por una solicitud reglada por la Ley de Transparencia, indican que después de las 20.00 siguió creciendo la espera: 145,7 segundos entre las 20.00 y 21.00; 160,9 segundos entre 21.00 y 22.00; 49,9 segundos entre 22.00 y 23.00; y 45,7 segundos entre 23.00 y las 00.00.

El edificio del 112 se encuentra en el mismo complejo donde se reúne el Cecopi, en el municipio de L’Eliana, a las afueras de la ciudad de Valencia. A pesar de esto, la consejera de Interior, Salomé Pradas, convocó al órgano de emergencias, el Cecopi, para una reunión a las 17.00 y la alerta ES-Alert a los móviles de los ciudadanos no llegó hasta las 20.10.

A pesar de la crisis, Mazón se fue a almorzar a un restaurante del centro de Valencia con una periodista, Maribel Vilaplana, a la que animó a dirigir la televisión pública valenciana, el canal À Punt, según su versión. La periodista ha compartido su versión por medio de una fuente cercana que ha dicho que la comida duró desde las 15.00 hasta las 17.45. El presidente no dio señales de urgencia durante todo el encuentro, según esta fuente. Luego, Mazón permaneció reunido, aunque no ha trascendido con quién. Sí ha revelado que a las 18.28 llamó al alcalde socialista de Cullera en tono despreocupado, lo que sorprendió a éste, que no entendió el motivo de la llamada.

El balance de muertes por la dana asciende a 223 personas. Esta cifra no incluye a tres desaparecidos.

Consultada sobre las cifras de espera, la portavoz socialista de Emergencias en las Cortes valencianas, Alicia Andújar, responde que “la ciudadanía pagó muy cara la ausencia de Mazón”. “Los tiempos de espera ya anunciaban una jornada complicada, pero Mazón evitó cualquier alerta o aviso y desapareció durante cuatro horas”, añade.

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