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Aparece un cayuco en aguas de Senegal con los cuerpos de 30 migrantes en estado de descomposición

Es el segundo accidente mortal relacionado con la emigración que vive este país en dos semanas, tras el naufragio del 8 de septiembre en el que murieron 39 personas

Niños entre cayucos en una playa de Dakar, en una imagen de archivo.
Niños entre cayucos en una playa de Dakar, en una imagen de archivo.Zane Irwin (AP/Lapresse)
José Naranjo

Pescadores senegaleses localizaron este domingo un cayuco a la deriva a unos 70 kilómetros de Dakar, capital de Senegal, en cuyo interior había al menos 30 cadáveres en descomposición. Previsiblemente se trata de migrantes que trataban de alcanzar Canarias y que salieron de algún punto de la costa semanas atrás, dado su estado. Las autoridades han abierto una investigación para tratar de determinar su lugar de partida y la identidad de los fallecidos. Se trata del segundo incidente mortal relacionado con la emigración este mes en Senegal, después del naufragio del pasado 8 de septiembre que costó la vida a unos 40 emigrantes.

Avisadas las autoridades por los pescadores, el cayuco fue remolcado por la patrullera Cayor de la Marina senegalesa hasta el puerto de Dakar, a donde llegó este lunes a primera hora de la mañana. Una vez en el muelle, un equipo de médicos, bomberos y miembros del servicio de salud pública llevaron a cabo las tareas de recuperación y traslado de los restos mortales a tierra, operaciones que fueron “muy delicadas por el estado de avanzada descomposición de los cuerpos”.

Aunque aún no se ha determinado el origen de los cuerpos, vecinos de la localidad costera de Mbour, a unos 100 kilómetros al sur de Dakar, llevan al menos dos semanas denunciando la desaparición de un cayuco que habría zarpado con 200 personas a bordo a mediados de agosto y de la que desde entonces no tienen noticias. Muchos ciudadanos temen que podría tratarse de esta embarcación.

Precisamente Mbour ya fue el escenario de una tragedia el pasado 8 de septiembre, cuando un cayuco con unas 90 personas a bordo que había comenzado su travesía hacia Canarias naufragó a pocos kilómetros de la costa. La embarcación viró debido a su sobrecarga y solo sobrevivieron 24 personas, que fueron rescatadas por los pescadores de la zona. En los días siguientes fueron encontrados 39 cadáveres, por lo que al menos 25 personas siguen desaparecidas. Entre los fallecidos hay senegaleses, pero también guineanos y gambianos, según fuentes de la investigación.

Este naufragio provocó un enorme impacto en Senegal y provocó el desplazamiento del presidente del país, Bassirou Diomaye Faye, hasta Mbour, donde dio el pésame a los familiares de las víctimas y anunció la creación de un teléfono gratuito para que los ciudadanos denuncien a los organizadores de estos viajes. El pasado fin de semana, un centenar de personas participó en una marcha silenciosa por las calles de esta localidad en recuerdo de los fallecidos y contra la emigración irregular, aunque muchos jóvenes siguen dispuestos a jugarse la vida en el intento de llegar a Canarias.

La ilusión producida por el radical cambio político que vivió Senegal el pasado mes de marzo, con la victoria de la oposición en las elecciones gracias sobre todo al empuje de decenas de miles de jóvenes, provocó una cierta ralentización de las salidas de cayucos desde sus costas, pero no las ha frenado por completo. La falta de oportunidades y de empleo, la crisis de la pesca artesanal, la corrupción política y el éxito alcanzado por quienes ya se encuentran en Europa, así como la imposibilidad de emigrar por vías legales, siguen siendo los principales motivos esgrimidos por los jóvenes para emprender la peligrosa ruta canaria. Senegal también es punto de partida para ciudadanos de otros países, sobre todo Malí, Gambia y Guinea.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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