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Los partidos destripan las encuestas para afinar estrategias y taponar fugas de votos

Los populares se contentan con ganar por la mínima tras constatar que el PSOE se mantiene por el voto captado de Sumar

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, el pasado jueves en el Congreso.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, el pasado jueves en el Congreso.EFE
Javier Casqueiro

Los gurús y expertos demoscópicos de los partidos no dejan de cotejar, con todo tipo de datos y evidencias, que no hay en estos momentos tensión electoral en España ante las elecciones europeas del 9-J. Hay hartazgo político. Solo el 4,8% de los preguntados por el último sondeo preelectoral del CIS considera esos comicios como los más importantes y la mayoría (casi el 64%) reconoce que votará en clave de política nacional, lo que explica el recrudecimiento del clima de tensión entre los principales líderes y los mensajes que imperan y los que se relegan. Será otro duelo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, que el PP se toma como una nueva revancha de lo que le pasó en las generales del 23-J, cuando esperaba gobernar por mucho y acabó teniendo que digerir que sigue en la oposición “porque quiere”. Los populares se contentan ahora con ganar, aunque sea por la mínima, porque confirman que el PSOE se mantiene gracias a estar captando mucho voto progresista de Sumar.

El escenario electoral parece repetirse, para cultivar el optimismo del presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez, que ya insiste en sus mítines en que su partido volverá a ganar las elecciones, y la cautela y reducción de expectativas en el PP de Feijóo. La campaña avanza, se acerca el momento de abrir las urnas y se reproducen patrones de recientes elecciones: el relato y los mensajes los vuelve a concentrar el Gobierno y su presidente, para bien o para mal, en casa y con su rol en el extranjero, y el PP se vuelve a enredar con bandazos estratégicos, sus silencios y la pegajosa sensación de que no saben cómo tratarse con Vox.

Entre los miembros socialistas del Gobierno y el cuartel general del PSOE transmiten que en el PP han regresado los nervios, que sus datos no les confirman la victoria aplastante que se pronosticaba hace unas semanas y que, por contra, el tándem Pedro Sánchez y Teresa Ribera aguanta el tipo y no en cualquier momento de la legislatura. Las elecciones europeas, de circunscripción única, suelen servir de termómetro para que los electores propinen castigos políticos a los gobiernos con la percepción de que les afectará menos en reformas o iniciativas concretas. El Gobierno de Sánchez transita, justo ahora, por uno de los cruces más delicados y ruidosos de esta XV legislatura, que no parece tomar ritmo por las rémoras de la ley de amnistía y la indefinición de los socios nacionalistas catalanes a la espera de que se formalice un gobierno del PSC en Cataluña.

En el PP de Feijóo, sin embargo, no cunde el entusiasmo. Los argumentos tiran más de raciocinio que de una ilusión despampanante. “Lo importante es ganar, aunque sea por uno. ¿Dónde estábamos? El PSOE tiene ahora 21 eurodiputados y nosotros 13. Las encuestas nos dicen que ganamos, que subimos hasta los 20 escaños, que el PSOE se queda por debajo. Y esa es la tendencia de todas las elecciones desde que llegó Feijóo”, razona uno de los componentes del comité de dirección popular. Y cuando se pregunta directamente sobre cómo es posible que el PP no se distancie justo ahora de una manera más evidente del PSOE ante los conflictos y polémicas que se le acumulan —nacionales e internacionales—, se responde con justificaciones demoscópicas: “El PSOE se mantiene porque se está quedando con todo el voto que se le va a Sumar”, la formación que lidera Yolanda Díaz. Esa percepción es la que confirma la cocina del último sondeo preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de Félix Tezanos, según varios expertos consultados.

El director de investigación de Ipsos España, Paco Camas, lo ratifica con las evidencias del cuadro de trasvases de votos entre partidos del CIS, que reflejan varias conclusiones muy ilustrativas: “Lo primero que se observa es una concentración del voto útil en torno al PSOE y al PP, que repiten porcentajes muy similares a los del 23-J (30% y 33%); luego, que las transferencias entre esas dos formaciones están en mínimos del 1% y el 3% y también que a Sumar se le van el 18% de las papeletas que recaudó en las elecciones generales de hace un año al PSOE y el 23% a Podemos”. Es decir, que si se confirma ese panorama Sumar vería reducido su voto en apenas 10 meses un 41%.

El PP, en esa situación, concentraría entre el 30% y 33% del voto, pero Vox no desaparece y, según algunos sondeos, hasta se mantiene pese a que también sufre fugas hacia los populares y hacia la candidatura extemporánea de Se acabó la fiesta. Los socialistas, por la apuesta con la amnistía o por su necesidad de entenderse mejor este mandato con los grupos parlamentarios nacionalistas, recogen voto según ese cuadro de traspasos de ERC (19%), del PNV (12%), de EH Bildu (4%) y del BNG (6%).

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Amenaza de la ultraderecha

Ese retrato que ofrecen las entrañas de las encuestas influye y mucho en el acento que ponen los partidos y candidatos en sus actos ya en la recta final de la campaña, recuperada la amnistía como eje de todas las denuncias del PP y Vox, y aderezada ahora con la exaltación de un clima de corrupción generalizado en el país, una estrategia de tensión que le funcionó a los populares en otras épocas. Como consecuencia, las propuestas europeístas se diluyen ese magma. El líder socialista y su candidata intentan hablar, fundamentalmente, de que la amenaza de la ultraderecha y sus recortes se cierne no solo sobre España, sino sobre toda Europa y sus avances, pero en los titulares apenas aparecen “fango” y “Vox”.

Feijóo hace que amaga con que tiene toda una agenda de propuestas europeas, como este viernes en una fábrica aeronáutica en Álava, pero que se resumen en que la UE es el mejor lugar del mundo para vivir y desarrollarse, pero siempre que sus instituciones no se relajen. Tras ese aperitivo, el líder popular denuncia que “los españoles están atónitos porque la política nacional está ensimismada en amnistías y corruptelas” para avanzar a continuación que no le llega con haber convertido precisamente esos asuntos en el único eje de su programa y que este sábado, en Santiago, se verá con la actual presidenta de la UE y candidata a repetir, la conservadora Ursula von der Leyen, para reclamar que “Europa active el Estado de derecho en España y no le dé la espalda”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.
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