El ataque de Milei a Sánchez recrudece el duelo electoral del PP y Vox ante las europeas
Los populares reculan sobre su primer distanciamiento de la crisis ante la preocupación y críticas de empresas con intereses en Argentina
El PP de Alberto Núñez Feijóo pasó en menos de 24 horas en el caso de la crisis provocada por Javier Milei de distanciarse al máximo de lo que consideraban con cierta mofa una estrategia electoral del Gobierno de Pedro Sánchez, sin cuestionar ni al presidente argentino ni al partido ultra Vox que le invitó a su convención en Madrid, a intentar mostrarse equidistante de la disputa, pero con críticas directas a los modos y maneras del mandatario austral. En el transcurso de ese giro se evidenciaron tres aspectos relevantes: las encuestas sobre las elecciones europeas del 9 de junio mantienen o incluso elevan la representación de Vox; el líder ultra, Santiago Abascal, refrendó como lema de campaña que Feijóo sigue haciendo seguidismo del PSOE; y la CEOE y los principales empresarios españoles salieron en defensa del Gobierno de España.
El éxito del plan de Feijóo de volver a aglutinar en el PP todo el voto de centroderecha en España para combatir con el PSOE en unas generales no se atisba, pese a la reciente captación electoral de todo el espectro de Ciudadanos en Cataluña. Vox ni se hunde ni desaparece. El sondeo mensual del instituto 40dB. para EL PAÍS y la SER, publicado este lunes, constata que la formación de Santiago Abascal se consolida como tercera fuerza ante unas hipotéticas generales con un 13,4%. Y los datos de esa encuesta sobre los comicios europeos del 9-J permiten a Vox hasta duplicar su representación, de cuatro a ocho escaños.
El propio Abascal presumió este lunes del estado de salud de su formación, tras corroborar el lleno en la convención de este pasado fin de semana en la plaza de Vistalegre a la que acudió como invitado estrella el presidente argentino, Javier Milei. La enorme repercusión política, diplomática y mediática de los ataques formulados por Milei contra Begoña Gómez, la esposa del presidente Pedro Sánchez, a la que llamó corrupta, situó a Vox en la primera plana de la agenda nacional y llevó al Gobierno a abrir una grave crisis con Argentina de consecuencias ahora impredecibles. Mientras Vox aprovecha cualquier oportunidad para presionar y señalar a Feijóo (su última exigencia es que rompa de manera “inmediata” sus relaciones con el PSOE a nivel nacional e internacional), el PP desfila de nuevo en el alambre de no subsumir parte de ese discurso ultra, distanciarse del Ejecutivo del PSOE y mantener la idea fuerza de que sigue siendo un partido de Estado que cree en las relaciones institucionales normales entre democracias asentadas.
El líder popular, que este lunes presentó en Madrid el manifiesto del PP para las elecciones europeas, emitió una parte de su discurso en esa línea, para autopresentarse como un dirigente alejado de ese tipo de confrontaciones e insultos y como el gran árbitro del diálogo. “Ni el Gobierno del señor Sánchez, que empezó insinuando el consumo de sustancias del presidente de la República Argentina, ni el señor Milei, que siguió llamando corrupta a la mujer del presidente del Gobierno, están en el espacio de moderación que yo reivindico. Esta escalada verbal no conduce a ninguna parte y a mí no me presenta”, comentó Feijóo. Y acto seguido definió como se ve en política: “Me parece lamentable que los intereses de 48 millones de españoles y 46 millones de argentinos estén secuestrados por una forma de hacer política. Creo en la ética, creo en la moderación. Creo en el diálogo sereno, en lo que estamos viendo en las últimas semanas no creo ni creeré jamás”. Unas horas antes, un vicesecretario de su equipo, Esteban González Pons, había declarado en la Cope: “El discurso de Milei es, desde luego, una intromisión en política nacional”.
El PP lleva semanas, desde que saltó el caso Koldo, que afecta sobre todo a un exasesor personal del exministro socialista José Luis Ábalos, atosigando públicamente en múltiples comparecencias a todo tipo de cargos del PSOE, en los ministerios y diferentes autonomías, como presuntos cómplices de casos de corrupción por la compra de material sanitario durante la pandemia. En esa línea ofensiva entran desde la tercera autoridad del Estado, la presidenta de las Cortes y expresidenta balear, Francina Armengol, a varios ministros, mandatarios autonómicos, y también Begoña Gómez, la esposa del presidente, sin que ninguno de ellos esté ni imputado ni investigado oficialmente por una posible corrupción.
Los populares, de hecho, mantienen la amenaza política de citar en su comisión de investigación del Senado a Begoña Gómez en cualquier momento de las próximas semanas para contrarrestar las convocatorias que ya está cerrando el PSOE con sus socios en el Congreso de responsables en administraciones del ámbito de la derecha. El PP ni siquiera descarta llamar al propio Sánchez, como el presidente se teme.
Miguel Tellado, el adalid actual del sector más duro del PP de Feijóo, replicó así este lunes un tuit del jefe del Gobierno: “Begoña Gómez no es una institución y usted no es el Estado”. El presidente había escrito en su cuenta: “España y Argentina son dos países hermanos cuyos pueblos se quieren y se respetan. Entre Gobiernos los afectos son libres, pero el respeto es irrenunciable. Quien ayer habló no lo hizo en nombre del gran pueblo argentino. Defender a las instituciones españolas de los insultos y difamaciones de mandatarios extranjeros no entiende de peros. Más allá de la ideología, está la educación y el patriotismo”.
Los populares se debaten otra vez en este conflicto entre intentar aprovechar para minar más al líder del PSOE, sin sucumbir a las tácticas de Vox, y ofrecer un perfil de partido responsable con una alternativa de Gobierno. A Feijóo, en su intervención de este lunes, le llegaron además los ecos de las críticas formuladas a los exabruptos de Milei por el presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, y sobre todo los comunicados de respaldo al Gobierno de España de empresas de la relevancia de Telefónica, BBVA, Santander, Abertis o Naturgy, muy preocupadas por sus inversiones.
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