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Don Carlos, el narco de 78 años sorprendido por agentes encubiertos

Relacionado con el tráfico de drogas desde hace décadas, a sus 78 años se le considera responsable de introducir 60 kilos de cocaína de Colombia en Madrid

Fajos de cocaína incautados en Marbella (Málaga) en 2022.
Europa Press
Nacho Sánchez

Se movía por Marbella en un Fiat 500 de color rojo y mantenía sus reuniones en la cafetería Capuccino del hotel Meliá Don Pepe, un cinco estrellas al pie de la playa de La Fontanilla, cerca del casco histórico. Le gustaba recibir allí a sus colaboradores para alardear, para mostrar su poderío. Y lo hacía, además, con un fuerte acento colombiano a pesar de que nació en Asturias. Soberbio, experto en el tráfico de drogas, con buenos contactos, utilizaba las palabras justas para explicar sus intenciones. Lo tenía todo controlado cuando se lanzó a introducir 60 kilos de cocaína desde Colombia hasta Madrid. O eso creía. No sabía entonces que tenía el teléfono pinchado, el coche balizado y que en sus reuniones había agentes encubiertos. Florentino Carlos F. G., alias Don Carlos, fue detenido a principios de 2022 en su cafetería favorita de Marbella. Ahora en libertad provisional, está a la espera de juicio: la Fiscalía Especial Antidroga de Marbella solicita para él 11 años y medio de prisión por un delito contra la salud pública y por otro de tenencia ilícita de armas.

Don Carlos tiene ya 78 años y es un viejo conocido de las fuerzas de seguridad españolas. Su relación con el narcotráfico de Latinoamérica arrancó en los años noventa. Entonces residió varios años en Colombia, con contactos con los cárteles de Cali y Medellín. Desde la Policía Nacional se asegura que entonces se rodeaba “de los principales narcos” y que puso en marcha una “gigantesca red” de blanqueo de dinero. Luego se mudó a Madrid, a la casa de Gilberto Orejuela. Acabó arrestado y la Audiencia Provincial madrileña le condenó a 24 años de prisión ―que no llegó a cumplir en su totalidad― en 1998 por liderar una organización que también había secuestrado a dos mujeres vinculadas con una organización rival. Sus presuntos lazos comerciales con la banda terrorista ETA también fueron entonces investigados por el juez Baltasar Garzón.

Don Carlos residía ahora en Marbella. Vivía bien, tranquilo. Era conocido y respetado. A veces conducía su coche hasta Madrid para reunirse con sus compinches colombianos y otras veces ellos viajaban a la Costa del Sol. En su entorno, sin que hubiera sospechado de ello, había también un puñado de agentes encubiertos. Policías que se habían infiltrado en su círculo más cercano durante casi dos años. Tal era su confianza que a finales de enero de 2022 acabó revelándoles la operación que se traía entre manos. Fuentes de la investigación explican que planeaba introducir dos toneladas de cocaína desde Colombia hasta España, pero que las organizaciones que le iban a proveer de la mercancía querían ir más despacio. Buscaban probar la ruta con un envío menor y, si funcionaba, mantenerla con nuevos cargamentos. Decidieron que serían 60 kilos.

El itinerario planificado tenía su origen en el aeropuerto de El Dorado (Bogotá) y Madrid como destino. La prueba se planeó para el 5 de febrero de 2022. Ese día se introdujeron 24 paquetes en dos cajas de cartón “perfectamente embaladas y selladas”, según el relato de la fiscalía, que simulaban un cargamento de flores de una empresa del sector. Lo que no sabían los responsables del envío es que este estaba siendo monitorizado. Y que incluso otro agente encubierto de la policía colombiana había recibido la mercancía en el propio aeropuerto, la había analizado ―con resultado positivo en cocaína y un total de 59,5 kilogramos― y que, desde entonces, la carga fue custodiada de manera discreta para seguir de cerca su recorrido en todo momento. Incluso un agente de la Policía Nacional voló en el mismo avión (un Airbus con nombre Paco de Lucía) por si surgía alguna incidencia.

La fiscalía relata que la mercancía llegó al aeropuerto de Barajas al día siguiente, el 6 de febrero. Fue trasladada al Complejo Policial de Canillas (Madrid) por dos agentes y luego continuó hasta Sevilla. La entrega estaba prevista el 8 de febrero. Agentes del Grupo de Respuesta ante el Crimen Organizado (Greco) esperaban para interceptar el intercambio. Cuando ocurrió, los policías detuvieron a dos personas: M. F. R. y D. A. H. Z. En el Seat León que utilizaban había varios teléfonos móviles y 2.140 euros en efectivo, además de 48 paquetes de cocaína en un doble fondo del maletero.

Dinero, revólver y cartuchos

Acto seguido, ese mismo día, varios investigadores detuvieron a Don Carlos mientras tomaba un agua con gas en la cafetería Capuccino, en Marbella. Desde allí supervisaba en tiempo real la operación. Más tarde, en su domicilio se hallaron 173.000 euros en efectivo, con fajos de billetes de 50 euros escondidos entre cartones, un revólver Remington del calibre 22 apto para ser disparado y 50 cartuchos para dicha arma. “Usted se está equivocando, señor inspector”, le dijo a uno de los agentes que le arrestó.

El fiscal solicita ahora 11 años y medio de prisión para él y otros diez años para sus dos colaboradores detenidos en esta operación. Para todos se piden diez años por un delito contra la salud pública y 11 millones de euros en concepto de multa. Para el cabecilla de la red, además, la fiscalía reclama otros 18 meses más por el delito de tenencia ilícita de armas. Para el juicio, aún sin fecha, se prevé la participación de una veintena de agentes de la Policía Nacional así como peritos especialistas en toxicología y balística.

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