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El juego del escondite de los fugitivos en la Costa del Sol

La provincia de Málaga lidera las detenciones de prófugos internacionales, aunque Madrid, Barcelona o Alicante son también escondites idóneos para los huidos de la justicia

Nacho Sánchez
El exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, fue localizado en Marbella el pasado febrero.
El exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, fue localizado en Marbella el pasado febrero.Jon Nazca (Reuters)

Con más de 50 causas pendientes con la justicia alemana, Alexander G. se fugó durante un traslado desde prisión a un hospital de la ciudad de Günzburg en septiembre de 2019. Acercó un cuchillo casero al cuello de una enfermera y, ante la amenaza, un vigilante abrió la puerta para que el delincuente escapara. De cabello castaño y 1,70 de altura, se le vio por la zona días después, hasta que se le perdió la pista. Era peligroso, iba armado y, enfermo de sida, tenía antecedentes de mordeduras a policías en sus constantes detenciones. En noviembre, la Policía Nacional supo que estaba en España y se movía entre Barcelona y Cádiz. Los agentes especializados en fugitivos de la comisaría provincial malagueña dieron con su rastro en Nerja. Dormía en una tienda de campaña que instalaba en las playas de Maro o las montañas cercanas. Tras su detención en enero, Alemania envío cuatro policías, un médico y fletó un vuelo chárter solo para él.

Alexander no ha sido el único arresto en territorio malagueño de 2020. “Málaga es uno de nuestros socios estrella: es uno de los escondites más habituales de los prófugos en España”, dice Fernando González, jefe de la Sección de Fugitivos de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) central. Desde Madrid, él coordina la búsqueda de personas fugadas de todo el mundo que se ocultan por todo el país. Cuenta con un equipo de 16 policías y el apoyo de unidades periféricas distribuidas por todas las provincias. La de Málaga acumula 1.032 arrestos de reclamados judiciales internacionales en la última década y lidera el número de casos en 2020, con 116, según el Ministerio del Interior. Madrid le sigue de cerca con 108 detenidos, así como Alicante (65) y Barcelona (60), habitual escondrijo de mafiosos italianos. entre enero y noviembre, los cuerpos de seguridad locales y nacionales han arrestado a 700 reclamados judiciales internacionales, 300 menos que el año pasado a causa de la pandemia.

Las características de Cataluña o el Levante como buenos refugios tienen en la Costa del Sol su máximo exponente. A las grandes comunidades de extranjeros, urbanizaciones anónimas, gran flujo de turistas y aeropuerto internacional, se une la cercanía de Portugal y Marruecos, además del benigno clima y comodidades para una vida lujosa. Es lo que fue buscando el mexicano Emilio Ricardo Lozoya Austin que, tras recorrer Centroeuropa y Rusia, acabó en La Zagaleta, exclusivo residencial al norte de Marbella. Allí fue localizado tras descartar muchas pistas, dos meses de vigilancia y gracias a una debilidad del fugitivo: el golf. Fue precisamente la afición a ese deporte, que practicaba en la zona, la que le delató a pesar de usar documentación falsa, como es habitual entre prófugos, que también ponen sus propiedades a nombres de terceros.

“Toman muchas medidas de seguridad, pero antes o después siempre hay una brecha por la que colarse”, cuenta uno de los agentes especializados en fugitivos que trabaja en la Comisaría Provincial de Málaga. Describe su trabajo a partir dos aspectos: chequear datos y estar en la calle “con mucha paciencia” para “vigilar, comprobar y actuar”. Los policías rascan y rascan hasta dar con el premio, pero hasta entonces necesitan imaginación y creatividad para evitar que el delincuente se percate de su presencia.


Zonas calientes

En la Costa del Sol hay controles periódicos en zonas calientes, como el acceso a urbanizaciones de Estepona, Marbella, Fuengirola. La glorieta de entrada a Puerto Banús es uno de ellos, porque la zona es frecuentada por narcotraficantes. El perfil fugitivo es variado: asesinatos, explotación sexual de menores, blanqueo de capitales, estafas, miembros del crimen organizado. La unidad especializada considera fundamental la colaboración de la policías de todo el mundo. Aportan pistas o ayudan a desarrollar nuevas líneas de investigación. Indicios que ayudaron a dar, este otoño, con un británico buscado por asesinato escondido en Marbella. Cuando varios de sus familiares viajaron a Málaga, un coche los recogió en el aeropuerto. Los dejó, en plena noche, en un descampado. Sacaron linternas de sus mochilas y, por teléfono, fueron siguiendo las indicaciones hasta el lugar donde se escondía el delincuente, que fue arrestado. La labor policial en España también ayuda a detener fugitivos en otros países, como al narcosicario Jario Leal en Colombia o Amir Mekky, danés arrestado en Dubai, líder de los suecos y al que se considera autor de dos asesinatos y dos atentados con explosivos en la Costa del Sol.

Cada año llegan miles de peticiones de policías de todo el mundo, pero hay casos prioritarios. En septiembre, el equipo malagueño recibió el apoyo de la brigada central -que se va desplazando por la geografía para acumular información o culminar operaciones- para localizar a un ciudadano belga escondido en Vélez-Málaga. Se había escapado de un hospital psiquiátrico donde cumplía una pena por numerosos abusos sexuales a menores, entre ellos varios en España. “Podía reincidir en cualquier momento”, dice un policía. Comprobaron hoteles, supermercados, gasolineras, el domicilio de su pareja. Lo hallaron viviendo en un coche para pasar desapercibido.

“Si eres delincuente, algún rastro dejas, lo difícil es encontrarlo”, subraya el agente, que destaca que la suya es una labor “muy compleja”. A veces los fugados se operan para cambiar sus rasgos faciales. Otras, las pistas son demasiado genéricas. En Huelva, un ciudadano avisó de que había visto a la persona más buscada de Luxemburgo en un chiringuito, pero diez años atrás. La pista, sin embargo, termino con éxito y Jean Marc Sirichai fue arrestado tras doce años de huida. También hay adictos a las redes sociales como el finlandés Jane Nacci, que fue dejando un rastro que culminó en su detención. La legislación española tampoco facilita el trabajo y, por ejemplo, limita mucho las escuchas o la publicación de fotografías de fugitivos. En la Costa del Sol, en cambio, es fácil ver anuncios de los más buscados en diarios británicos, alemanes o nórdicos y hay remolques con sus caras recorriendo las calles.

La información del día a se acumula y ningún caso se descarta. “A veces se relajan… y les pillamos”, apunta Fernando González. Así cazaron, tras dos años escondido, a Mario Alfredo Halley, histórico enlace en Europa del Cartel de Cali. De manera excepcional, el factor suerte también juega un papel: tras meses sobre la pista de dos sicarios suecos, un agente del grupo de Barcelona se los cruzó de casualidad en un centro comercial durante sus vacaciones en Málaga. En chanclas, pantalón corto y con la ayuda de los vigilantes de seguridad, los arrestó. Lo resume bien una frase de Narcos: los delincuentes necesitan suerte todos los días; la policía, solo uno.

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