Fugitivo y adicto al postureo
El criminal que pasó dos años publicando fotos de su huida en las redes sociales mantiene el exhibicionismo desde la cárcel
“¿Cómo me encontró la policía? ¿Quién habló durante los interrogatorios?” Son las preguntas que acompañan a una foto en Instagram. La subió hace dos semanas Janne Nacci, un finlandés al que en la imagen se ve descansar plácidamente sobre una hamaca en la Costa del Sol. La imagen no tendría más trascendencia si quien la publicó en esta red social no fuera el fugitivo más buscado en Finlandia hasta el pasado otoño. El 7 de octubre, a las cinco de la tarde, fue detenido en Estepona tras dos años huido de la justicia. Iba contando su vida en Instagram mientras trataba de despistar a los investigadores que le seguían el rastro. Y ahora siguen contándola desde una cárcel de Helsinki, la capital finlandesa. “¿Hay tumbonas en prisión?”, interrogaba en Instagram animando a sus casi 40.000 seguidores a realizar comentarios.
Fuentes policiales creen que lo más probable es que sea su familia o alguien de su entorno quien esté subiendo las fotografías y los mensajes aunque, dado el poder del delincuente, cuentan que quizá tenga acceso a un teléfono desde su celda.
Líder de Canonball, una peligrosa banda motera creada en 1991 que funcionaba como organización criminal hasta que se desintegró recientemente, Nacci ya había sido detenido en 2010 por la policía española cuan do usaba un nombre falso.
Tras quedar en libertad, su historial criminal fue creciendo hasta que en 2017 se emitieron dos órdenes europeas de detención por estafa, delitos contra la propiedad o blanqueo de capitales como servicio a bandas criminales, “entre otras cosas”, según fuentes policiales. Él había desaparecido para entonces, pero su Instagram seguía a pleno rendimiento.
Días después de que la Policía española lo capturase, este “vividor”, como lo definen quienes dieron con su paradero, subía una imagen a la red social en la que se mostraba a sí mismo detenido por dos agentes. “Ya no me buscan. Por el momento, estoy en prisión”, avisaba un día después de cumplir 46 años. En el texto anunciaba un nuevo capítulo en su vida: Diarios de prisión, un libro en el que dice que contará su día a día en la cárcel. Es la continuación lógica de su primera obra, Wanted, donde relataba su historia como fugitivo y daba consejos sobre cómo evadir a la policía que vendía en su web por 29,90 euros. Hoy la página está caída y él entre rejas, pero sus ganas de escribir siguen intactas.
Fueron dos las claves que permitieron dar con su paradero. La primera, los viajes de su pareja e hija a la Costa del Sol. Un indicio al que se unió un coche con matrícula finlandesa aparcado en una urbanización de Estepona que ya se vigilaba. “En la Costa del Sol tenemos lo mejor de cada casa”, dice irónicamente un policía con larga experiencia en la búsqueda de fugitivos.
Málaga, una de las zonas preferidas por los fugitivos
“En la Costa del Sol tenemos lo mejor de cada casa”, dice irónicamente un agente de policía con larga experiencia en la búsqueda de fugitivos. El buen clima, el turismo, los numerosos residentes extranjeros, el lujo y el anonimato que otorgan el sinfín de urbanizaciones del litoral malagueño son algunos de los argumentos para que quienes escapan de las fuerzas de seguridad elijan Málaga como escondite. Aunque la presión policial ha aumentado en la zona -haciendo que muchos fugitivos prefieran ya otras áreas menos vigiladas, como Dubái, las Islas Baleares o Latinoamérica- es rara la semana que la Policía Nacional no detiene a alguna persona en fuga. El pasado sábado, de hecho, arrestaron a un joven de 24 años de origen lituano requerido por su país por cinco delitos por los que se le pide cadena perpetua en Lituania. Días antes, el 23 de febrero, el detenido era un hombre de 30 años, natural de Nápoles, reclamado en Italia por delitos contra la propiedad.
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