Las amantes delataron a Jairo, el narcosicario
Un fugitivo con un sangriento historial en España es atrapado en Colombia siguiendo la pista de sus parejas
A Jairo Leal Aroca, alias Wilson, un narcosicario colombiano de 55 años, le perdían las mujeres. Y ha sido siguiéndole la pista a ellas como ha caído este viejo conocido de la Policía Nacional, huido y reclamado por la justicia española por sus negocios de drogas y sus sangrientos crímenes. “Fue condenado por el doble crimen a hachazos en 2002 de un matrimonio en El Casar de Escalona (Toledo) por una supuesta deuda”, recuerdan los investigadores españoles de la llamada operación Escoba 2.0., que se ha saldado con su detención a principios de esta semana en Colombia. Hasta la finca del municipio de Falan (Mariquita, Colombia) condujeron sus amantes a los investigadores colombianos: “Se estableció que varias compañeras sentimentales tenían arraigo en la región del Tolima”.
Su historial delictivo en España se remonta a 1994, cuando fue detenido por primera vez con una de sus identidades: José Wilson Leal Gómez, nacido en Colombia. Fue en un piso de la calle de Sacromonte, en Orcasitas, donde Wilson, como era conocido, tenía montado un laboratorio para transformar pasta base de coca en clorhidrato de cocaína. Por aquel entonces, su banda estaba integrada por ocho personas y usaba a cinco niños de entre 11 y 13 años para vigilar los alrededores de su cuartel.
Con el paso de los años, fue escalando posiciones en el negocio del narco y convirtiéndose en un hombre de contactos en España, donde formó una familia. Al mismo tiempo que ganaba posiciones en el “negocio” se endurecían sus crímenes: fue acusado del doble asesinato de un matrimonio ocurrido en octubre de 2002 en Escalona (Toledo). “Les secuestró y torturó por una deuda de 30.000 euros, que ambos habían contraído con su organización criminal de tráfico de drogas”, apuntan los investigadores españoles. “Para ajustar las cuentas golpeó a las víctimas en repetidas ocasiones en la cabeza con un hacha provocándoles la muerte y después se deshizo de los cuerpos (maniatados y amordazados) cavando una fosa de unos cuatro metros de profundidad en el jardín del chalet donde vivían, en esa localidad toledana”, recuerdan los agentes. Entonces se movía con el nombre de José Luis López González, supuestamente nacido en Perú.
A sabiendas de que tenía a la policía española pisándole los talones, huyó tras ese doble crimen a Colombia.
Volvió a ser detenido en agosto de 2009 en Usme (periferia de Bogotá), gracias a la solicitud de extradición del Gobierno español “por los delitos de homicidio, secuestro y tenencia ilegal de armas”, enumeran fuentes de la investigación. Un año más tarde se le retiraba la patria potestad de sus hijos españoles eingresaba en el Centro Penitenciario de Madrid IV Navalcarnero, de donde volvió a huir tras un permiso penitenciario concedido en 2016. Desde entonces permanecía huido.
Según los investigadores colombianos, durante estos últimos cuatros años, Jairo –con la identidad de Luis Alberto Rodríguez Beltrán—, ha compaginado negocios legales como ganaderías o piscifactorías, con extorsiones, “narco-menudeo” y “coordinando operaciones de carácter ilícito con emisarios de carteles en Centroamerica”. “De hecho”, señalan las mismas fuentes, “planeaba un viaje de negocios a Panamá a finales de abril que se vio truncado por la Covid-19”.
También y paralelamente, en ese mismo periodo de tiempo, Jairo Leal Aroca fue condenado por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Toledo, junto a varias personas más, a la pena de nueve años de prisión por un delito de tráfico de Drogas, la cual ha motivado esta última detención en territorio colombiano.
La operación Escoba 2.0. (Santo Domingo, en Colombia) ha sido fruto de la “cooperación policial entre España y Colombia, los investigadores adscritos al Grupo de Fugitivos Nacionales de la Sección de Fugitivos perteneciente a la Brigada Central de Crimen Organizado de la Unidad Central de Drogas y Crimen Organizado de la Comisaría General de Policía Judicial, de forma conjunta con el Grupo de Alianzas Operativas (GRAOS-1) de la Dirección de Inteligencia Policial (DIPOL) de la Policía Nacional de Colombia y EUROPOL.
Jairo, Wilson, José Luis o Luis Alberto, con dos hijos menores en Colombia de dos mujeres, y un rosario de “amantes repartidas por las poblaciones de Chicoral, Purificación, Mariquita, Falan”, según fuentes de la investigación, está considerado por las autoridades colombianas como “un líder de una organización internacional de tráfico de estupefacientes y asociado con grupos delincuenciales organizados y carteles de narcotraficantes de México, Venezuela, Costa Rica y Ecuador”. “Asimismo”, apuntan las mismas fuentes, “tendría conexiones criminales con una subestructura del Grupo Armado Organizado GAO, clan del Golfo con influencia en el sur del país”.
Jairo fue arrestado en una finca rural del municipio de Falan-Tolima, a 23Km de Mariquita por los Comandos de Operaciones Especiales (COPES) colombianos y, previsiblemente, será extraditado a España para ser juzgado.
El talón de Aquiles de los criminales
El talón de Aquiles de los narcos son las mujeres. Al más legendario y escurridizo, El Chapo Guzmán (Joaquín Guzmán Loera), lo pillaron (por tercera y última vez) en enero de 2016 en Sinaloa (México) cuando trataba de fraguar un segundo encuentro con Kate del Castillo, la actriz protagonista de la serie La Reina del Sur. Su pasión por esa mujer supuso su caída. Le ocurrió también a Antonio Tejón Castaño en junio de 2018, uno de los dos hermanos del clan de Los Castaña, que lidera el narcotráfico en el Campo de Gibraltar. En su caso, fue Patricia Parody Cano, la madre de sus hijos, a quien trataba de ver a toda costa burlando el cerco policial que se estrechaba sobre sus mansiones-fortaleza de La Línea (Cádiz).
Y le ha ocurrido ahora a Jairo Leal Aroca, alias Wilson. Para los investigadores colombianos, su captura es “importante” porque “permite neutralizar una amenaza con alcance transnacional en el marco de las políticas para contrarrestar el tráfico de drogas”. Según la policía colombiana, Wilson tenía “contacto con miembros de diferentes carteles de drogas para enviar cocaína hacia España y Europa no solo desde Colombia, sino de otros países en Suramérica”.
La operación Escoba 2.0. (Santo Domingo, en Colombia) ha sido fruto de la “cooperación policial entre España y Colombia, los investigadores adscritos al Grupo de Fugitivos Nacionales de la Sección de Fugitivos perteneciente a la Brigada Central de Crimen Organizado de la Unidad Central de Drogas y Crimen Organizado de la Comisaría General de Policía Judicial, de forma conjunta con el Grupo de Alianzas Operativas (GRAOS-1) de la Dirección de Inteligencia Policial (DIPOL) de la Policía Nacional de Colombia y EUROPOL”.
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