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Comienza la exhumación del pastor socialista represaliado en Valladolid, entre el revuelo por la nueva “ley de concordia” de PP y Vox

La recuperación de los restos de una víctima de falangistas llega tras conocerse la polémica normativa prevista para Castilla y León

Exhumacion Pedro de la Casa
Trabajos de exhumación de Pedro de la Casa, represaliado en Mojados junto al cementerio de la localidad vallisoletana, este martes.Emilio Fraile
Juan Navarro

“Aquí se acaban placeres y gustos y comienza la vida de los justos. Año de 1877″, reza una placa entre cipreses espigados. Corona la entrada del cementerio de Mojados (Valladolid, 3.300 habitantes), donde los familiares de Pedro de la Calle quieren enterrar dignamente a su antepasado, represaliado en agosto de 1936 y sepultado sin identificación en una parcela anexa. A la izquierda del camposanto, abarrotado de nichos con sus inscripciones, flores y adornos, se abre una reciente ampliación para más albergar más sepulturas. A su diestra, una parcelucha repleta de matojos y basura, bajo los que yacen los restos del pastor socialista. Unos pistoleros falangistas lo ahorcaron en un pino y su cuerpo acabó sepultado, sin honores, en ese anejo civil al cementerio local. Su familia ha pedido su exhumación y los trabajos han comenzado, por casualidad, una semana después de conocerse la polémica “ley de concordia” prevista por la Junta de Castilla y León, de PP y Vox, que sustituirá al decreto de memoria histórica vigente desde 2018.

Dos operarios cavan en el terreno donde consta que está enterrado Pedro de la Casa.
Dos operarios cavan en el terreno donde consta que está enterrado Pedro de la Casa. Emilio Fraile

Una decena de voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) se afana en ese terreno prácticamente abandonado, protegido por cuatro paredes de ladrillo gastado y una verja herrumbrosa. La documentación y los recuerdos de sus descendientes revelan que en esa ubicación fue enterrado, sin identificación alguna, Pedro, que contaba con 48 años cuando recibió la represalia de unos ultraderechistas que sabían de sus vínculos socialistas. Los pistoleros lo atraparon mientras recogía garbanzos con sus hijas, semanas después de una paliza premonitoria. Luego, lo colgaron de un pino y después arrojaron el cadáver a esa parcela donde los activistas de la ARMH cavan y limpian este martes, 88 años después.

Las palas, los picos y las espátulas avanzan sobre toneladas de tierra y entre ellas encuentran unos primeros restos óseos, aunque no de Pedro: parecen infantiles, pues allí enterraban a los niños fallecidos sin bautizar, rumbo al limbo. A última hora de la tarde de este martes, han aparecido huesos de un adulto, aunque aún no ha sido identificado.

Marco Antonio González, vicepresidente de la agrupación, atiende al despliegue mediático, llamado por la coincidencia de la redignificación con la propuesta de “ley de concordia” promulgada por PP y Vox en la Junta de Castilla y León. “Con la normativa nueva estaríamos a puerta cerrada, sin poder decir nada de la víctima o los victimarios”, ilustra González, pues el artículo 4.4 del proyecto legislativo reivindica la “protección de datos” para impedir informar sobre criminales y represaliados ni tomar fotos o vídeos divulgativos. “Estamos desenterrando una realidad incómoda y oculta bajo toneladas de tierra”, indica el cargo de la ARMH, confiado en hallar al pastor durante esta semana. González se enerva porque el texto de la Junta no alude a la dictadura ni condena el franquismo, además de ampliar su periodo de aplicación a 1931, extendiéndola así a los años de la II República. El anterior plazo estudiado por el decreto de Memoria Histórica aprobado por el PP en 2018 comenzaba directamente en 1936, fecha del golpe de Estado contra el Gobierno democrático republicano.

Óscar Rodríguez y Marco Antonio González, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, conversan en los alrededores del cementerio de Mojados.
Óscar Rodríguez y Marco Antonio González, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, conversan en los alrededores del cementerio de Mojados.Emilio Fraile
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La hija de Pedro de la Calle pidió varias veces, en vano, la exhumación. Murió sin verla. Un hijo suyo, nieto del represaliado, la reclamó pero ha declinado asistir ante el revuelo, más aún en pueblos propensos al silencio y el olvido. Varios paseantes por caminos cercanos al cementerio se sorprenden por el bullicio, todos desconocedores de la exhumación. Uno se extraña por no haber visto ninguna esquela y vuelve a su bicicleta cuando se le saca el tema; otro, Casimiro Encinas, de 71 años, recuerda que en Mojados hubo muchas familias “que perdieron a hijos o maridos” y apoya “todo lo que sea bueno para la gente que murió sin culpa”. Virgilio Toquero, de 76, destaca que “nunca se habló de ello” y cita varias represiones por la zona: “A un primo de mi mujer se lo cargaron, venía de segar y les dieron un chivatazo”. “Ya tocaba, me parece extraordinario totalmente”, celebra. Los activistas voluntarios prosiguen, a pico y pala, sacando cubos de tierra en cadena y formando un montículo creciente frente a las paredes desatendidas. Unos metros más allá, en la flamante ampliación del cementerio, un cartel oficial señala: “Aquí invierte la Junta de Castilla y León”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.
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