Alejandro Fernández, un soldado del PP que desafía las órdenes de Feijóo
El diputado catalán será el candidato de los populares para las elecciones catalanas del 12 de mayo tras echar un pulso a la autoridad del líder del partido
Cuando en 2011 lanzó la candidatura del PP para ser alcalde de Tarragona, su ciudad, Alejandro Fernández se convirtió en un fenómeno viral porque versionó a su conveniencia una canción de Lady Gaga que repite el pegadizo estribillo Ale-Ale-Alejandro. Fernández irrumpió en la campaña por las municipales atronando: “Si tienes alguna duda de quién mola en Tarragona: Alejandro se mueve, Alejandro se moja”. La osadía musical le puso en boca, y en orejas, de mucha gente, pero le costó una amonestación de la multinacional Sony Music, que exigió la retirada del plagio. Alejandro, así se le conoce en la política catalana, sin necesidad de apellido ni más datos, prefiere la música de The Smiths a la electrónica dance de Lady Gaga, pero aquella peripecia le sirvió para constatar que, a menudo, el atrevimiento da resultados. Incluso a riesgo de ser etiquetado como la voz que desafina, no ha dudado en enfrentarse al mando de su partido por ser cabeza de cartel en Cataluña.
El desenlace de este culebrón se ha conocido este martes con su designación como candidato del PP a los comicios del 12-M. Alejandro Fernández, de 47 años, pasará a la historia del Partido Popular en Cataluña como, posiblemente, el único presidente del partido en esta comunidad que ha plantado cara a Génova llevando al límite su desafío. Acostumbrada a hacer y deshacer a su antojo el nombre de los cabezas de lista y de sus presidentes regionales, la dirección nacional del PP habría estado encantada si Fernández le hubiera dado vía libre y hubiera renunciado al cargo. En un paciente y discreto silencio, el diputado ha aguardado el veredicto final, labrado este lunes en una reunión en Madrid, mientras crecían sus apoyos en las bases, atónitas cuando veían que se podía prescindir de un cabeza de lista en un partido al alza.
Brillante orador en el Parlament, ha provocado momentos de hilaridad con su ironía en plena tensión del procés: “Se parece más a mí que a un saltador de pértiga noruego. Somos un par de españolazos”, le espetó a Quim Torra. Fernández ha seducido a la militancia y bastante menos a los cargos más relevantes del PP, que le acusan de tirar de demagogia y de una huida hacia adelante para eclipsar sus carencias como presidente del partido. Designado por Mariano Rajoy en 2018, Feijóo heredó un partido en Cataluña con un conflicto enquistado y sin convocar el congreso para nombrar a una nueva dirección. La inesperada convocatoria del 12-M dejó al PP desconcertado y fuera de juego mientras se debatía entre ratificar a Fernández o designar a la eurodiputada Dolors Montserrat y los rivales (Illa, Puigdemont o Aragonès) iban proclamando a sus candidatos.
Licenciado en Ciencias Políticas y orgulloso de sus raíces asturianas, Fernández nació en Tarragona y estrenó su carrera en el Ayuntamiento, donde gobernó con CiU, siendo después diputado en el Congreso y presidente del partido en sustitución de Xavier García Albiol. Siempre puntualiza que esa CiU con la que se entendió y gobernó en el Consistorio ya no existe y que no tiene nada que ver con Junts. Indiferente a las críticas internas, el diputado censuró que el PP sondeara a Junts por la investidura y lanzó una sucesión de tuits ―”(Dicen que) ’España es una dictadura dirigida por un Rey fascista con el que se niegan a hablar: Que alguien me diga de qué hay que ‘hablar’ con ellos”― que disgustaron enormemente a la cúpula. No solo eso: defendió que el PP catalán merece un proyecto propio en el marco del PP nacional tras 30 años de “exceso de tutelas” y de “bandazos ideológicos” y que no puede ser que tanto Josep Piqué (de corte más catalanista) como Alejo Vidal-Quadras (más españolista) acabaran marchándose con el mismo diagnóstico.
Admirador de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan y gran lector de ensayo político e histórico ―ha leído todo lo de Michel Houellebecq―, Fernández no logró en 2021 remontar el vuelo ni los malos resultados de Albiol pasando en el Parlament de cuatro a tres escaños además de casi desaparecer en el área metropolitana. Pero la década horribilis de los populares llegó a su fin en 2023, siendo claves, además, en Barcelona ―fueron determinantes para que el socialista Jaume Collboni fuera alcalde― y pasando el 23-J de dos a seis escaños, superando en votos a Junts y a ERC. Fue justo antes de esa campaña cuando Fernández dio con un insólito tuit el alcance de su distancia con Feijóo al decir que renunciaba a ser cabeza de listas de esas elecciones generales y que se quedaba en Cataluña para hacer frente al procés y no desairar a los constitucionalistas que siempre se quejan de que sus políticos acaben haciendo las maletas camino de Madrid.
Casado y padre de tres hijas, aficionado al Barça, melómano y con un sentido del humor socarrón, Alejandro ha vuelto a conectar el hilo musical para aludir a la paciencia, con un tuit parafraseando una canción de Camarón. “Lo recordaba Camarón: hay que ser ‘como la mimbre, que la bambolea el aire, pero se mantiene firme’. ¡Qué grande era ese tío!”. Con una etiqueta en la red —#YoconAlejandro—, se ha granjeado la complicidad de parte de las bases y concejales y entidades constitucionalistas y Esperanza Aguirre le ha dado su apoyo.
La encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO) vaticina que pasaría ahora de tres a entre nueve y 13 escaños. “Sería un buen candidato, pero un mal presidente”, avisa un miembro de la dirección al recordar que los dos cargos van unidos mientras otro recuerda que también tuvo problemas con el adjunto de Pablo Casado. El nombramiento no se ha revelado hasta que ha concluido la incierta negociación con Ciudadanos y con una encrucijada porque deja al partido algo más que dolorido.
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