La amnistía pasa el primer filtro del Congreso pese al ataque desatado de la derecha
El debate sobre la ley deriva en un fuerte choque de Abascal contra Feijóo, mientras los aliados del Ejecutivo cierran filas
“Es la sesión más triste y decadente desde el 23 de febrero de 1981″, sentenció, con toda la gravedad de la afirmación, Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP no llegó a citar la palabra golpe, que sí reverberó en todo el discurso de Santiago Abascal, gran capitán de Vox: “Golpe a la Constitución, al Estado de derecho, a la dignidad de los españoles, a la nación…”. Feijóo anunció que recurrirá a “todas las instancias nacionales e internacionales” para evitar que la ley de amnistía a los encausados por el procés entre en vigor. Abascal lo dijo de un modo más brumoso: “Estamos dispuestos a hacer todo lo que sea menester”, entre lo que incluyó sentar en el banquillo a Pedro Sánchez.
La proposición de ley de amnistía pasó la noche de este martes el primer trámite parlamentario con el previsible apoyo -178 votos a favor y 172 en contra de PP, Vox, Coalición Canaria (CC) y UPN- y el también previsible chaparrón de ataques de la derecha, a quien los aliados del Gobierno pidieron infructuosamente que abandone las “hipérboles”. El resultado es similar al de la investidura de Sánchez, con el descuelgue de CC, que esta vez, como había anunciado, optó por el ‘no’. Si la intensidad dramática acercó los discursos en el Congreso de Feijóo y Abascal, la sesión abrió al tiempo una fractura entre los dos líderes de la derecha después de que el de Vox afease en términos muy desabridos al del PP que se hubiese sumado a las críticas contra él por haber afirmado en Argentina que “el pueblo querrá colgar por los pies a Sánchez”.
El presidente del Gobierno no asistió al pleno convocado para dar luz verde a la propuesta de ley de amnistía, que inicia así su trámite parlamentario. Sánchez tenía una entrevista con el rey Abdalá de Jordania y luego salió para Estrasburgo, con una cargada agenda europea para toda la semana. El PP recogió la pelota y remató: “Huye del debate”. Para compensarlo, una docena de ministros ocupó el banco azul al comienzo del pleno, a las tres de la tarde, incluidos algunos que poco después tuvieron que salir para contestar en el Senado preguntas de la oposición.
Este primer debate fue el inicio de una discusión que durará semanas y en la que, por lo visto, será difícil esperar alguna evolución relevante en los argumentarios de unos y otros. Una apuesta para restablecer la convivencia en Cataluña, pregonan los partidarios del Gobierno. Un mercadeo de votos y un ataque al Estado de derecho para perpetuarse en el poder, martillea la derecha.
Al portavoz socialista, Patxi López, le tocó la defensa de la propuesta y comenzó enmendándose a sí mismo: la amnistía, contra lo que el Gobierno decía hasta hace medio año, es constitucional. López ironizó reiteradamente a propósito de la multitud de ocasiones en que el PP ha proclamado “se rompe España”. Destacó que medidas que “levantaron gran polvareda” como los indultos a los líderes independentistas condenados por el Tribunal Supremo o la abolición del delito de sedición han logrado que la situación en Cataluña sea hoy “incomparablemente mejor”. Y la amnistía, subrayó, tiene “más garantías” porque pasa por el Congreso, no es una simple potestad del Gobierno. Aunque el PSOE no la llevaba en su programa, admitió López, constituye la “esencia de la democracia” que los partidos negocien medidas promovidas por otros para facilitar acuerdos.
Apenas musitó sus primeras palabras Feijóo y quedó fijado el tono de lo que sería su intervención: “Vergüenza nacional” y “bochorno internacional”. Luego llegaron “fraude”, “corrupción política”, “ruptura de la convivencia”, “humillación al pueblo español”, “regresión democrática…” La alusión al 23-F agitó las bancadas de la izquierda. Más inadvertida pasó otra afirmación cargada de dinamita: “Ustedes han decidido que los culpables son inocentes, así que ahora no tenemos ninguna garantía de que decidan que los inocentes son culpables”. López le replicó que “el día más triste” del Congreso fue el de la moción de censura contra “el Gobierno más corrupto de la historia”, en alusión al de Mariano Rajoy. El líder del PP cerró su intervención de esta guisa: “Aunque le moleste al Gobierno, ¡viva la democracia! Y aunque le moleste a sus socios, ¡viva la Constitución!”.
Abascal entró de lleno a la polémica por sus palabras en Argentina. Se excusó diciendo que aquello de “colgar por los pies a Sánchez” era una “expresión coloquial” y se defendió mostrando una foto de hace 10 años de un pueblo de Alicante donde militantes socialistas escenificaron una obra que simulaba el paso de Rajoy por la guillotina. Tras los ataques de rigor, con el estruendo de rigor, a Sánchez, Abascal dedicó la mitad de su intervención a cargar contra Feijóo. Le acusó de “estafar” a los españoles por “organizar manifestaciones los domingos y pactar los lunes con los socialistas y sus cómplices”. Y la cosa fue escalando hasta citar la gran bicha del líder del PP, su antigua amistad con un capo gallego: “Yo no he participado nunca de ese linchamiento contra usted, pero usted ha corrido a sumarse al linchamiento contra Vox”.
Los aliados del Gobierno coincidieron en el llamamiento a la derecha para poner fin a las “hipérboles”, como dijo Gabriel Rufián, de ERC, o la “retórica inflamada que sustituye los argumentos por exageraciones”, en palabras de Mikel Legarda, del PNV. Aina Vidal, de Sumar, lanzó un dardo a los socialistas al recordar que en 2017 su espacio político no apoyó la suspensión de la autonomía catalana. Vidal criticó la respuesta de entonces del Gobierno del PP, que optó “por las porras y las cárceles”, y defendió la medida de gracia como “una vuelta a la política”. Coincidió con Néstor Rego, del BNG, en que la amnistía no solo favorecerá a Cataluña, sino que, según ellos, mejorará el clima político en toda España. Jon Iñarritu, de EH Bildu, la definió como una medida “audaz” que “no soluciona el conflicto político, lo desembarra para poder resolver el encaje o el desencaje de Cataluña”.
Josep Maria Cervera, de Junts, acometió la clásica inmersión histórica hasta 1714 para situar los orígenes del secular“absolutismo” que, según él, ha sufrido Cataluña, ya fuese con dictaduras o con democracias. En una clara separación del discurso del Gobierno, señaló: “Esto no va de perdón ni de convivencia, va de reparar una injusticia”. No faltaron las alusiones de los independentistas a la demanda de un referéndum de autodeterminación. Rufián fue, como suele, el más expresivo: “Hace cuatro años, una medida como esta era imposible. Ay, amigo, ¿qué pasará de aquí a cuatro años?”.
La propuesta aún pasará otro debate general si, como parece probable, PP y Vox presentan enmiendas a la totalidad. Los socialistas prevén arbitrar para ello el mes de enero, inhábil a efectos oficiales. A continuación el texto pasaría a ponencia, donde se discutirá artículo por artículo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.