Sánchez se toma su tiempo para cerrar un Gobierno fuerte y “político” para una legislatura muy complicada
La Moncloa prevé dejar los cambios para el lunes. Varios dirigentes creen que el núcleo duro seguirá
Pedro Sánchez y su núcleo duro llevan cuatro meses concentrados casi en exclusiva en sacar adelante la investidura más complicada desde que España recuperó la democracia. El presidente ha logrado revalidar su mandato para otros cuatro años con un complejo acuerdo con otros siete partidos, además del PSOE (Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG y CC), que estuvo en el aire hasta el final y que ha concentrado todas las energías del presidente, su equipo más estrecho en La Moncloa y sus principales negociadores: Félix Bolaños, Santos Cerdán y María Jesús Montero. Por eso, y aunque muchos pensaban que el nuevo Gobierno estaría completamente cerrado en cuanto se votara la investidura, Pedro Sánchez ha decidido tomarse un tiempo más para cuadrar algunas cosas durante el fin de semana y presentar su nuevo Ejecutivo el lunes.
Fuentes de La Moncloa señalan que será un Gobierno “político” y fuerte para enfrentarse a una legislatura muy difícil. Sin embargo, insisten en que, a pesar de la complejidad de la nueva mayoría, en la que el PSOE necesita prácticamente a casi todos los grupos en cada votación ―porque la oposición cuenta con 171 escaños, casi 20 más que en la anterior legislatura― no creen que los próximos cuatro años vayan a ser más difíciles que los anteriores. No hay que olvidar que, nada más empezar, Sánchez tuvo que hacer frente a una pandemia que encerró a los ciudadanos en casa durante tres meses y provocó un descomunal hundimiento de la economía, algo que difícilmente se repetirá. Al contrario, esta vez las previsiones económicas son buenas, al menos de momento.
Lo que sí se da por descontado es que en esta legislatura habrá que hacer mucha política, con una agenda territorial que será decisiva, con hasta cinco mesas de negociación diferentes pactadas con ERC, con Junts y con el PNV, para hablar de transferencias y de infraestructuras; pero también del encaje político de Cataluña y el País Vasco, de la posibilidad de reformas estatutarias y de “interpretar la Constitución con arreglo al espíritu del tiempo vigente”, tal como dijo Sánchez en la investidura.
Sánchez gestiona la configuración de su nuevo Gobierno con total hermetismo, como siempre, y con una absoluta libertad. El líder del PSOE no necesita hacer equilibrios entre sus barones regionales, como era habitual en otras épocas, tanto entre los socialistas como en el PP, porque tiene un poder mucho mayor que el de otros secretarios generales y así puede diseñar el Gobierno que quiera. Es habitual que haya ministros de varios territorios, y el PSC, por ejemplo, tiene especial fuerza. Y más después del extraordinario resultado que han obtenido los socialistas en Cataluña, una plaza clave para que Sánchez siga en La Moncloa, pero el líder tiene manos libres.
El PSC quiere mantener su cuota de dos ministros —ahora tiene a Miquel Iceta, que dejará Cultura porque será para Sumar, y Raquel Sánchez (Transportes)—. Dos nombres de los que se hablan son Núria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), que renunció a la ejecutiva federal del PSOE tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña en 2017, y Núria Marín, alcaldesa de L’Hospitalet de Llobregat. Ya en la última remodelación, Sánchez buscó perfiles que pudieran servir como relevos de los liderazgos regionales, donde ya hay una generación de barones veteranos que además en muchos casos han perdido el poder en las últimas autonómicas. Esa tendencia debería consolidarse en este nuevo Gobierno.
Pero las decisiones más importantes siempre son las que afectan al corazón del Ejecutivo, es decir, al núcleo duro del presidente y los llamados “ministerios de Estado”, los que nunca reclamó Unidas Podemos y tampoco lo hace ahora Sumar y que siempre van a estar en manos del PSOE: Economía, Hacienda, Exteriores, Justicia, Interior y Defensa. Y ahí se esperan pocos cambios, aunque podría haber sorpresas. La gran novedad se producirá en Economía, pero no parece que este lunes, sino más adelante. Distintas fuentes coinciden en que lo más probable es que Nadia Calviño siga como vicepresidenta económica, pero durante un tiempo muy breve. El 8 de diciembre está previsto que se vote la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y ella tiene muchas posibilidades de lograrla, después de que el canciller alemán Olaf Scholz garantizara a Pedro Sánchez en una reunión en Málaga la semana pasada el apoyo de su país a la candidata española. Si gana, Calviño tendrá que dejar la vicepresidencia económica, y Sánchez tendrá que hacer una nueva remodelación que, según diversas fuentes, ya tiene pensada, aunque aún no se hará pública.
Una pieza clave para un Gobierno tan presidencialista como el de Sánchez, donde el poder se acumula en La Moncloa, es si Félix Bolaños se moverá finalmente al ministerio de Justicia. Bolaños, actual ministro de Presidencia y principal negociador del presidente, es el hombre por el que pasa casi todo, desde la agenda del Consejo de Ministros a todas las negociaciones de las leyes con los grupos. El cambio tendría sentido porque Bolaños es jurista y principal artífice de la ley de amnistía, pero sobre todo tiene un peso político muy destacado y es, desde hace años, una persona de absoluta confianza del líder. Su perfil es ideal para enfrentarse a un asunto central de la legislatura: la justicia, la aplicación de la ley de amnistía y la tensión que está generando en importantes sectores judiciales conservadores.
Sin embargo, Bolaños también es fundamental en La Moncloa, así que no es seguro que ese movimiento se consolide. Ascendió tras la salida de Carmen Calvo e Iván Redondo en julio de 2021, cuando también asumió Óscar López como nuevo jefe de Gabinete. Desde entonces, La Moncloa ha funcionado mucho más compactada, sin que se hayan hecho públicas discrepancias internas entre sectores, y también más coordinada con el PSOE, que en su día tuvo tensiones fuertes con el equipo del presidente, dirigido por un hombre ajeno al partido como Redondo. Por eso, ahora no se esperan grandes cambios en el núcleo duro como los de 2021, pese a que algunos dirigentes apostaban por López como ministro.
En todos los demás ministerios de Estado no hay ambiente de muchos cambios, aunque el líder del PSOE es especialista en sorpresas. La única duda es si María Jesús Montero, ministra de Hacienda, que además es la número dos del PSOE, subiría de rango con una vicepresidencia, conservando el ministerio. Todo apunta a que también continuarán sin cambios Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska. La ministra de Defensa ha sido durante la legislatura pasada una de las integrantes del gabinete de Sánchez mejor valoradas al frente del Ejército durante la pandemia y en crisis como las de los incendios forestales e inundaciones. Su imagen transversal genera simpatía entre el electorado moderado, en un contexto marcado por la guerra de Ucrania. Eso la ha convertido además en uno de los pocos miembros del Gobierno que se ha salvado de las críticas de la derecha.
Lo mismo sucede con el responsable de Interior, al que Sánchez también mantiene, como a Robles, desde 2018, pese a ser una de las dianas de la oposición. “Tenemos un extraordinario ministro del Interior en la persona de Fernando Grande-Marlaska”, lo defendió el presidente en el debate de investidura. Las fuentes consultadas creen que sustituirlo ahora, en medio de las protestas contra la amnistía, daría un mal mensaje. Luis Planas, ministro de Agricultura, también es considerado uno de los ministros más sólidos del Ejecutivo tras haber capeado las crisis sucesivas en el campo por la sequía y la inflación.
El PSOE va a recuperar casi con seguridad Igualdad, liderado en el anterior Gabinete por Irene Montero, quien no estuvo en las listas de Sumar y tampoco estará en el Ejecutivo después de las tensiones internas por la ley del solo sí es sí. Ahí suenan varios nombres, pero son todo especulaciones. Además, la percepción en el PSOE es que algún expresidente autonómico de los damnificados por el desastre electoral del 28-M podría ser nombrado ministro. Los dos que tienen más posibilidades son el extremeño Guillermo Fernández Vara, que suena como responsable de Política Territorial, el tema que dirige en el PSOE, y el valenciano Ximo Puig. Aunque Sánchez también tiene que buscar otros equilibrios e incorporar a mujeres, un asunto prioritario para el presidente. En cualquier caso, dado el nivel de opacidad de Sánchez en este tipo de decisiones, es posible que todas las especulaciones fallen y haya sorpresas importantes.
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