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El exjuez que investigó el ‘caso Cursach’: “Tengo miedo. Si aparezco muerto, que se investigue”

Acaba el juicio que ha sentado en el banquillo al juez, el fiscal y cuatro agentes de la Policía Nacional que se enfrentan a más de 500 años de cárcel por presuntas irregularidades durante la instrucción de la causa contra el empresario del ocio nocturno

El juez Manuel Penalva (en el centro) y el fiscal Miguel Ángel Subirán (derecha), a su llegada a un juicio contra los investigados del caso Cursach, este viernes.
El juez Manuel Penalva (en el centro) y el fiscal Miguel Ángel Subirán (derecha), a su llegada a un juicio contra los investigados del caso Cursach, este viernes.Isaac Buj (Europa Press)
Lucía Bohórquez

“Fallé a las víctimas, a las auténticas víctimas que todos los que están aquí hemos visto sufrir, sufrir casi hasta acabar con sus vidas”. El exjuez Manuel Penalva ha utilizado durante media hora el turno de última palabra durante la sesión final del juicio que, desde el pasado mes de junio, le ha sentado en el banquillo junto al exfiscal Miguel Ángel Subirán y cuatro agentes del grupo de blanqueo de la Policía Nacional de Baleares. Los seis funcionarios se enfrentan a una petición de más de 500 años de cárcel por parte de la fiscalía, que les acusa de presuntos delitos de revelación de secretos, detención ilegal, obstrucción a la justicia y prevaricación judicial presuntamente cometidos durante la instrucción del llamado caso Cursach, que procesó al mayor empresario del ocio nocturno de Baleares, Bartolomé Tolo Cursach.

En la tarde del viernes se ha celebrado el turno de última palabra, que los acusados han utilizado para dirigirse al tribunal. El primero en hacer uso de su derecho ha sido Penalva, que durante más de treinta minutos se ha dirigido a los magistrados de la sala civil y penal del Tribunal Superior de Justicia de Baleares que tendrán que dictar sentencia. Penalva ha contado las consecuencias que ha padecido después de la instrucción del proceso, las querellas que ha recibido y que, ha aclarado, han sido siempre inadmitidas e incluso la información de que querían atentar contra su vida y la del fiscal. “Estoy condenado a vivir con este miedo, seguramente lo que me quede. Ahora sí, si algún día aparezco muerto por ahí no me he suicidado, por favor que se investigue”, ha dicho Penalva, quien ha reconocido que lleva un arma y que ha tenido que tomar medidas de autoprotección por el temor que padece.

Penalva ha explicado que desde hace seis años ha soportado callado y en silencio injurias, calumnias, descalificaciones y una persecución mediática importante. “Se han dicho de mí cosas como mentiroso, inventor de pruebas, manipulador de testigos, delincuente y recientemente saco de mierda”, ha relatado el acusado, para quien lo más doloroso es que su entorno cercano pueda pensar que les ha fallado. “Jamás pensé que me tendría que alegrar de la muerte de mi padre”, ha lamentado.

El exjuez ha señalado que la causa se instruyó con “intereses” de muchos actores de por medio, pero “lo peor” fue el “hostigamiento permanente” contra los testigos. Fue en ese contexto, ha explicado, cuando agredieron a una de las testigos del caso y él le mandó una serie de mensajes en los que descalificaba a los investigados y con los que ha reconocido, a tenor de las consecuencias, se equivocó. “Fallé a las víctimas y eso lo tengo clavado. Por mi torpeza me apartaron del procedimiento y la cosa ha terminado como todos sabemos”, ha subrayado.

Para Penalva, el proceso que le ha llevado al banquillo ha sido una causa “de perdedores” en la que todos los participantes han tenido una cuota de culpa. “No es verdad que el juzgado sea una sala medieval de torturas. Hubo muchas actuaciones de las partes que fueron absolutamente inaceptables”, ha señalado, insistiendo en que es “absolutamente falso” que se coaccionara a nadie. Ha cerrado su intervención citando a Winston Churchill: “Esto no es el final, ni siquiera el principio del final, pero quizás sea el final del principio. A ustedes les solicito que sea ya el final”.

Después ha sido el turno del exfiscal Miguel Ángel Subirán, quien ha comenzado su intervención reprochando la ausencia en la sala del fiscal Tomás Herranz, que reclama para él alrededor de 120 años de prisión y que se ha ausentado de la vista alegando que tenía un vuelo este mediodía. “Tenemos un fiscal que no quiere dar la cara y se mete debajo de la mesa. ¿Dónde está este señor? ¿Dónde estaba ayer? No tenía nada más importante que hacer con esos 120 años que nos reclama y que nos han destrozado el alma, personal, humana y familiarmente”, ha proclamado, insistiendo en que el titular del Ministerio Público tenía la obligación de escucharlos durante el turno de última palabra.

El exfiscal ha recordado que el proceso que puede llevarles a la cárcel les ha conducido a una jubilación definitiva y han quedado “tocados del ala”. “Tengo estrés postraumático crónico, agudo e irreversible, una gotera mental profunda. Conciliar el sueño es insoportable”, ha relatado emocionado, denunciado el hostigamiento que tanto él como sus familiares padecieron por parte del entorno de los investigados. En ese momento, Subirán también ha advertido, como previamente Penalva, de que si algún día alguien dice que se ha tirado por la ventana “es mentira”. “Me habrán tirado por la ventana. Por ahí hay dos desalmados pagados, que es lo que llaman sicarios, a los que nosotros tenemos un miedo permanente, total y absoluto. Yo no he vuelto a dormir solo en casa”, ha señalado.

Durante más de media hora, Subirán ha defendido su trabajo al frente del caso y ha reprochado a su excompañero de la fiscalía, Juan Carrau, que ocultase su presencia en algunas de las diligencias, de las que ha negado irregularidades. “Me han jodido, me han destruido. Pero se acabó ir con la cabeza agachada, comenzaré a llevarla alta. Delitos, ninguno, irregularidades, ninguna”, ha concluido en su intervención. Los cuatro agentes del grupo de la Policía Nacional también han hecho uso de su turno de última palabra, para agradecer la paciencia del tribunal y defender el trabajo que realizaron durante la investigación. El juicio ha quedado visto para sentencia.

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Sobre la firma

Lucía Bohórquez
Colaboradora de EL PAÍS en las Islas Baleares. Periodista de la Cadena SER en Mallorca desde el año 2008, donde se ha especializado en temas de tribunales. Estudió Periodismo en la Universidad del País Vasco.

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