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Canelles, el embalse más grande y seco del Pirineo, se queda sin turismo

El pantano registra los valores de llenado más bajos de los últimos 20 años, apenas al 14% de su capacidad, cuando lo habitual en estas fechas es encontrarlo a más del 60%

Desde la izquierda, el embalse de Canelles fotografiado el 9 de julio de 2022 y la misma zona, el 9 de julio de 2023.
Desde la izquierda, el embalse de Canelles fotografiado el 9 de julio de 2022 y la misma zona, el 9 de julio de 2023.UE/ Copernicus Sentinel-2

Canelles no ha cerrado por vacaciones, pero cualquier día lo hará por la sequía. Desde hace cinco años, este embalse —el más grande del Pirineo y el segundo más importante de la cuenca del Ebro, con 679 hectómetros cúbicos— almacena cada vez menos agua. Situado entre Aragón y Cataluña, entre las provincias de Huesca y Lleida, es el río Noguera-Ribagorzana el que lo nutre y marca frontera líquida y ahora escasa. El embalse registra los valores de llenado más bajos de los últimos 20 años, apenas al 14% de su capacidad, cuando lo habitual en estas fechas es encontrarlo a más del 60%, según datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). La cuenca entera está en alerta declarada por la escasez y con usos restringidos al abastecimiento primero y después, al caudal ecológico, el regadío y la industria, pero sin opción para las actividades lúdicas o la navegación.

Si sacas el kayak te toca el suelo”, expone uno de los afectados. Y es que, como consecuencia de esta sequía, ya nada es lo mismo en este paraje rodeado de montañas. Siete empresas de actividades turísticas acuáticas operaban en esta zona de la frontera Aragón-Cataluña y ninguna ha podido abrir este verano. Joan Pascual es el propietario de una de ellas, Montrebei Explora, con más de 30 kayaks para el alquiler de actividades, y concesionario de los viajes en catamarán del Ayuntamiento de Viacamp y Litera. Sin embargo, ha tenido que cambiar de sector y se dedica al mantenimiento de calderas porque no ha podido abrir. “Ya el año pasado acabamos con dificultades, terminando a finales de agosto como pudimos, pero este verano no se ha podido ni empezar”, relata. Un año normal, de lluvias y deshielo, comenzaban su actividad 15 días antes de la Semana Santa porque “se hacía el rodaje de las embarcaciones y en Pascua había ya un pico fuerte de trabajo”. Luego venían abril y mayo para preparar el verano que “estaba repleto de actividades acuáticas muy solicitadas hasta que empezaban los colegios, incluso alargábamos los fines de semana hasta el puente de Todos los Santos”. Ahora, nada es ni parecido: “todo ha quedado reducido a cero”. Las embarcaciones, cuenta, están encerradas en el almacén, sus trabajadores, buscándose la vida por donde pueden y su empresa, congelada, esperando tiempos mejores.

“Harían falta hasta tres años, con pluviometría y deshielo habitual, para volver a llenar el embalse”, pronostica Pascual. Hoy, “con estos calores y la evaporación, el embalse cada día pierde más agua”, expone el alcalde de Viacamp Litera, Jorge Piqué, a cuyo término municipal pertenece este pantano. Y lo cierto es que las últimas lluvias, según la CHE, no han servido para aliviar la situación de sequía en esta cuenca que ha seguido en situación de emergencia, mientras otras ya la han superado. Así aparece en el último informe, el del 5 de julio, sobre la situación de la sequía de la Confederación. Textualmente, puede leerse que “los usos recreativos dependientes de embalses afrontan una campaña muy problemática y con mucha inquietud, incluyendo la suspensión de actividades”.

Este alcalde lo lamenta porque “era un buen paquete turístico”. Y lo confirma Pascual, el encargado de la concesión de los catamaranes. “Venían a hacer senderismo o a recorrer las pasarelas de Montfalcó, pero con el calor también lo completaban con actividades acuáticas”. Pascual explica que durante otros veranos se han podido contar en el embalse hasta 300 kayaks de las siete empresas que operaban en la zona. “Más de 200 de plazas dobles, lo que podía sumar hasta 800 o 900 personas en un solo día”, rememora.

“Soy la primera sorprendida cuando veo lo flojos que están los fines de semana”, cuenta Rosa, desde la oficina de Turismo. Esta trabajadora lleva siete años contando los atractivos del Congosto de Montrebei, las pasarelas de Montfalcó y las múltiples posibilidades del embalse. Y, ahora, “salvo en mayo que esto fue invadido por los franceses en vacaciones, está muy flojo”. Los datos, todavía prematuros a estas alturas del verano, ya lo apuntan. Nada bueno bajo el sol.

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De las 407 personas que pasaron por la oficina el mes de junio del 2022, este año han sido 286 y también se ha reducido el porcentaje de extranjeros del 30% al 17%. Pero, eran julio y agosto los meses más fuertes, indica. “Te llamaban los del parking de la Marieta, en la parte catalana, porque llenaban sus 150 plazas, preguntando si aquí había sitio, y ahora no llaman ningún día”.

Un hombre pesca en una barca en el embalse de Canelles.
Un hombre pesca en una barca en el embalse de Canelles. Veronica Lacasa

La falta de agua y la sequía que provoca acaban convirtiéndose en un círculo vicioso. El alcalde habla de la primavera seca, de las cosechas ridículas y de lo que supone el cierre de las empresas de turismo acuático. “Tener estas empresas en el embalse era tener a sus trabajadores en la zona, y todo suponía ingresos importantes para el pueblo”, afirma.

Los usos del agua, cuando está escasa, competen entre sí. Lo primero, el abastecimiento. De Canelles beben ciudades como Lérida y parte de la provincia de Huesca, y eso es lo prioritario. Después le llega a los regantes para uso agrícola, pero todo en proporción a lo que hay. Ya en mayo, la CHE acordó con los usuarios una reducción en los riegos y eso se nota en los cultivos y se notará ahora en las cosechas. “Podemos disponer de menos de la mitad del agua habitual, así que ha habido que reducir la siembra en la misma proporción y no podremos llegar al final de la campaña, que solía llegar hasta el Pilar”, cuenta Alberto Gracia, miembro de la Junta del Canal de Aragón y Cataluña. “Habrá que terminarla a mitad de septiembre, que es lo mínimo para evitar daño a los cultivos de frutal y cereales”.

En Viacamp hay un pequeño restaurante y el albergue de Montfalcó y, aunque siguen recibiendo visitantes por el impresionante entorno natural, lo cierto es que “antes había muchos más”. El edil Piqué lo cuenta con impotencia y el empresario también con enfado porque “nadie nos ha llamado para ayudarnos, nos hemos quedado desamparados, nos han dejado vendidos y sin poder aguantar sin ningún tipo de ingreso”, denuncia y asegura hablar también por los que considera “compañeros y no solo competencia”.


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