García-Page: “El PP elevó la tensión política hasta límites insospechados. A mí me han espiado”
El presidente de Castilla-La Mancha cree que “el PSOE y el PP están jugando, con su dialéctica frentista, a que no haya centro político”
Emiliano García-Page (Toledo, 54 años) venció el domingo en Castilla-La Mancha con más votos (483.500) y más porcentaje (45,06%) que cuando logró una holgada mayoría absoluta en las elecciones de 2019. Sin embargo, el escrutinio y reparto de escaños de la noche del domingo amenazó seriamente su continuidad, garantizada de madrugada por la mínima (17 escaños del PSOE frente a los 16 que sumaron los 12 del PP y los 4 de Vox). García Page, muy crítico con algunas políticas de Pedro Sánchez, es un verso suelto dentro del PSOE. Ahora se ha convertido en el barón socialista con más poder institucional.
Pregunta. ¿Llegó a dar por perdido el Gobierno en algún momento de la noche?
Respuesta. Lo paradójico con la ley tramposa que dejó [María Dolores de] Cospedal [expresidenta de Castilla-La Mancha entre 2011 y 2015] es que puedes subir en votos, sacar prácticamente la mitad del voto de todo el electorado y, sin embargo, quedarte fuera del Gobierno. Hubo un momento, efectivamente, en el que lo veíamos complicado. Era increíble porque estábamos subiendo en votos y en porcentaje. Es evidente que es una ley que se planteó para ganar siempre el PP, aunque lo que ha conseguido es que ganemos nosotros.
P. Sostiene que los resultados del 28-M son un mensaje de los electores enviado a Pedro Sánchez, pero entregado a alcaldes y presidentes autonómicos socialistas que han perdido el poder. Pero en su caso eso no ha ocurrido así, sino todo lo contrario porque ha mejorado los resultados de hace cuatro años, que ya eran buenísimos…
R. Pero es un hecho puntual y no anula una teoría básica. Yo creo que hemos tenido en España varias olas, tanto el PSOE como el PP. Por tanto, no lo personalizo en Pedro Sánchez. Lo que digo es que cuando se caldea mucho el ambiente a nivel nacional influye por completo la temperatura media en todas las regiones. Tuvimos una ola en el [año] 95, la época de Luis Roldán, con una crisis económica también aguda y mucho paro. Una segunda ola en el 11, con la crisis económica en la que estábamos, con muchísimos más parados que ahora. Estos días se van a conocer unas cifras récord de reducción del paro. La economía no es ni mucho menos la que quisiéramos, pero desde luego no tiene ni mucho menos el riesgo de quiebra o de recesión que algunos aventuraban. Al contrario, incluso funciona mejor que la media europea. En realidad, la gente tiene una perspectiva económica de que las cosas van a ir a mejor muy por encima de lo que pasó en las otras dos oleadas.
P. Pero esta ola parece la más extraña de todas porque hay menos paro que nunca en los últimos 20 años y, sin embargo…
R. Es, a mi juicio, la ola que menos se preveía hace unos meses en el ámbito local y regional. ¿Por qué? Porque los alcaldes, cuando hablas con ellos o con los presidentes autonómicos, te dicen: “Es que estamos abriendo empresas, es que la gente está encontrando empleo, es que los comercios funcionan, las terrazas están llenas…”. Simple y llanamente había confianza en que, viendo bien el panorama económico, la gente separaría unas elecciones de otras. Y no ha pasado porque hay una enorme sobredosis de tensión política. Además, a eso ha jugado siempre el Partido Popular. No sé si saben estar en otro estado natural que eso. Siempre que el PP ha querido ir a por La Moncloa, carga la tensión todo lo que puede. Si a la situación de tensión máxima política que se vive, si a esa sensación se le uniera la de crisis económica y mucho más paro, etcétera, obviamente el golpe hubiera sido todavía mayor. Si además hubiera habido un fenómeno de corrupción… pero este Gobierno puede presentar probablemente la nómina más limpia de cargos imputados de toda la democracia. Es triste que de la corrupción solo se hable cuando sale y no para poner en valor cuando no está. Con tantos antecedentes, tendría que valorarse la limpieza del Gobierno. No me consta ningún ministro, ningún secretario de Estado, ningún director general que esté afectado por una causa penal cuando se viene todavía hablando de exministros de otros gobiernos imputados o procesados.
P. El PP convirtió a ETA en el eje de su campaña a raíz de la presentación en las listas de Bildu de candidatos condenados por terrorismo. Usted mismo fue víctima de esa estrategia electoral porque el PP sacó una camioneta de propaganda que circuló por distintos pueblos de Castilla-La Mancha con una foto suya junto al coordinador general de EH-Bildu Arnaldo Otegi. ¿Qué le pareció?
R. El PP busca excitar las entrañas, las pasiones más bajas. Hay una herida todavía en carne viva y eso a muchísima gente le irrita y le da más prioridad que a cualquier cosa. Una cosa es celebrar que los exetarras o la derivada política de ETA participen en la política, que yo también lo celebro y me parece bien. Y otra cosa es estar de acuerdo con lo que dicen o lo que hacen y lo que representan. Quizás no es el momento de decirlo, pero yo lo he llevado mal, muy mal, porque la verdad es que a veces parecemos unas hermanitas de la caridad, ¿no? Cuando se celebra un éxito que es colectivo, como fue el fin de ETA, no recuerdo ni un acto solemne de celebración. Estaba gobernando el PSOE en España y en el País Vasco y prácticamente despachamos el asunto con una rueda de prensa o un comentario en los pasillos del Congreso. Algo tan importante como eso había que haberlo solemnizado. Había que haber dejado claro que fue una victoria. Muchas veces he pensado qué habría hecho Aznar o Alianza Popular si el fin de ETA hubiera llegado con ellos gobernando. Por supuesto, nos hubieran metido a todos los socialistas en las filas de Bildu. Sé que la dirección nacional del PP avalaba la campaña sucia que me han hecho, incluso en temas muy personales. A mí, obviamente, me ofendía. Lo que pasa es que no me conocen. Yo tengo suficiente fuerza, y la que no tenía, la ensayé y practiqué cuando me tocó hacer la oposición a Cospedal, cuando sufrí todavía muchos más ataques y más sucios. Todavía está por verse algún episodio que no tardará en aflorar y que tiene que ver con el trabajo de Cospedal. A mí me hubieran ofendido y me hubieran hecho más daño si me hubieran puesto en una foto con Cospedal. El camión no me ha hecho mucho daño personal; aquí nadie se lo cree. Es al revés. Yo creo que les ha quitado votos a ellos. Yo encima fui un objetivo directo de ETA durante una época muy dura. Y me dolía por mis hijos y por mi entorno, que lo llevaban con pesar. En lo personal, yo creo que han intentado desmoralizar, lo que pasa es que conmigo no tienen nada que hacer en ese terreno. La gente que no tiene moral no puede dañar la mía.
Pregunta. ¿Es la primera vez que usted sufre este tipo de ataques?
Respuesta. No, no, no, qué va. En pleno covid, cuando estábamos pidiendo, yo como presidente, que la gente se pusiera mascarillas, el PP sacó una foto de encapuchados de ETA diciendo: estas son las mascarillas de Page. Estamos hablando de la número dos del PP. Aquí siempre han practicado una política muy salvaje desde el punto de vista de las formas y desde el punto de vista de los ataques. Y sin límite ninguno. Me ha ido dejando poso, sobre todo a partir de la época de Cospedal, que consiguió sacar la bilis. Parecía que en el kit de campaña de un candidato del PP iba un depósito de cianuro. Elevó el listón de la violencia política hasta límites insospechados. A mí me han espiado y han espiado a mis hijos, si es que se dice pronto. Llegó un momento en Castilla-La Mancha que yo no podía leer ningún periódico, ni el horóscopo del periódico, porque desde los pies de foto hasta los créditos de dirección eran insultos a Page. Pero todos, cuando digo todos es todos. Alucinante. Yo sí que creo que le he hecho un favor al PP y de paso a España, que es sacar de la política a Cospedal. Bueno, yo y las primarias suyas, porque realmente hubiera sido un problema. A mí cuando me dicen qué opinan ustedes de Feijóo, pues como mi elemento de comparación más inmediato es Cospedal, pues sale ganando Feijóo y mucho.
P. ¿Por qué dice que lo han espiado?
R. Durante un tiempo sospeché que me hacían seguimientos con cámaras. Incluso cuando llevaba a mis hijos, que entonces eran menores, al colegio.
P. ¿Puede acordar el Gobierno con Bildu la ley de vivienda, la de Memoria Histórica o el decreto de medidas anticrisis?
R. Todo lo que no toque a la soberanía nacional o a cesiones democráticas tiene una lectura mucho mejor. Tengan en cuenta que si el voto de Bildu no va a ayudar a Sánchez, es que está ayudando por acción o por omisión a Feijóo. El voto no es neutral, no es incoloro, e incluso no expresándose, no votando. Y a partir de ahí, lo que algunos plantean desde el PP es que el PSOE no hable nada con Bildu. Claro. Lo que quiere decir es que esos votos automáticamente van a ayudar a la mayoría de derechas por omisión. Por tanto, eso resulta cínico o hay un planteamiento de entendimiento entre las grandes fuerzas políticas para excluir de cualquier conversación a Bildu, que desde luego sí que tendría que existir a los efectos de los temas de soberanía y de los valores democráticos. Lo demás, seguramente hay que esperar a que pase más tiempo, pero desde luego una cosa es dejar de votar por Bildu y otra cosa muy diferente es presumir de tenerlos en el bloque de investidura. Yo he escuchado cosas que no me han gustado, sinceramente. Decir y defender que seguiremos en alianza con Bildu, creo que es lo más contraindicado en campaña y no hubiera pasado nada en campaña por haber dicho no solo que Bildu se equivocó, sino que eso para nosotros es inaceptable. No hubiera pasado nada.
P. Lo dijo Sánchez en Vitoria a los dos días…
R. No hubiera pasado absolutamente nada. Porque no es bueno para la convivencia, por mucho que lo quieran vestir de amnesia o de que hay que perdonar. Por una lógica elemental, si nosotros descubrimos en una lista de otros partidos a un asesino, pero un asesino no de naturaleza terrorista, o a un ladrón, un defraudador, un violador, lo hubiéramos frito en la campaña por tener a quienes ya han sido asesinos. Es que me parece en sí mismo inmoral. Tienen derecho a votar y a presentarse. De acuerdo. Pero nosotros no tenemos que opinar que eso está bien.
P. La presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso acusó a Sánchez el 26 de mayo de intentar perpetrar un pucherazo electoral. Y el martes, Ayuso dijo que se han convocado elecciones generales en julio para que falten interventores y apoderados y así, a las bravas, cambiar las cosas. ¿Le parece aceptable?
R. Me parece una barbaridad. El sistema electoral español es muy fiable, y además lo viene siendo desde el comienzo, porque podía haber habido un momento de grave error al ser novatos en la democracia al principio. No, no lo veo, no. No lo veo. Me parecen una barbaridad ese tipo de comentarios.
P. ¿No ve ningún problema en que las elecciones sean el 23 de julio?
R. Es una fecha muy impertinente y muy incómoda para todo el mundo, pero también para el que se presenta, lógicamente. Creo que cualquier fecha a partir del 23 de julio también sería incómoda, porque yo creo que prima más la necesidad de aclarar el mapa nacional. Lo que quedaba de aquí a diciembre iba a ser una barbacoa enorme. Y esto no puede ser porque no es bueno para el país y ni siquiera ya era bueno para gestionar con normalidad la presidencia de la Unión Europea. Porque no se puede tener el patio tan revuelto cuando realmente se trata de ofrecer una imagen de país. Después de esta dana del domingo pasado, es evidente que el presidente dice que es una ola que evidentemente no iba a amainar. El convencimiento que tiene él y que tengo yo también, no iba a amainar. Al contrario, la ola podía degenerar en un tsunami más ancho. No siendo una decisión cómoda y no creo que estuviera prevista muy de antemano, creo que es la única que quedaba posible.
P. ¿Qué le parece la gestión del Gobierno de coalición?
R. Desigual… por dos lados. Desigual en cuanto a la responsabilidad de unos y de otros. El PSOE ha empujado el carro y, excluiría a la vicepresidenta Yolanda Díaz, los demás no empujaban, iban en el carro pero eran carga, que no es lo mismo tirar del carro que ir subido el carro. Y en segundo lugar desigual porque yo creo que las políticas sociales son, en su inmensa mayor parte, más que defendibles, con avances importantes. Y, sin embargo, creo que hemos pagado cara la servidumbre de los apoyos territoriales, no solo del independentismo. Es evidente que, independientemente de que puedan participar en política, no pueden ser los que decidan por el resto de los españoles. Y hemos dado en más de una ocasión esa imagen, sí, quizá forzada, porque en esa situación no había ya mucho más margen de maniobra. Yo nunca creí que fuera posible un entendimiento, una coalición de fondo PSOE-PP. No soy partidario de eso. Además, creo que tiene que haber dos modelos distintos: el PSOE y el PP. La parte que más nos ha contaminado son los debates que a veces ha provocado Podemos, que son de un egoísmo impresionante. Y luego el hecho de que se ha presumido abiertamente y con naturalidad de pactos en vez de decir que no había más remedio; se ha presumido como si fuera positivo. Y cuando una cosa no te queda más remedio que hacerla, la gente agradece que se hable así de claro. No le puedes vender a la gente peras por manzanas.
P. El PSOE no ha sido una opción para los casi dos millones de votantes de Ciudadanos que se han ido al PP y, sin embargo, usted consiguió aquí en Castilla-La Mancha fichar a gente que procedía de Ciudadanos. ¿El PSOE ha renunciado al centro?
R. Bueno, yo creo que ambos partidos, el nuestro y el PP, en esa dialéctica frentista, no es que hayan renunciado a ganar el centro, es que están jugando a que no lo haya, a que no haya centros. Me parece un error. El centro se va a terminar quedando en el punto de sacar la pelota en el campo de fútbol. Eso va a ser el centro en España como sigamos así. Y me parece que no se corresponde con la radiografía real de la gente. Tenemos sociedades poliédricas. Hay gente que coincide conmigo cuando hago un análisis fiscal o cuando, por ejemplo, hablo del medio ambiente y gente que, sin embargo, no coincide conmigo cuando hago un planteamiento de convivencia religiosa o de tradición. Y el que no entienda que la gente es más poliédrica es que no está entendiendo la realidad. Eso yo no sé si lo llamaría centro, lo que yo diría es que hay muchísima gente que está en un voto dinámico. No es un voto estático, es que puede cambiarlo permanentemente.
P. Si el PSOE pierde el Gobierno en las próximas elecciones del 23 de julio, ¿Pedro Sánchez debe dimitir como secretario general?
R. Puedo decírselo con un monosílabo, pero solo el día 24 de julio.
P. ¿Por qué esa prevención?
R. Pues porque cuando se está en campaña electoral no se puede hacer nada que dé por hecho una derrota.
P. ¿Aspira a suceder a Pedro Sánchez como secretario general?
R. De ninguna manera. No.
P. Si tuviera que aconsejar a Sánchez sobre el tipo de campaña que hacer en las elecciones generales, ¿qué le diría?
R. No soy quién para dar consejos a nadie, cada maestrillo tiene su librillo. Pero la primera norma que tendría es no hacer nunca un ataque de tipo personal ofensivo. Las calificaciones personales son muy rechazadas por la opinión pública. Y en segundo lugar, haría una campaña en positivo poniendo en valor todas las cosas que están funcionando bien, sobre todo en el ámbito social, en el ámbito económico, cosas que podrían estar en riesgo si gana la alternativa. Hay muchas cosas que a lo mejor la gente no las tiene en la cabeza, que las da por consolidadas como irreversibles, pero que realmente están en riesgo, desde legislaciones laborales hasta políticas sociales de primer orden o legislaciones de derechos. En la urna tienes que defender lo que has hecho. Creo que le convendría cambiar el eslogan este de “vota lo que piensas”. Porque es dar por hecho que sabemos lo que piensa la gente. Aunque el domingo ha quedado bastante claro. Creo que hay que acudir al alma social del Gobierno. La gente lo que quiere saber es si gobernando uno va a ponerse más en riesgo la sanidad pública, la educación pública, las pensiones. Para que la gente no tenga que votar con las entrañas tienes que dirigirte al corazón, a la cabeza y a su bolsillo, porque la gente tiene que votar lo que le conviene. No es que se trate de defender al PSOE frente a la extrema derecha; las políticas que hacemos es lo que hay que defender.
P. Sánchez ha denunciado que los medios dominados por la derecha en España construyen relatos falsos y airean barbaridades contra el PSOE que impiden que esos logros sociales de los que usted habla lleguen a la opinión pública. ¿Esa línea de ataque contra determinados medios de comunicación es aconsejable para esta campaña? ¿Usted ha sufrido el problema que denuncia Sánchez aquí en Castilla-La Mancha?
R. No veo sustanciales diferencias entre el comportamiento de los medios en estas elecciones y el de las anteriores. Yo creo que el único debate que sí tiene un alcance político de fondo es el debate sobre los medios públicos. Televisión Española tiene un comportamiento muy sensato, muy ponderado, muy incluyente, a diferencia de otras épocas, o como tuvimos aquí con la televisión cuando la controlaba Cospedal o Nacho Villa, que era terrorismo informativo, claro, y encima pagado por todos. Pero quitando ese debate que sí tiene alcance político, porque sobre eso influye el voto de la gente, hay determinadas cosas que la gente no va a arreglar con el voto. No le puedes decir a la gente que arregle la composición de los medios privados. Evitaría todo lo que son excusas. No hay que ponerse las vendas antes de ver qué pasa porque creo que hay un margen para que el electorado reaccione. Van a votar entre dos millones y dos millones y medio más de personas que ahora. Seguro que una parte del electorado que a lo mejor está ahora callado o está un poco aturdido, pero que, sin embargo, cuando se trate de defender la sanidad, la educación, los valores sociales, las legislaciones avanzadas de vanguardia, lo va a salir a defender.
P. ¿Le da miedo el futuro en caso de que gobiernen la derecha y la ultraderecha?
R. No le tengo miedo al futuro. Este país ha salido de muchos momentos mucho más duros que el que estamos viviendo ahora. Miren, yo me he encontrado mucha gente en el Partido Popular que conmigo se ha portado de manera inmisericorde y quizá más duros que lo pueda ser Vox. Lo que sucede es que si Vox se pasa cuatro pueblos en su gestión o en sus rupturas, va a movilizar un cambio clarísimamente socialdemócrata. Hay un consenso de base socialdemócrata muy potente y, por tanto, lo que pueden conseguir es lo contrario, una reacción a la vuelta de poco… Es más, si gobernaran el PP y Vox, no les doy un ciclo de más de cuatro años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.