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Sánchez y Díaz, en competición

La candidata de Sumar extiende su proyecto más allá de la izquierda del PSOE

Anabel Díez
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el domingo en un acto del PSC, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el domingo en un acto del PSC, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona).Kike Rincón (Europa Press)

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde Cataluña, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, desde Madrid, coincidieron el domingo en defender la política para hacer y proteger. A ras de suelo. La diferencia entre el primero y la candidata desde el domingo a la jefatura del Ejecutivo por el espacio en el que converja Sumar está en que el líder socialista no puede dejar de pedalear ni un minuto porque todas las acechanzas de la crisis y de la pospandemia siguen presentes. Díaz, en el comienzo oficial de su campaña, puede y quiere recrearse mucho más en el futuro, en la esperanza de un país mejor, aunque su aval sigue siendo su impulso en leyes laborales. En el PP se transmite que uno y otra son lo mismo, incluso que se han puesto de acuerdo para destruir a Podemos. No hay pruebas que avalen esa afirmación, pero sí que ambos convergen en defender “la política útil”, la que se plasma en el Boletín Oficial del Estado. Ambos quieren reeditar el gobierno de coalición. En la presentación de la candidatura de Yolanda Díaz quedó patente que todas las leyes por cuya permanencia teme fueron aprobadas por gobiernos socialistas.

Se ha establecido la convención, basada en pilares consistentes, de que Unidas Podemos y los partidos territoriales que actúan como socios externos del Gobierno son la izquierda de la izquierda del PSOE. Del discurso de la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, se desprende con claridad que no renuncia, en absoluto, a que su proyecto sea atractivo para votantes del PSOE del pasado, del presente y de los que ahora puedan estar en la abstención. El proyecto de Díaz pretende ser de amplio espectro, lo que justifica su afán expansivo y, más por omisión que por acción, lleva consigo la abstracción de la labor del PSOE. “Nuestro país tiene sed de cambio y vamos a estar a la altura de esa demanda”. Esta sentencia no pasó inadvertida en las filas del PSOE, cuyos dirigentes y militantes son muy celosos de los cambios que se han registrado en España, cuya autoría llevan su sello, sobre todo en períodos de cierta calma y alejados de recesiones, pandemias y consecuencias de una guerra como la actual en Ucrania.

Sí están de acuerdo con Díaz en la necesidad de cambio los miles de personas que el domingo la escucharon en el polideportivo Magariños de Madrid, a juzgar por los aplausos y vítores recibidos cuando se apelaba a todo lo que queda por hacer y remover. No hubo concreción, pero tampoco consideraciones que preanuncien propuestas revolucionarias. “Sé de dónde vengo y sé que la política hay que hacerla mirando a los ojos a los trabajadores, a quienes más lo necesitan, pero también mirando a los ojos a los empresarios”.

Diferentes interlocutores de partidos que apoyan a Díaz sí creen que Sumar está más a la izquierda que el PSOE, pero no en todos los ámbitos, aunque sí representa un empuje y una ilusión que puede sacar del abatimiento y la abstención a votantes de la izquierda. Las tradiciones históricas que Díaz citó el domingo para hacerlas suyas y valorarlas pueden ser compartidas por amplios sectores, como algunos apartados de la constitución liberal de Cádiz de 1812; del federalista republicano de principios del siglo XIX de Francisco Pi y Margall y, del mismo siglo, de la ferrolana Concepción Arenal, feminista y pionera del trabajo social. En ese hilo citó a Clara Campoamor, impulsora del voto de las mujeres en España. De ella pasó al asociacionismo cultural de la II República, al cooperativismo, al ecologismo, al feminismo. Nada que no pueda reivindicar un votante de la izquierda, como las menciones a la libertad en voz de Rosalía de Castro o el recuerdo de la dictadura. Pero sin estropear el acto con exceso de dramatismo, sino con referencias de calado cultural como la del escritor gallego Celso Emilio Ferreiro con su definición de las cuatro décadas ominosas como A longa noite de pedra.

Desde L’Hospitalet de Llobregat, Pedro Sánchez no citó a poetas, sino que se extendió “en las políticas que han llevado a España a tener más y mejores empleos, energía más barata y una de las inflaciones más bajas de toda Europa”, además de garantizar las pensiones de hoy y mañana, según defiende. “¿Qué hubiera pasado si con la pandemia, la crisis y la guerra no hubiéramos estado los socialistas?”, se preguntó en alto el líder del PSOE ante cuadros y militantes del PSC, candidatos a las elecciones municipales del 28 de mayo. Orgulloso de cuadrar las cuentas “con paz social”. Para poder competir y, luego, compartir, todo lo que ocurra en el espacio de la izquierda concierne absolutamente al PSOE.

La crisis entre la dirección de Podemos y Díaz es de una gran hondura, pero no menos que la existente entre los primeros y el ala socialista del Gobierno. El único aliciente para superarla es que todas las partes coincidan con la misma intensidad en que la política a favor de la mayoría, lo recordó el domingo Pedro Sánchez, solo es útil si se plasma en el BOE.

No es ajena Díaz a este planteamiento, pero siempre con la apelación esencial de que la política debe llevar consigo buenas dosis de ternura y su fin es lograr la felicidad. Esta aspiración figuró en la Constitución de Cádiz.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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