Ángel Corpa: “Decir que hay la misma censura que con Franco es una estupidez”
El cantautor, voz de ‘Libertad sin ira’, uno de los himnos de la Transición, se presenta a las elecciones del 28-M con la España vaciada
Ángel Corpa, fundador del grupo Jarcha, con el que interpretó algunos de los himnos de la Transición, como Libertad sin ira, ha decidido, a los 70 años, dar el salto a la política para presentarse a las elecciones autonómicas del próximo 28 de mayo por una de las candidaturas de la plataforma de la España Vaciada, Cuenca ahora. Tras cuatro décadas trabajando y viviendo en Andalucía, en 2009 decidió volver a su pueblo, Barajas de Melo, para acompañar a su madre en sus últimos años de vida. La localidad conquense tenía en los cincuenta casi 2.500 habitantes y hoy son menos de mil.
Pregunta. La política atraviesa una crisis de reputación: quienes deberían aportar soluciones aparecen periódicamente señalados en el CIS como uno de los principales problemas del país. ¿Se lo ha pensado bien?
Respuesta. Se ha perdido el sentido común y la búsqueda del bien común ha pasado a un segundo plano porque en muchas ocasiones los políticos están mucho más a buscar su continuidad que a resolver los problemas reales. El lenguaje que emplean, las actitudes... tampoco ayudan a generar un ámbito de sosiego para encarar codo con codo los problemas. Si cada uno tira de un lado, lo rompemos.
P. ¿Y cómo le convencieron? ¿Le costó decir que sí?
R. Aquí querían instalar una macrogranja de cerdos y creamos una asociación de vecinos, pusimos dinero para contratar a un abogado y tratamos de paralizarlo. Entendíamos que la gente se iría, las tierras y las casas se devaluarían, y se seguiría vaciando la España vaciada. Ahí empezó la política. En un pleno del Ayuntamiento nos dimos cuenta de que nadie defendía nuestra postura y nos planteamos hacer una candidatura alternativa, una agrupación de electores. Para eso necesitábamos que 15 personas del pueblo dieran la cara, pero solo encontramos ocho. Nadie quería significarse y a mí eso me puso los pelos de punta. Entonces apareció en nuestras vidas Cuenca Ahora, que nos dio el paraguas que necesitábamos. Hace unos meses nos reunimos en Tarancón, me explicaron que eran un partido transversal, sin ideología, más allá de defender lo nuestro, nutrir a la España vaciada, que haya las mismas oportunidades, ya que pagamos los mismos impuestos que todos. Me dijeron que mi perfil podía aglutinar a gente, me lo pensé unos meses y al final, animado por mi hijo, dije que sí. Mi trabajo tenía algo que ver con el servicio, he tenido ese privilegio. La música es tratar de hacer feliz a la gente.
P. ¿Ya tiene Twitter?
R. Ni tengo ni pienso tener. Sé que los políticos tienen una serie de rutinas, pero no quiero entrar en ellas. La vida es otra cosa.
P. Dejó Jarcha en 1997, después de 25 años, porque, según explicó en una entrevista en EL PAÍS, “con el tiempo se fue apartando de sus postulados iniciales”. ¿Son más cainitas los grupos musicales o los partidos políticos?
R. Los grupos no son una balsa de aceite, pero creo que hay mucho más cainismo en los partidos políticos. El último año de Jarcha fue muy feo en cuanto a relaciones, egos, se ponía en cuestión cada cosa... Si empezamos a discutirlo todo, que es lo que le pasa a los políticos, no avanzamos.
P. Ya tiene entonces esa mili hecha.
R. A mí no me gusta perder el tiempo. Yo viví en primera persona la Transición, que me parece un éxito, porque las mejores cabezas de este país tiraron del carro y le dieron la vuelta: de la dictadura pasamos a una democracia con un gobierno socialista. Luego hubo un éxodo: el abogado volvió a su bufete, el ingeniero, a su estudio... y en política se quedó mucha gente que no tenía dónde ir. Eso se ha ido acrecentando con el tiempo. En el Parlamento hay mucha gente que se ha criado en la política y el entretenimiento está suplantando a la cultura.
P. ¿Siguió la moción de censura? ¿Le sorprendió que Ramón Tamames, uno de los personajes de la Transición, fichara por Vox?
R. Me ha parecido un circo. Que Tamames, con el prestigio que tenía, viniendo de donde venía, tirara todo por tierra y blanqueara a un partido como Vox me parece tremendamente patético. Creo, además, que el Parlamento no está para eso.
P. Antes de los conciertos tenían que entregar sus letras a la censura. Recientemente, han sido muy polémicas unas declaraciones de Mario Vaquerizo comparando la situación actual con el franquismo. Dijo: “Me siento identificado con mis abuelos, no puedes decir lo que piensas”. ¿Lo comparte?
R. No sé quién es Mario Vaquerizo.
P. Un cantante, marido de Alaska...
R. A nosotros nos han prohibido canciones, nos han prohibido actuar, nos han puesto multas… No creo que hoy corras esos riesgos en España por decir lo que piensas. No sé por qué dicen eso, ellos sabrán. Me parecen estupideces.
P. Al principio, el Régimen censuró Libertad sin ira, aunque luego rectificaron.
R. Sí, cuando salió la canción se prohibió, supongo que por cierta inercia, porque salía la palabra libertad, que seguramente les sonaba mal. La canción vertebraba la campaña de lanzamiento de Diario 16, que imagino que movería sus contactos y a las dos semanas nos llamaron de TVE para que fuéramos a cantarla en el telediario, delante del ministro de Trabajo, Fernando Suárez, como dando fe que había sido un error burocrático. Aquella canción tenía el mensaje justo en el momento justo, por eso tuvo tanto éxito, que es algo que se ve a posteriori. Sirvió para expresar todo lo que bullía en las cabezas de la inmensa mayoría del pueblo español. Y fue muy emocionante cuando, 21 años después, de manera espontánea, la gente empezó a cantarla en las manifestaciones por Miguel Ángel Blanco. De todo lo que he hecho en 50 años, más de 4.500 conciertos, contribuir a que una canción ocupe el puesto que ocupó Libertad sin ira es lo más extraordinario. Por eso me fastidia mucho que ahora, por ejemplo, la pongan en actos de Vox. No tienen vergüenza. Colonizan todo lo que pillan.
P. ¿Qué sentía cuando les prohibían una canción?
R. Era muy frustrante. Teníamos que llevar las letras a la Dirección General de Información y Turismo. El censor iba tachando versos, y de una canción de 40 podía quitar 10. Después, nosotros decidíamos cantarla igual y asumir las consecuencias o quitarla entera y hacer otra. Una vez nos prohibieron cantar Nuestra Andalucía en un concierto en Puertollano y lo que hicimos fue imprimir la letra, repartirla entre el público y que ellos la cantaran mientras nosotros tocábamos. Fue muy bonito.
P. Abandonó Jarcha, pero continuó en la música. ¿Fue difícil mantenerse?
R. En muchos momentos he pensado: ¿para qué me he metido yo aquí? Ha habido bajones, momentos de carencia, de pasarlo muy mal económicamente, pero al final han sido grandes lecciones porque cuando los superas encuentras más sentido a lo que haces. Yo llevo 50 años en esto y me sigo sorprendiendo, me voy a morir aprendiendo.
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