Diez años de la publicación de los ‘papeles de Bárcenas’: una década de calvario judicial para el PP
La formación conservadora, tres veces condenada por corrupción, sufrió un descalabro electoral en 2015 | Rajoy perdió el Gobierno en 2018 por la primera moción de censura exitosa de la democracia | La cúpula política de Interior está procesada desde 2021 por espiar al extesorero y destruir pruebas
Apenas 15 folios manuscritos con fechas, nombres y cantidades destaparon hace ahora 10 años el gran secreto del Partido Popular. Aquellos papeles recogían la contabilidad en dinero negro que llevaba personalmente el tesorero del partido, Luis Bárcenas, y causaron un terremoto de tal magnitud en la escena política española que aún hoy tiene secuelas en la formación conservadora.
El PP, que ya se había visto sacudido por el estallido del caso Gürtel en 2009, gobernaba en 2013 con una mayoría absoluta aplastante. Hoy, sin apenas rastro de aquel pasado corrupto en su dirección, aspira a recuperar el poder perdido hace cinco años.
EL PAIS publicó el 31 de enero de 2013 los detalles de una supuesta caja b oculta al fisco con la que el PP se había financiado de forma ilegal durante al menos 20 años (1990-2009). Los “papeles secretos de Bárcenas”, apellido del que había sido tesorero del partido hasta abril de 2010, registraban más de ocho millones de euros en donativos ilegales de grandes empresas y el pago de sobresueldos ―nunca declarados a Hacienda― a los principales dirigentes del PP; entre ellos, el entonces presidente, Mariano Rajoy.
El PP gobernaba España en 2013 con una mayoría aplastante (186 diputados), pero perdió 63 escaños en las siguientes elecciones, las de 2015 —en las que el Parlamento se fragmentó tras la irrupción de Podemos y Ciudadanos—, y tuvo que dejar el Gobierno en 2018 por una moción de censura del PSOE presentada tras conocerse la sentencia del caso Gürtel. La Audiencia Nacional condenó a numerosos exdirigentes del PP, incluido Bárcenas, y también al propio partido por lucrarse —aun sin ser consciente del origen ilegal de los fondos, según el tribunal— con los negocios de la trama corrupta. Aquella primera causa no enjuiciaba directamente la contabilidad paralela publicada por el PAIS, pero, en los argumentos de la sentencia, el tribunal confirmó la existencia de esa caja b (aunque el Supremo recordaría más tarde que la financiación ilegal no era objeto de esa causa). Rajoy declaró entonces como testigo y negó, pese a todas las evidencias, la contabilidad opaca de su partido durante 20 años.
La causa por los papeles de Bárcenas se juzgó, ya sí, en la primavera de 2021. La sentencia acreditó el pago de parte de unas obras de rehabilitación que había hecho el PP entre 2005 y 2010 en su sede nacional con fondos de la caja b. El tribunal solo analizó los posibles delitos en los apuntes de los últimos años de la contabilidad paralela, los únicos que no estaban prescritos.
Un año después, la Audiencia Nacional volvió a juzgar y condenar al PP por lucrarse con los negocios de la trama Gürtel entre 2005 y 2009. Algunos de los empresarios condenados en esa causa figuraban también entre los autores de donaciones ilegales a la caja b del PP.
Los principales dirigentes nacionales del partido señalados en aquellos papeles de Bárcenas están hoy fuera de la política o en sus márgenes. Son estos:
Mariano Rajoy. Regresó a su antigua plaza de registrador de la propiedad tras ser descabezado por la moción de censura. Su figura política sigue bajo sospecha, pendiente ahora de una nueva comisión de investigación en el Congreso sobre las maniobras ilegales de la cúpula política y policial del Ministerio del Interior para destruir pruebas en la causa abierta por los papeles de Bárcenas. Aunque ha declarado en varios juicios que nunca conoció la existencia de esa caja b, el extesorero siempre le ha desmentido, dando incluso detalles de la destrucción de una copia de la contabilidad paralela en presencia de Rajoy. Los jueces han escuchado desde julio de 2013 hasta ahora la misma versión de Bárcenas, pero nunca llegaron a probar la responsabilidad del expresidente en los hechos. Este es un extracto de la declaración de Bárcenas ante el juez Pablo Ruz en 2014:
Juez: ¿Quién conocía la existencia de donaciones por encima de los límites legales?
Bárcenas: Yo entiendo que, como mínimo, el presidente y el secretario general.
Juez: ¿En las sucesivas etapas?
Bárcenas: Eso es. Fundamentalmente por un motivo: porque cada vez que había un donativo y lo recibía directamente Álvaro Lapuerta [el extesorero], este subía a ver al presidente o al secretario general y le decía: “Oye, ha venido a vernos tal persona y nos ha entregado esta cantidad”.
José María Aznar. Abandonó la primera línea de la política en 2004, cuando terminó su segundo mandato de presidente, sin que hubiera trascendido aún la gran trama de corrupción de Gürtel. Aunque el entramado de financiación ilegal funcionó durante todos sus años al frente del PP (1990-2004) y la red Gürtel pagó parte de los gastos del festejo de la boda de su hija, nunca ha estado imputado. Aznar declaró en el juicio que no conoció la existencia de la caja b, a pesar de que en los papeles de Bárcenas, en diversa documentación entregada por el extesorero al juzgado y en algunas declaraciones de testigos se le señala como la persona que ordenó determinados pagos.
Dolores de Cospedal. Fue secretaria general del PP entre 2008 ―penúltimo año de funcionamiento de la caja b― y 2018. Compitió para liderar el partido tras el naufragio de Rajoy, pero perdió. Dimitió poco después, acorralada por sus conversaciones con el comisario José Manuel Villarejo, que revelaban sus movimientos para torpedear la investigación judicial que dañaba al PP. Estuvo imputada, pero el juez que instruye el caso Kitchen decidió exculparla contra el criterio de la Fiscalía, que la considera una pieza clave en las maniobras del PP para destruir pruebas y obstaculizar la investigación judicial de los papeles de Bárcenas.
En la serie sobre los audios secretos de la corrupción del PP que publicó EL PAÍS figuran algunas de las conversaciones que, como esta de enero de 2013, comprometen a la exsecretaria general:
Cospedal: Por eso te estoy llamando… la libretita [en alusión a los papeles de Bárcenas] sería mejor poderlo parar.
Villarejo: No te preocupes. Yo voy a estar al loro y voy a hacer todo lo posible en estos días…
Jorge Fernández Díaz. Ministro del Interior entre 2011 y 2016. Durante su mandato impulsó supuestamente operaciones ilegales para proteger al Gobierno y al PP, con la ayuda de media docena de comisarios que funcionaron como una especie de policía política al servicio del partido. Entre otras actuaciones al margen del juez, esa cúpula policial espió supuestamente a Bárcenas y a su familia durante dos años. El juez procesó al exministro en 2021 por estas maniobras. Está pendiente de juicio junto a quien fue su secretario de Estado, Francisco Martínez, y a los comisarios.
Secretarios generales y vicesecretarios generales del PP. Los papeles de Bárcenas recogen pagos nunca declarados a quienes fueron secretarios generales o vicesecretarios del PP entre 1990 y 2009: Rodrigo Rato, Ángel Acebes, Jaime Mayor Oreja, Javier Arenas, Francisco Álvarez-Cascos. Todos ellos han negado haber cobrado dinero negro del partido. Solo uno, Javier Arenas, mantiene un cargo discreto de senador.
Ascenso y caída de un tesorero
La ruina política del PP a cuenta de unas prácticas ilegales condenadas ya por diversos tribunales comenzó en febrero de 2009 cuando estalló el caso Gürtel y se agravó en 2013 con la publicación de los papeles de Bárcenas. El extesorero del PP había logrado amasar hasta 2009 una fortuna de 48 millones de euros oculta en dos bancos suizos. Cuando su nombre apareció en los registros de la sede de las empresas de Francisco Correa, cabecilla de la trama Gürtel, y la Fiscalía Anticorrupción tiró de ese hilo, su futuro se torció. Había sido gerente del PP casi desde su adolescencia, ascendido por Mariano Rajoy al cargo de tesorero nacional en 2008 y designado senador. Pero el caso Gürtel le había convertido, por primera vez en su vida, en imputado por corrupción.
En el otoño de 2010, Luis Bárcenas acudió al despacho de un abogado amigo en la calle Almagro de Madrid, a 400 metros de la sede nacional del PP. Aquel día vestía un abrigo Chesterfield y llevaba en la mano una carpeta de cuero llena de documentos. Allí se encontró con un periodista de EL PAÍS, al que le contó el inaceptable trato que estaba recibiendo por parte de su partido. Intentó desmontar las acusaciones de la Fiscalía Anticorrupción y detalló al periodista algunas pequeñas anomalías en el funcionamiento del PP. No entendía cómo Rajoy y Cospedal preferían proteger a Francisco Camps, entonces presidente de la Comunidad Valenciana e imputado también por el caso Gürtel, antes que a él.
Las visitas al bufete de su amigo se repitieron en 2011 en busca de una ayuda que le sacara del aprieto judicial. En uno de esos encuentros, mostró al periodista de EL PAÍS, en el tiempo que dura un suspiro largo, unos papeles que llevaba en su carpeta. Explicó que era un listado donde recogía los sobresueldos que se pagaban a la cúpula del PP, pero “que no cotizan a Hacienda”. Cuando terminó aquella confidencia, Bárcenas volvió a introducir esos documentos en su carpeta y nunca más se reunió con el periodista.
Aquellos papeles eran los mismos que, dos años después, EL PAÍS pudo publicar. El abogado amigo de Bárcenas, Jorge Trías Sagnier, fallecido en abril pasado, guardó una copia de aquella contabilidad paralela en la caja fuerte de su despacho.
Bárcenas no quería que sus papeles salieran en los medios de comunicación pero, una vez publicados por EL PAÍS y tras unos meses de negativas, decidió acudir al juez para confesar la culpa e iluminar la historia más oscura de un partido que, en ese momento, tenía un poder institucional gigantesco.
Aquella confesión judicial desató el segundo escándalo que arruinó aún más la reputación del PP y de sus principales dirigentes.
El ‘caso Kitchen’
El sábado 13 de julio de 2013, el PP se asomaba al abismo sin remedio. Gobernaba con mayoría absoluta un país al borde de la quiebra y su extesorero nacional, Luis Bárcenas, preso por corrupción, declaraba el lunes siguiente en la Audiencia y amenazaba con tirar de la manta. El entonces secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, escribió muchos años después (según consta en el sumario judicial) esta frase en las notas de su teléfono móvil: “Desde aquel día tuve una presión diaria para obtener y difundir información que ni me importaba ni me preocupaba ni me interesaba. Pero escuché muchas veces a mi superior [el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz] que era el asunto más importante que teníamos entre manos”.
Aquellos días se pone en marcha la denominada Operación Kitchen. El ministro del Interior, Jorge Fernández, encarga supuestamente a su secretario de Estado, Francisco Martínez, controlar un operativo policial consistente en espiar a la familia de Luis Bárcenas y evitar que llegue a manos del juez información o documentación secreta que pudiera perjudicar al Gobierno del PP. Los comisarios al tanto de la operación logran infiltrarse en el corazón de la familia Bárcenas a través de Sergio Ríos, el chófer del extesorero, al que pagan 2.000 euros mensuales de los fondos reservados de Interior durante dos años. Esta operación policial está acreditada por decenas de pruebas reunidas por la investigación y confirmada por algunos de sus protagonistas, entre ellos el comisario Villarejo. El exministro Fernández Díaz asegura que desconoce esa operación, pese a unos mensajes que envió desde su teléfono móvil a su secretario de Estado, Francisco Martínez.
Cuando el juez abrió la pieza separada de Kitchen, Martínez temió convertirse en el chivo expiatorio de un escándalo mayor y le contó a sus amigos, a través de mensajes de móvil, el infierno que estaba viviendo: “Jorge Fernández es el origen de todos los líos. El hijo de puta va diciendo que no sabía nada (...). Es evidente que no valoré bien los riesgos. Solo quise ser leal y eficaz, tal vez demasiado eficaz”, escribió, según consta en el sumario. Pidió un puesto en las listas electorales del Congreso o de la Asamblea de Madrid, pero el equipo de Pablo Casado se lo negó desde el silencio. “Tiene cojones”, se lamentó Martínez, “que sigan en las listas los que salen en los papeles de Bárcenas o los que recibieron regalos de la trama Gürtel. Y que el nuevo referente ético sea Aznar, el que llevó a Correa de chaqué a la boda de la niña”.
El nuevo PP de Alberto Núñez Feijóo huye de este pasado como de la peste. Retiró el recurso ante el Supremo contra la condena por los papeles de Bárcenas, abandonó la idea de vender la sede del partido en la madrileña calle de Génova, 13, cuyas obras se pagaron con dinero negro, y miró para otro lado cuando EL PAÍS destapó todas las maniobras ilegales del Gobierno de Mariano Rajoy y el comisario Villarejo. “Son cosas del pasado”, dijo. En el pasado más reciente, tras la publicación de los papeles de Bárcenas, el entonces presidente de la Xunta de Galicia declaró: “Rajoy es para mí la referencia de la regeneración democrática del PP”.
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