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El Senado recobra el protagonismo con el pulso entre Sánchez y Feijóo

La presencia del líder del PP reanima el interés por la Cámara alta, opacada durante años por el Congreso

José Marcos
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en la sesión de control en el Senado, el pasado 7 de junio.
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en la sesión de control en el Senado, el pasado 7 de junio.Álvaro García

El Senado languidece desde hace años opacado por el Congreso, pero el contexto político podría contribuir a que la visibilidad de la Cámara alta dejase de ser tan efímera. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo librarán a partir de las cuatro de la tarde de este martes su primer cara a cara de un curso político crucial con elecciones autonómicas, municipales y generales. Las condiciones parecen propicias para que los focos de la política nacional se diversifiquen y dejen de concentrarse en el Congreso. El Senado ha recobrado protagonismo tras quedar relegado a un papel secundario. La presencia del líder de la oposición —Feijóo fue designado senador por el Parlamento de Galicia a finales de mayo— ha despertado el interés en una Cámara que pese a su importancia legislativa recibe, salvo en contadas sesiones de control, un trato de segunda categoría. La cola de león de las Cortes Generales.

Fuentes gubernamentales consultadas inciden en que Sánchez nunca rehúye el debate y que la prueba es haber aceptado el duelo que Feijóo reclamaba —la reacción inicial del PP fue que no se reúnen las condiciones para ser un debate de política general—, pero evitan pronunciarse acerca de si la comparecencia del presidente para informar sobre el plan de ahorro y gestión energética y su perspectiva territorial será el primero de otros debates con Feijóo en el Senado. En el PSOE hay variedad de opiniones, desde los dirigentes que creen que hay que marcar al sucesor de Pablo Casado y no darle tregua para sacar a relucir sus debilidades, a quienes piensan que hay que dosificar los asaltos con Feijóo para no darle pábulo.

El expresidente de la Xunta sí se ha garantizado, al menos en teoría, una plataforma institucional para medirse una vez al mes con el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE. Pero la periodicidad con la que Sánchez debe acudir a las sesiones de control al Ejecutivo en el Senado no está reglada. Hasta el precedente entre los líderes del PSOE y PP del pasado 7 de junio, el portavoz del PP, Javier Maroto, solo había confrontado durante 2022 con el presidente en dos ocasiones, el 15 de febrero y el 26 de abril. Enero y agosto fueron meses inhábiles. En el Gobierno justifican la menor presencia del presidente por su abultada agenda europea, con cumbres como las del Consejo Europeo para coordinar la respuesta de la UE a la invasión de Ucrania. Lo que en el PP y el PSOE tienen claro es que las sesiones de control casi rutinarias a las que asistía Sánchez, que se reservaba para sus cara a cara con Casado en el Congreso, han adquirido ahora una importancia estratégica.

Otro factor que otorga al Senado más relumbrón es que Feijóo lo ha convertido en una suerte de Génova, bis: cinco de los principales cargos del PP son senadores: el líder del partido, Elías Bendodo, coordinador general y número tres del partido; Juan Bravo, vicesecretario de Economía; Miguel Tellado, vicesecretario de Organización; y Pedro Rollán, vicesecretario de Coordinación Autonómica y Local. El resultado es una mayor atención mediática, aunque senadores consultados opinan que se debe a razones circunstanciales y que el Senado debería potenciar su condición de “Cámara de representación territorial” como establece la Constitución. Una forma de hacerlo sería albergar las conferencias de presidentes. La última que se celebró en el Senado se remonta a 2017.

A falta de comprobar si el debate está a la altura de las expectativas y se reedita en el futuro, las últimas veces que el Senado había sido noticia se debió a la falta de apoyos suficientes del Gobierno para aprobar, sin aceptar enmiendas, leyes que habían sido aprobadas previamente en el Congreso. La Cámara alta devolvió en julio al Congreso, mediante una pinza del PP con partidos independentistas, tres leyes que el Ejecutivo esperaba aprobar entonces sin esperar a la vuelta del verano. El Gobierno sacó adelante sin agobios la ley del solo sí es sí, la de ciencia y la que reforma los procesos concursales en las empresas.

Una de las grandes diferencias entre Senado y Congreso es que el reparto de fuerzas es muy diferente, ya que Unidas Podemos no está representado en la Cámara alta, lo que limita aún más el margen de maniobra del PSOE. La premisa del Gobierno de no aceptar ninguna enmienda en el Senado contrasta con la búsqueda de apoyos en el Congreso. Y ha ocasionado algún susto sin consecuencias, como el retraso de la aprobación de los Presupuestos vigentes después de que el PP apoyase una enmienda de Compromís sobre lenguas regionales. El colchón de los socialistas ha menguado en el último año y medio tras la celebración de las elecciones en Madrid, Castilla y León y Andalucía, en las que se ha reducido su número de senadores por designación autonómica.

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

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