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Los socios y rivales europeos buscan ocupar el hueco que deja la crisis de España con Argelia

Italia, Alemania y, en menor medida, Francia ven al país magrebí como la alternativa más a mano para liberarse de la dependencia energética de Rusia

El País
Gasoducto Medgaz
Una estación de Medgaz,el gasoducto que une Argelia con España bajo el Mediterráneo, fotografiada el pasado día 10 en Almería.JON NAZCA (REUTERS)

La Comisión Europea ha cerrado filas con España en su crisis diplomática con Argelia. Tras recibir al ministro español de Exteriores, José Manuel Albares; el Alto Representante, Josep Borrell, y el vicepresidente responsable de comercio, Valdis Dombrovskis, difundieron el pasado día 10 un comunicado en el que advertían a Argel sobre la vulneración de su acuerdo de asociación con la UE. No podía ser de otra forma, pues la congelación de las transacciones comerciales con España afecta directamente a una competencia exclusiva de la Comisión. Pero una cosa es la respuesta de las instituciones comunitarias y otra la de los países europeos. En un momento en que muchos de ellos intentan liberarse aceleradamente de su dependencia energética de Rusia, Argelia es la alternativa más a mano. La crisis entre Argel y Madrid deja un hueco que muchos socios —pero competidores en el mercado energético— se aprestan a ocupar. Estos son los principales:

Italia, la competencia mediterránea

Italia es ya el principal cliente del gas argelino. Sin embargo, Roma está buscando desesperadamente reducir su dependencia de Rusia, de donde procede el 40% del gas que consume. Aunque ha alcanzado acuerdos con otros países (República Democrática de Congo, Qatar o Angola), la solución argelina es la más viable, rápida y eficaz partiendo de la infraestructura ya existente, incluido el gasoducto Transmed, cuya capacidad no ha sido hasta ahora completamente aprovechada.

En abril pasado, el primer ministro, Mario Draghi, viajó a Argel para establecer una asociación estratégica y garantizar un aumento gradual del suministro de gas a corto, medio y largo plazo, además de estrechar lazos en campos como el intercambio de información financiera o la transición energética. Tras la visita, se anunció que las ventas de gas del país magrebí a Italia aumentarían en un 40% entre 2023 y 2024. Eso supone 9.000 millones de metros cúbicos anuales más, de los que un tercio podrían estar disponibles con carácter inmediato, según el ministro para la Transición Ecológica, Roberto Cingolani.

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En medio de la crisis con España, se ha confirmado que siguen adelante los preparativos de la IV cumbre gubernamental entre Italia y Argelia prevista para julio. El embajador argelino en Roma, Abdelkrim Tuahira, se ha reunido con el secretario general de Exteriores italiano, Ettore Francesco Sequi, y ambos han hablado “del Mediterráneo, las consecuencias de la guerra de Ucrania, energía y seguridad alimentaria”, según el escueto comunicado oficial.

Francia, la antigua metrópoli

Francia, que siempre va con pies de plomo en todo cuanto atañe a sus antiguos territorios en el norte de África, observa desde una prudente distancia la crisis entre España y Argelia. París ha evitado tomar partido en público y se ha limitado a expresar su deseo de que Madrid y Argel resuelvan sus diferencias mediante el diálogo. Preservar la imagen de equilibrio entre su antiguo protectorado marroquí y su excolonia argelina, sin tomar partido por uno u otro, es fundamental para París. Con Argel la relación es más íntima —hay millones de franceses y residentes en Francia con raíces en este país— y más difícil, por el traumático proceso de descolonización. El pasado lunes, la ministra francesa de Exteriores, Catherine Colonna, habló por teléfono con su homólogo argelino, Ramtane Lamamra, y abordaron la crisis con España.

Según el comunicado del Quai d’Orsay, “la ministra subrayó su profundo apego a las buenas relaciones entre nuestros socios mediterráneos y nuestros vecinos de la orilla sur, y su confianza en que el diálogo permita superar los desafíos comunes”. Nada más. La reacción equidistante contrasta con el apoyo que miembros del Ejecutivo francés dieron a España cuando más de 10.000 marroquíes irrumpieron irregularmente en Ceuta, en mayo de 2021. “¿Va a primar la solidaridad europea? [Los responsables franceses] no quieren pronunciarse. Siempre ha habido comunicados muy lacónicos cuando se trata de este tema”, constata Khadija Mohsen-Finan, docente en la Universidad París 1 y especialista en el Magreb. La experta sostiene, sin embargo, que el “equilibrio” francés entre Argelia y Marruecos “es de fachada”, puesto que, “en el fondo”, para París, “el Sáhara es marroquí”.

Para Francia, lo que está en juego no es el suministro energético (París es un modesto consumidor de gas argelino), sino su propia historia. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha fijado como prioridad lo que llama “la reconciliación de las memorias”, coincidiendo con el 60 aniversario de los acuerdos de Evian, que en 1962 pusieron fin a ocho años de guerra en Argelia. Pero la memoria es un terreno resbaladizo, y la herida sigue abierta. Cuando el pasado otoño Macron acusó al régimen argelino de usar la memoria para atizar el “odio a Francia”, se desencadenó una crisis diplomática: Argel llamó a consultas a su embajador en París y cerró su espacio aéreo a los aviones militares franceses. Según Mohsen-Finan, las empresas francesas podrían tratar de aprovechar la crisis hispano-argelina. “Siempre ha habido un juego de competencia entre España y Francia”, constata. “Cada vez que una empresa [española] se marche, [empresas francesas] intentarán ganar terreno”.

Alemania, el último en llegar

La principal economía europea no figuraba hasta ahora entre los clientes del gas argelino. Sin embargo, algo está cambiando. La viceministra de Exteriores alemana, Katja Keul, visitó Argel esta semana, en plena crisis diplomática entre el país magrebí y España. Se reunió con el jefe de la diplomacia argelina, Ramtane Lamamra, para tratar, entre otros asuntos, “de la situación política y de seguridad en el Sahel”, aseguró Keul, que viajó acompañada de una nutrida delegación comercial. Berlín tiene buenas relaciones políticas con Argel y fuertes intereses en las energías renovables del país norteafricano, especialmente en el sector del hidrógeno verde, y el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz apuesta por el desarrollo de este recurso que en un futuro podrá usarse como carburante para el transporte aéreo y marítimo y para las baterías.

Alemania ya tiene firmados acuerdos con Marruecos para construir una unidad de producción de hidrógeno verde, que sería la primera de África, y busca acuerdos similares con Argelia. “Ofreceré al gobierno argelino una cooperación más estrecha para la expansión de nuestras relaciones energéticas”, dijo la número dos de Exteriores. Berlín es consciente, sin embargo, de que el hidrógeno verde no es una alternativa a corto plazo para la dependencia del gas ruso, de la que quiere liberarse cuanto antes. De ahí que el ministro germano de Economía, Robert Habeck, anunciara en una reunión con hombres de negocios de su país a principios de mayo que Alemania comenzará a importar gas argelino en un plazo de dos años. Poco después, la empresa alemana Wintershall Dea anunciaba su propósito de comprar a la italiana Edison su participación en el proyecto Reggane Nord, que incluye seis campos de gas en el Sáhara.

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