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Condenado a cárcel el tirador que quería matar a Pedro Sánchez: “Tenía fijación y determinación”

La Audiencia Nacional impone una pena de siete años y medio de prisión al ultraderechista Manuel Murillo, al que intervinieron un arsenal de armas

J. J. Gálvez
Manuel Murillo Sanchez
Manuel Murillo, acusado de querer matar a Pedro Sánchez, en su último turno de palabra, en la Audiencia Nacional, el 30 de marzo de 2022.

Las excusas de Manuel Murillo, un ultraderechista de 65 años, no han convencido a los magistrados de la Audiencia Nacional. El tribunal ha condenado a siete años y medio de prisión a este vigilante de seguridad, nostálgico del franquismo, que amenazó con matar al presidente Pedro Sánchez y buscó ayuda para perpetrar sus planes tras acopiar un importante arsenal de armas, que incluía revólveres y un fusil de asalto. “Contaba con la persistencia, fijación y desvelada determinación” de acabar con la vida del jefe del Ejecutivo, concluyen los jueces en una resolución de 50 páginas, donde echan así por tierra las alegaciones de la defensa: el acusado insistió en que estaba bebido cuando envió los mensajes que lo incriminan. Tampoco se ha acreditado, según el fallo, que sufriera ninguna alteración psíquica.

Los Mossos detuvieron a Murillo en septiembre de 2018. Hijo del último alcalde franquista de Rubí (Barcelona), los investigadores lo habían puesto bajo sospecha tras recibir la alerta de que había comentado a sus conocidos que quería matar a Sánchez y que ya había comenzado a moverse para ejecutar su idea. De hecho, no solo se dedicó durante meses a compartir por WhatsApp sus amenazas —“Nos hemos de mojar y actuar. Yo estoy dispuesto. Mi mayor ilusión es meter al traidor de Sánchez debajo de la lápida de Franco”, escribió en una ocasión, por ejemplo—, sino que también llegó a contactar con una coordinadora local de Vox para comentarle sus planes. “Con la creencia de que disponían de capacidad para proporcionarle medios y contactos que le auxiliasen en la materialización de su propósito mortal”, subraya la Audiencia Nacional en su dictamen, fechado el 11 de abril.

El tribunal, que lo considera culpable de un delito de homicidio en grado de proposición y otro de depósito de armas de guerra, explica que Murillo se encontraba movido por “el descontento y rechazo a la situación política”. Para él, España navegaba a la “deriva”. “Y fue interiorizando que la solución pasaba por causar la muerte del presidente del Gobierno, para lo que se empeñó en requerir ayuda para llevarlo a cabo”, reza la sentencia. En “su mente”, prosigue el fallo, no se planteaba el “cambio” a través de “mecanismos democráticos”, sino solo mediante “un alzamiento nacional” o, en su caso, por “la vía más madurada de poner fin al que atribuía los males”, Pedro Sánchez (PSOE).

Para el sexagenario, según los mensajes incluidos en el sumario, la gota que colmó el vaso fue el anuncio del Gobierno de que pretendía exhumar los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos —una iniciativa que se llevó finalmente a cabo en 2019—. En su opinión, no podía dejar que lo hicieran. “No podemos permitir que humillen al GENERALÍSIMO [sic] ni a José Antonio Primo de Rivera. Es una venganza por haber perdido la guerra. Estos no solo saben ganar la guerra cuando el otro está muerto, sino que no tienen cojones ni saben luego cómo llevar un país”, escribió el 18 de julio de 2018 en un grupo de WhatsApp llamado Terrasa por España.

“Si tocan a Franco, sugiero que empiece la guerra otra vez. Por nuestro honor, patriotas. No [lo] podemos consentir. Y esta vez no dejaremos ni uno”, añade Murillo en otro mensaje.

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En su sentencia, la Audiencia Nacional admite que los planes del condenado se encontraban en una “fase embrionaria”, pero añade que ya había “requerido ayuda para su perpetración”. Además, contaba con el arsenal que había acumulado, disponía de tres licencias de armas —de tipo F (campos y galerías), D (armas largas de caza mayor) y E (armas de tiro deportivo y escopetas de caza)— y se había entrenado “en los últimos tiempos”, según él mismo contó a sus interlocutores. Un cóctel de circunstancias que “allanaban” el camino al ultraderechista si llegaba a conocer “cualquier movimiento” de Sánchez. También, “había comprado armas nuevas y confeccionado otras”.

El arsenal incautado a Murillo, en una imagen facilitada por los Mossos.
El arsenal incautado a Murillo, en una imagen facilitada por los Mossos.Mossos

El riesgo existía y así lo explican los magistrados: “La dificultad que debe representar, y así debe ser, atentar contra la vida del presidente del Gobierno haría pensar que la ideación del acusado estaría próxima a lo descabellado y, por ende, ante una propuesta no creíble ni en consecuencia factible. Efectivamente, no hay un plan definitivamente urdido, tramado y menos aún concluido. Pero acontece una circunstancia indicativa de la alta peligrosidad que supone la determinación adoptada por Murillo: el arsenal de armas intervenidas al mismo, no obviando que su afición desde hacía muchos años atrás es el tiro, yendo continuamente a un club a practicar”.

“Es cierto que no se está ante un riesgo actual ni inminente. Pero sí, al menos, remoto para la integridad física de [Sánchez]”, dice el tribunal, que recuerda que el tirador se hizo con la agenda del presidente del Gobierno publicada por la Secretaría General del PSOE. Un documento que, según señaló el fiscal en el juicio, le hizo llegar la coordinadora local de Vox, aunque esta lo borró después y acudió a los Mossos para dar la voz de alarma. “Ha de ponerse el acento en que su proyecto criminal podía terminar tomando forma con los pasos que empezaba a dar, pues en otra de las conversaciones traía a colación cómo fue asesinado el presidente [estadounidense] John F. Kennedy”, argumentan los jueces, que reproducen de seguido uno de los mensajes que le envió el acusado: “Solo necesito periodistas que siempre están allí donde la noticia, para ir como ellos al punto, en el lugar y la hora que estará Sánchez”.

Cuando los Mossos lo arrestaron en septiembre de 2018, el ultraderechista llevaba en su Seat León, entre otras cosas, una pistola neumática; una carabina calibre 22; un puñal; útiles diversos para la práctica del tiro, como trípodes y soportes; gafas de tiro; dianas de papel; prismáticos; perdigones; visores telescópicos; balines; unas esposas; y un cuchillo. En su casa de Terrassa (Barcelona) hallaron más material: tres revólveres; una escopeta; un fusil de asalto; una ballesta; numerosa munición; ocho recipientes con pólvora; un “petardo” de 24 centímetros con explosivo y metralla en su interior; y un “supresor de sonido” para arma corta.

La Fiscalía solicitaba inicialmente para Murillo 18 años de cárcel, pero rebajó su petición a 13 años durante la vista oral. Por su parte, la defensa pidió la absolución o que se considerase el consumo de alcohol y de alprazolam —un fármaco— como eximente o como atenuante. Entre sus argumentos, el sexagenario alegó en el juicio que no se reconocía en esos mensajes. “Yo soy normal. No podría hacer estas cosas”, dijo: “En esa época empecé a beber orujo y cada vez bebía más [...] Son animaladas. Si lo dije, es porque estaría alucinando”. También, en su último turno de palabra, añadió: “Me arrepiento mucho de lo sucedido. Fue fruto de la soledad y de los problemas que tenía [...] Era el efecto de la bebida y de haber tomado trankimazin por la mañana, a ver si dormía [...] Me sentí salvador de la patria”.

Los mensajes del acusado: "Armados para dar un golpe de Estado"

La sentencia de la Audiencia Nacional recopila los numerosos mensajes amenazantes enviados por el acusado a sus conocidos:

"Empezar a volar cabezas". "Estoy por coger el rifle de francotirador y empezar a volar cabezas de hijos de puta y traidores [...] Pero solo no llego a ninguna parte. Ha de haber una organización y ser más".

"Estoy haciendo 150 balas". "Bueno, voy a seguir con las balas, que he de estar concentrado y estoy haciendo 150 balas [...] Si [Pedro Sánchez] viene por Cataluña y hace algún mitin, lo tenemos que estudiar y tengo todo para hacerlo [...] Vendí dos rifles de caza y compré uno de francotiradores de la bala más rápida del mundo, 1.370 metros por segundo".

"Como Tejero". "Si alguien me ayudara formando un comando, intentaría acabar con todo como Tejero. Si no, tendremos que ir de francotiradores anónimos cargándonos a esos hijos de puta poco a poco, sin ayuda y dando nuestra vida con orgullo por nuestra patria. Que es UNA GRANDE Y LIBRE [sic]".

"Hay que pensar en un alzamiento nacional". "Las leyes no hacen nada mientras siga este Gobierno. Aquí hay que pensar en un alzamiento nacional [...] Ahora solo queda la guerra [...] Si levantara la cabeza el abuelo materno de Pedro Sánchez, que estuvo al lado de Franco, le estaría dando ostias [sic] hasta donde no se puede decir, por haber traicionado todo por lo que luchó. Ya me gustaría tenerlo un día en el punto de mira".

"Debemos volver al 'far west". "Si no hay elecciones pronto y sigue este desgobierno de ineptos corruptos y traidores que consienten la invasión y destrucción de España... debemos volver al Oeste del far west con un revólver en el cinto y si es con una MG42 mejor, así se limpia de mierda más rápido".

"Llamo al Ejército y la Legión". "Llamo a un alzamiento nacional. Aunque parezca de locos, sería la verdadera solución [....] Llamo al Ejército y la Legión [...] Si no, tendremos que ir de francotiradores anónimos cargándonos a esos hijos de puta poco a poco, sin ayuda".

"Defender a España con las armas". "Un día nos hemos de reunir y, si todo va a peor, estoy dispuesto a defender a España con las armas. Tenemos que estar organizados, armados para dar un golpe de Estado y cargarse a toda esa mierda que se ponga por delante”.

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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