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El acusado de querer matar a Pedro Sánchez, al finalizar el juicio: “Me sentí salvador de la patria”

La Fiscalía rebaja a 13 años la petición de cárcel para el sexagenario Manuel Murillo, un vigilante de seguridad ultraderechista que acopió un arsenal de armas

J. J. Gálvez
Manuel Murillo Sanchez
Manuel Murillo, en su último turno de palabra, en el juicio celebrado en la Audiencia Nacional, este miércoles.

La magistrada Ángela Murillo frena al procesado, Manuel Murillo, un sexagenario vigilante de seguridad que se sienta en el banquillo de la Audiencia Nacional acusado de querer matar al presidente Pedro Sánchez tras acopiar un arsenal de armas.

—Bien. ¡Ya, ya, ya...! Ya nos ha contado todo —le espeta la jueza, presidenta del tribunal, mientras se oye alguna risa en la sala.

—Bueno, que lo siento mucho —resume entonces el acusado, que se calla finalmente tras hablar durante casi cinco minutos para ejercer su derecho a la última palabra en esta vista oral.

Así, Manuel Murillo deja atrás tres días de juicio y un relato que la Fiscalía, que pide una condena de 13 años de cárcel tras rebajar su solicitud inicial de 18 años, no se cree. Hijo del último alcalde franquista de Rubí (Barcelona), los Mossos lo arrestaron en 2018 tras recibir la alerta de que había comentado a sus conocidos que quería matar al presidente socialista y que, incluso, buscaba ayuda para ejecutar sus planes. “Me arrepiento mucho de lo sucedido. Fue fruto de la soledad y de los problemas que tenía”, ha dicho este miércoles: “Era el efecto de la bebida y de haber tomado trankimazin por la mañana, a ver si dormía”. “Me sentí salvador de la patria”, ha remachado a continuación.

Manuel Murillo, a la izquierda, a su llegada a la Audiencia Nacional el 15 de marzo pasado.
Manuel Murillo, a la izquierda, a su llegada a la Audiencia Nacional el 15 de marzo pasado.A. Pérez Meca - Europa Press (Europa Press)

Según él, las presuntas amenazas que vertía en los grupos de WhatsApp eran solo una “válvula de escape” a raíz de que el Gobierno anunciase la exhumación al dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos —labor que se llevó a cabo en 2019—. Entre sus mensajes podía leerse: “A Sánchez hay que cazarlo como un ciervo y poner la cabeza en la chimenea”; “Nos hemos de mojar y actuar. Yo estoy dispuesto. Mi mayor ilusión es meter al traidor de Sánchez debajo de la lápida de Franco”; “Tal como está todo, para salvar España no me daría pena hacer lo dicho”; o “Soy un francotirador y con un tiro preciso se acaba el Sánchez”.

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Murillo lo ha justificado así este miércoles: “Necesitaba hablar con alguien. Lo único que tenía era el móvil. Y escribía por WhatsApp”. El pasado 15 de marzo, en su declaración como acusado, ya aseguró: “En esa época empecé a beber orujo y cada vez bebía más [...] Son animaladas. Si lo dije, es porque estaría alucinando”. “Me producía ensoñaciones y alucinaciones. Cuando acababa de comer y estaba eufórico, me tumbaba un poquito y contactaba con alguien. Y sacaba de dentro como una película. Hay wasaps que no me puedo creer que los haya escrito”, ha proseguido durante su turno de última palabra: “Quizás, era lo que yo vivía viendo películas de guerra”. “Hay un refrán que dice: ‘Pedro ladrador, poco mordedor”, ha apostillado.

Pero la Fiscalía explicó que Murillo, con tres permisos de armas, buscó también ayuda para pasar a la acción y se la pidió a una coordinadora local de Vox, a la que comentó sus planes con la “creencia de que disponía de la capacidad para proporcionarle” los “medios y contactos para materializar el plan”. “Lo haría particularmente, solo necesito periodistas que siempre están allí donde hay la noticia, para ir como ellos al punto en el lugar y hora que estará Sánchez, para tener preparado el disparo. [...] Necesito alquilar un piso cerca y preparar todo como la peli de Una bala para el Rey [...] Hace tiempo que lo pienso, pero solo es muy difícil”. “No sé donde está Sánchez cada día en cada momento, Los periodistas, sí”, rezan los mensajes que le envió, según consta en el sumario.

Cuando los Mossos lo arrestaron en septiembre de 2018, el ultraderechista llevaba en su coche, entre otras cosas, una pistola neumática; una carabina calibre 22; un puñal; útiles diversos para la práctica del tiro, como trípodes y soportes; gafas de tiro; dianas de papel; prismáticos; perdigones; visores telescópicos; balines; unas esposas; y un cuchillo. En su casa de Terrassa (Barcelona) hallaron más material, según el escrito del ministerio público: tres revólveres; una escopeta; un fusil de asalto; una ballesta; numerosa munición; ocho recipientes con pólvora; un artefacto explosivo; y un “supresor de sonido” para arma corta”.

—Prácticamente, no escribo ya wasaps. [...] Fui un inconsciente —ha concluido Murillo este miércoles.

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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