Más de 1.600 familias españolas se ofrecen en una semana para acoger a refugiados ucranios
El primer grupo de voluntarios inscritos en el programa oficial del Ministerio de Inclusión será validado previsiblemente en una semana
La oleada de solidaridad que despertó en los españoles el éxodo ucranio provocado por la invasión rusa comienza a encauzarse por las vías institucionales. En solo una semana, el programa de acogida familiar que lanzó el Ministerio de Inclusión junto con la Fundación La Caixa acumula ya 1.639 inscripciones: 987 en Madrid —el 60%—, 377 en Barcelona, 138 en Murcia y 137 en Málaga. El proyecto piloto ha empezado a funcionar en estas cuatro ciudades, a la espera de comprobar si se puede extender al resto del territorio.
“Siempre pensé que, cuando me jubilara, me gustaría ayudar a gente joven a encontrar aquí las oportunidades que de alguna manera no tuvieran en su país”, explica Maria Dolors Colomer (74 años, Barcelona), una de las personas que ha ofrecido su casa en la última semana para acoger a una familia de refugiados. Hace varios años recibió a una chica afgana —amenazada por dirigir un centro de formación para mujeres— para que pudiera continuar sus estudios en Barcelona. Recuerda la experiencia con mucho cariño, aunque matiza: “Sé que ahora es distinto, es gente que huye de una situación traumática y eso es una responsabilidad nueva”.
Tras varios intentos fallidos para contactar con la Generalitat y el Ayuntamiento, escribió a la Fundación La Caixa, encargada ahora de evaluar y validar a las familias receptoras del programa del Gobierno, y desde entonces todo ha ido muy rápido. Ya ha tenido la primera reunión informativa. El martes de la semana que viene tendrá la entrevista personal con el técnico (hay cuatro de estos profesionales en cada uno de los 18 centros desplegados), y después recibirá una visita en su domicilio para comprobar que las condiciones de la vivienda son adecuadas. La fundación calcula que a finales de la semana que viene habrá otorgado el certificado de idoneidad a un primer grupo de voluntarios, que no recibirá ningún tipo de remuneración por esta actividad.
La idea de poner en marcha un programa oficial de acogimiento familiar específico para desplazados por la guerra en Ucrania tiene dos objetivos. Por un lado, supervisar, apoyar y canalizar la respuesta solidaria de cientos de españoles que quieren acoger, pero que en muchos casos desconocen los compromisos y responsabilidades que conlleva. Y por el otro, contar con un colchón extra de plazas en un momento en el que no sobran camas. El Ejecutivo calcula que tiene ya acogidas a unas 16.000 personas, aunque el Ministerio de Inclusión no concreta con cuántas plazas cuenta en total. En las últimas semanas, cada plaza que se abre se ocupa rápidamente y el margen de maniobra se estrecha.
“Este tipo de recurso cuenta con un valor añadido porque las familias acompañan y ponen a disposición de los refugiados su propia red social”, explica Montse Buisán, directora de Programas Sociales de la Fundación. Prueba de ello es el entorno que rodea a Dolors Colomer. “Mis amigos dicen que donde no llegue yo, llegarán ellos”, sostiene, alegre.
Mientras que la validación de las familias de acogida recae en la fundación, la asignación a esos hogares de la familia ucrania recae exclusivamente en el ministerio. “No vamos a forzar nada, se trata de una plaza más dentro de la red de acogida”, señalan en el departamento. Decidirán en función de si necesitan disponer de esa plaza —que se suma a las 21.000 camas dispuestas inicialmente en centros en todo el país—, de si hay refugiados que prefieren instalarse con una familia y de si las circunstancias de una y otra unidad familiar se ajustan a las posibilidades de la otra. Todavía se estudia cuál será el apoyo financiero para los ucranios, que en cualquier caso tendrán derecho a ayuda psicológica y jurídica.
Evitar la acogida descontrolada
No todo el mundo es válido para ofrecer su hogar. Uno de los objetivos principales del programa es evitar la acogida descontrolada por parte de personas que, pasado el impulso inicial de auxilio y después de haber traído a España a refugiados que se encontraban en la frontera, no saben, no pueden o no quieren continuar haciéndose cargo de ellos: una situación que agrava la extrema vulnerabilidad en la que se encuentran. Cristina Bermejo, directora de la ONG Rescate, afirma que todos los días recibe llamadas de gente pidiendo a la organización que acoja a ucranios a los que habían traído previamente sin conocimiento ni coordinación por parte de ninguna entidad. “Al cabo de una o dos semanas, nos dicen: Bueno, y ahora qué hago con estas personas, yo no las puedo tener...”, comenta.
La necesidad imperiosa de poner solución a esas situaciones llevó a la entidad a iniciar su propio programa, muy similar al que ahora ha puesto en marcha el ministerio, y con el que ya ha validado a más de 200 familias voluntarias. Entre el 10% y el 15% no pasan el corte. “Nos hemos encontrado con el caso de un hombre solo que quería una mujer de 25 años, también sola. Ahí nos saltan las alarmas. Hay que tener muchísimo cuidado”, advierte.
Todas las iniciativas de este tipo serán canalizadas a través del programa de Inclusión, según confirman en el ministerio, aunque todavía se estudia cómo. En última instancia, ambos programas tienen la misma finalidad. Conseguir que quien acoja lo haga con compromiso y responsabilidad. Maria Dolors Colomer cree que no podría hacerse cargo de un niño solo y se ha ofrecido a acoger a una madre y su hijo: “Yo soy mayor, vivo sola. No te puedes dejar llevar por el corazón, hay que saber qué puedes aportar y qué no”.
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