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Sánchez asegura que la estabilidad de la legislatura “está garantizada” al margen de la reforma laboral

Garamendi insiste desde Dubái en que no se puede tocar el acuerdo: “Cada coma está negociada”

Carlos E. Cué
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el ministro de Tolerancia de Emiratos Árabes Unidos, Nahyan bin Mubarak Al Nahyan, este miércoles en Dubái.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el ministro de Tolerancia de Emiratos Árabes Unidos, Nahyan bin Mubarak Al Nahyan, este miércoles en Dubái.KARIM SAHIB (AFP)

Los ecos de una de las votaciones más importantes del año, la de la reforma laboral, similar por su repercusión política a la de los Presupuestos, han llegado hasta Dubái, una ciudad a la que Pedro Sánchez y Antonio Garamendi —dos de los principales protagonistas de este gran acuerdo, con Yolanda Díaz y los líderes sindicales— han viajado juntos en el avión presidencial para buscar inversiones en los riquísimos Emiratos Árabes Unidos y presidir el día de España en la Expo Universal, que este año se celebra en la más conocida de las capitales de estos reinos petroleros. Desde el espectacular pabellón de España, y después de reivindicar las fortalezas de la economía española —en especial los buenos datos del paro de este miércoles y la oportunidad de inversión que dan los 72.000 millones fondos europeos— y de las grandes y pequeñas empresas nacionales que buscan su espacio en los emiratos, Sánchez ha defendido que, pase lo que pase en la votación de mañana, “la estabilidad política está garantizada”.

El propio Sánchez, Yolanda Díaz y Félix Bolaños están dedicados desde hace días a meter toda la presión posible para convencer a ERC y al PNV de que apoyen la convalidación de la reforma laboral. Pero si no lo logran, La Moncloa cree que la reforma saldrá igual por la mínima gracias a Ciudadanos. “Yo no descarto ningún voto para convalidar el decreto”, ha insistido el presidente, que ha apelado a todos los partidos para apoyar una reforma “de país” pactada entre patronal y sindicatos. Sánchez no cree que esta votación vaya a romper la mayoría y está convencido de que las aguas volverán a su cauce y podrá acabar la legislatura y convocar elecciones cuando termine la presidencia española de la UE, esto es, en diciembre de 2023, el máximo plazo legal. Sánchez explicó después a los periodistas que viajan con él en el avión que no podría legalmente ir a enero de 2024, como apuntaban algunos sectores del Gobierno.

Desde Dubái, donde estarán un día y han participado en un foro empresarial organizado por el ICEX, Sánchez y Garamendi siguen las últimas negociaciones cada uno a su manera. El presidente intentando hasta el último momento mantener unida la mayoría de la legislatura, y el líder de la patronal tratando de dejar claro que no aceptará ninguna modificación del acuerdo como concesión al PNV o a ERC.

Antes de aterrizar, en el avión, Sánchez defendía ante los periodistas que él intentará “hasta el último minuto” convencer a los republicanos, la parte más dura, y al PNV para que se sumen al acuerdo. El presidente defiende así hasta el final la vía de la mayoría que le apoyó en la investidura, aunque el plan b, el de aprobarlo con Ciudadanos, Más País, Compromís y un grupo de partidos pequeños, está en marcha como alternativa y ya no tiene ni siquiera el rechazo frontal de Unidas Podemos. Esto es lo que se ha pactado en la coalición, que en las últimas horas ha intensificado la negociación con los nacionalistas vascos y catalanes.

El PNV parece más dispuesto a entrar, pero si ERC no lo hace, y nada indica que esté preparada para girar, son más seguros los nueve votos de Ciudadanos que los seis del PNV, y ambos podrían ser incompatibles. El Gobierno necesitaría incluir a los dos, el PNV y Cs, para estar tranquilo en la votación. Si el PNV se mantiene en el no, como ERC, incluso suponiendo que UPN se abstuviera, algo factible, la votación sería un 174 síes a 173 noes (falta un escaño de Unidas Podemos porque no se ha sustituido a Alberto Rodríguez, que aún aspira a recuperarlo). La reforma quedaría convalidada, pero por la mínima y con el riesgo de que en el último momento pueda fallar algún voto y decaer la norma. Para tener un cierto margen sería imprescindible al menos la abstención del PNV. Cada voto cuenta en una negociación frenética. Sánchez en cualquier caso está convencido de que de una u otra manera la votación saldrá adelante. Cualquier otra opción sería un fracaso político enorme para el Gobierno, que nadie contempla. El presidente y su entorno no trasladan la inquietud de que ese riesgo exista.

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Garamendi, que viaja con un grupo de empresarios con intereses en Emiratos Árabes Unidos o intenciones de tenerlos, también parece convencido de que la votación saldrá. “Nosotros hemos conseguido lo más difícil, un acuerdo social. Ahora ya no está en nuestras manos”, asegura el líder de la patronal. Eso sí, el presidente de la CEOE quiere dejar claro que ellos no aceptarán ninguna modificación del texto y verían muy arriesgado que se tramitara como proyecto de ley, porque eso implicaría que podría cambiarse en el Congreso.

“Cualquiera que haya participado en una negociación compleja como esta sabe que cada coma está negociada. Si cedes aquí es porque ganas allí. Esto no puede cambiarse. Si no, ya no sería nuestro acuerdo”, señalaba Garamendi en una conversación informal con periodistas en Dubái. El líder de la patronal asegura que esta cuestión es muy sensible y “los empresarios españoles están más preocupados por la reforma laboral que por los fondos europeos”, porque quieren tener claras las reglas del juego para invertir. Por eso invita a los partidos a encontrar una solución para aprobar la reforma tal como está.

Siete páginas sobre la visita a Abu Dabi sin una mención al emérito

Uno de los puntos más llamativos del viaje de Sánchez a los Emiratos Árabes Unidos es el salto que hizo por la tarde el presidente a Abu Dabi, el emirato en el que reside desde agosto de 2020 Juan Carlos I, que salió de España por los escándalos sobre su fortuna opaca en el exterior. El rey emérito ha sido acogido todo este tiempo por el príncipe heredero de Abu Dabi y gobernante de facto de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayerd Al Nahyan. Sánchez irá a visitarlo a su palacio presidencial, y, por tanto, estará muy cerca de la residencia del antiguo jefe del Estado español, pero al contrario de lo que han hecho recientemente algunos compatriotas que han visitado la zona, como el tenista Rafael Nadal, amigo del rey emérito, ni el presidente ni nadie de la delegación ha tenido contacto con él.

Sánchez evitó cualquier polémica por esta decisión y justificó hasta en tres respuestas diferentes en la rueda de prensa que se trataba de un viaje económico muy importante a los emiratos y, por tanto, el asunto del emérito no era el objetivo de la visita. “Esta es una misión económica muy importante para nuestro país. Vamos a lanzar convocatorias por valor de 20.000 millones de euros [con los fondos europeos], queremos apalancar inversión privada en energía renovable, en turismo. La visita es a todo punto oportuna desde todo punto de vista económico empresarial. Es un gesto importante de España hacia Emiratos Árabes Unidos estar presente en una expo que se tuvo que cancelar en 2020, y trasladar apoyo a los esfuerzos del gobierno emiratí”, ha señalado Sánchez.

El presidente reivindicó que su viaje trata de promover acuerdos multimillonarios como el que han firmado el fondo soberano Mubadala, que controla políticamente el príncipe heredero al que va a visitar, con la española Cofides. Y a eso ha venido, y no a interesarse por el posible regreso del emérito, una cuestión que La Moncloa siempre deja en manos de Felipe VI. Esta vez Sánchez no ha citado en ningún momento a Juan Carlos I y ha evitado criticarlo, al contrario que en otras ocasiones, para que la visita no se centre en ese asunto.

“Yo voy a lo que voy”, señaló el presidente para insistir en que el objetivo es sobre todo económico. Sánchez acudió al palacio real sin la prensa en un ambiente de gran secretismo. En el larguísimo comunicado conjunto de la visita, de siete páginas y 32 puntos, que van desde Afganistán a Yemen pasando por múltiples acuerdos de comercio que muestran la buena relación entre los dos países, no hay ninguna mención al rey emérito. Un gesto muy significativo teniendo en cuenta que el que fuera jefe del Estado de España durante 40 años es el español más importante que ha vivido en Abu Dabi y tiene una estrecha relación con la familia real de este emirato. Sánchez explicó después a la prensa que viaja con él en el avión que no habían hablado en ningún momento del emérito, porque ninguno de los dos sacó el tema.

Sánchez ha reducido al mínimo su presencia en los Emiratos para regresar rápidamente a España a seguir de cerca las últimas negociaciones de la reforma laboral, que se vota mañana. Incluso ha cancelado su participación en una cena de gala con empresarios, y en su lugar estará Reyes Maroto, la ministra de Industria, algo que ha generado malestar entre algunos empresarios que esperaban al presidente. La reforma laboral es absolutamente prioritaria y el viaje se ha acortado.

Comparación con Portugal

Durante la rueda de prensa, Sánchez también hizo un análisis sobre las lecciones políticas que España puede extraer de los comicios en Portugal. En su opinión, los portugueses han castigado a quien no ha colaborado en la gobernabilidad en plena crisis de la covid. En ese grupo incluyó tanto a la izquierda como a la derecha portuguesa, que comparó con el PP y su actitud de votar en contra de casi todo en el Congreso, incluida una reforma laboral pactada por sindicatos y patronal. En su opinión, esto será castigado en las urnas en España como ha sucedido en Portugal. “La lección que podemos sacar es que los partidos políticos, y no tanto a la izquierda sino también a la derecha, que han bloqueado la aprobación de los Presupuestos han salido perjudicados. Es importante ser consciente de que los ciudadanos no quieren elecciones sino partidos que arrimen el hombro en una sociedad que ha vivido un shock como el de la pandemia. La ciudadanía quiere estabilidad”.

Sánchez aseguró, sin embargo, que la actitud de Unidas Podemos, el grupo a la izquierda del PSOE, es muy diferente a la del Bloco o el Partido Comunista Portugués, que forzaron el adelanto electoral al rechazar las cuentas públicas. Unidas Podemos, explicó Sánchez, está en coalición con el PSOE —una diferencia clara con Portugal, donde la izquierda apoyaba desde fuera a los socialistas— y está garantizando una gran estabilidad política con dos Presupuestos ya aprobados y sin ninguna derrota parlamentaria importante.

El éxito de los socialistas portugueses, que han logrado la mayoría absoluta, no anima a Sánchez a adelantar elecciones. Al contrario, según señaló, él sigue con la intención de terminar la legislatura, para la que quedan aún dos años, y está convencido de que la votación de la reforma laboral saldrá adelante, e incluso aunque ERC se quede fuera eso no compromete la mayoría de la legislatura, que no ve resquebrajada.

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