Peligra el diálogo social
La semana que queda para la votación de la reforma laboral en el Congreso es aún amplia y da tiempo al Gobierno de coalición para conseguir apoyos
La desazón de los agentes sociales, sindicatos y organizaciones empresariales, va en aumento. Su reforma laboral se examina en el Congreso el próximo 3 de febrero, después de alcanzar un acuerdo con el Gobierno la víspera de Nochebuena. Una semana en medición política es un período aun amplio en el que da tiempo para que el Gobierno de coalición consiga los votos en el Congreso y pueda convalidarse la primera gran reforma laboral conseguida con los agentes sociales en cuatro décadas.
La discusión del PSOE con el PNV y con ERC está en cuestiones de fondo, pero también en quiénes serán los compañeros en este viaje. La negociación con Ciudadanos estomaga a ERC, no agrada al PNV e incomoda e inquieta a Unidas Podemos. No vaya a significar que la legislatura emprenda un camino hacia la derecha, sostienen en UP. Ese temor sobre la orientación política del Gobierno en el supuesto de que cuente con el apoyo de Ciudadanos es ajeno a los agentes sociales. Su temor es otro: si la reforma laboral, trabajada durante algo más de nueve meses, no sale adelante, el diálogo social habrá reventado para toda la legislatura. No habrá reforma laboral pero tampoco decenas de proyectos que Gobierno y agentes sociales tienen en cartera para los dos próximos años. Es la sombría previsión sindical.
Con Yolanda Díaz al frente del Ministerio de Trabajo se han firmado 13 acuerdos con sindicatos y patronal. Por delante hay negociaciones de gran calado, como la subida del Salario Mínimo Interprofesional de 2022 y 2023; la ley de empleo; el Estatuto de los Trabajadores del siglo XXI; la ley de democracia en las empresas; la mejora de la protección al desempleo o la transposición de la directiva de permisos de tiempo de trabajo corresponsable. Si hay fiasco en la reforma laboral, el diálogo social puede languidecer hasta extinguirse hasta las próximas elecciones, según los sombríos augurios de los sindicatos, nada distantes de la previsión empresarial. Los representantes de los trabajadores saben que el Gobierno no tiene margen para aceptar modificaciones sustanciales. Ni ellos ni la CEOE; pero el Ejecutivo puede salirse del marco del acuerdo y hacer normas fuera del perímetro de la reforma. Para ello, ERC y el PNV deben aceptar la reforma laboral que salió del pacto de los agentes sociales, y abrir una negociación paralela y al margen del contenido pactado.
La dificultad está en la política, proclaman sindicatos y patronal, en una suerte de “con la política hemos topado”, expresado por quienes en absoluto son apolíticos pero sí autónomos respecto a los dictados de los partidos. El PNV no va a dejar su exigencia de que los convenios autonómicos sean los prevalentes. De cerca, les miran los sindicatos nacionalistas. No pensaron los agentes sociales que esta demanda fuera a ser el impedimento. En la práctica esta primacía autonómica no tiene excesiva incidencia, aseguran.
Las objeciones de ERC, ¿tienen que ver con la rivalidad política con Unidas Podemos, sin ver los beneficios para trabajadores precarios o las nuevas condiciones para la subcontratación? Preguntas sindicales que rozan la indignación ante la posibilidad de que nunca se sepa que frutos hubiera dado esta reforma de la reforma.
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