Exteriores asume que el fin de la crisis diplomática con Marruecos no está cerca
Albares dice que se tomará el tiempo necesario para lograr una sólida relación bilateral y que el viaje a Rabat no está en su agenda
España se prepara para una larga crisis diplomática con Marruecos. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha asegurado este viernes que su empeño es lograr que “la relación [con dicho país] sea una relación sólida, en la que resulten imposibles acciones unilaterales [como la entrada irregular de más de 10.000 inmigrantes en Ceuta en mayo pasado] y esté basada en la confianza y el beneficio mutuo”. Y ese objetivo lo perseguirá, ha apostillado, “me tome el tiempo que me tome”. Por el momento, Exteriores asume que el final no está cerca, pues la primera visita de Albares a Rabat, según ha reconocido, no figura en su agenda. Tampoco se sabe cuándo regresará a Madrid la embajadora marroquí, Karima Benyaich, llamada a consultas a Rabat en mayo pasado, aunque al jefe de la diplomacia española le gustaría que lo hiciera.
No obstante, Albares ha restado importancia a las palabras del primer ministro marroquí, Aziz Ajanuch, quien, en una entrevista difundida el miércoles por la noche, pidió “posturas ambiciosas y claras”, en relación al conflicto del Sahara Occidental, a los países que quieran mantener buenas relaciones con Rabat. El ministro ha subrayado que el jefe del Gobierno marroquí no citó expresamente a España, mientras que sí lo hizo el rey Mohamed VI en su discurso del pasado 20 de agosto, a pesar de que este “habla muy pocas veces” y no suele referirse a otros países, pero en esta ocasión fue “muy claro” al expresar su deseo de “inaugurar una etapa inédita” en las relaciones bilaterales. Quien también mencionó expresamente a España fue el portavoz del Gobierno marroquí, Mustafa Baytas, que dijo el jueves que “la ambición [de mejorar las relaciones] existe, y España también la ha expresado, pero para que esta ambición se refuerce, necesitamos mucha claridad”.
Los gestos de acercamiento que ha hecho esta semana Felipe VI ―que el lunes llamó a “materializar ya” una nueva relación entre España y Marruecos y el miércoles visitó la caseta de dicho país en la feria internacional de turismo Fitur― no han hecho mella en las autoridades marroquíes, que insisten en pedir que España se alinee con su oferta de un estatuto de autonomía para el Sahara occidental en vez del referéndum de autodeterminación. Tras subrayar que los países que quieran cooperar con Rabat deben actuar “con lealtad y ambición”, el primer ministro marroquí pareció aludir a Alemania ―que ha calificado la autonomía de “buena base” para la negociación―, cuando dijo que “hay algunos países que entendieron esto y aquellos que siguen sin entenderlo tendrán tiempo para entenderlo”.
El ministro español de Exteriores no ha querido este viernes hacer suyos los elogios de Alemania al plan de autonomía marroquí, alegando que España no puede “hablar en nombre de las partes”. Tal como hizo en Washington, tras reunirse con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, Albares ha reiterado que su objetivo es “encontrar una solución a un conflicto que dura décadas” y que, “más que congelado está olvidado”. Se trata, ha insistido, de un “imperativo moral”, pues la prolongación del conflicto genera el sufrimiento de miles de personas, en alusión a los saharauis refugiados en Argelia. “Queremos una solución política, mutuamente aceptable por las partes y, en el marco de la ONU, hay resoluciones que ofrecen pistas sobre esfuerzos serios y creíbles, pero son las partes las que tienen que hablar”, ha añadido, sin mencionar expresamente la oferta autonómica. Albares tiene previsto almorzar este viernes con el nuevo enviado especial de Naciones Unidas para el conflicto del Sahara, Staffan de Mistura, quien acaba de realizar su primera gira por la región (donde se ha reunido con las autoridades marroquíes, argelinas y saharauis) en un avión de la Fuerza Aérea cedido por el Gobierno español.
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