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Sánchez recurre al PSOE para frenar el desgaste tras prescindir de Calvo, Ábalos y Redondo

El presidente del Gobierno da un vuelco profundo a su Gobierno con el objetivo puesto en la recuperación económica

Pedro Sánchez valora los cambios en el Gobierno durante la rueda de prensa del sábado en La Moncloa.Vídeo: Borja Puig de la Bellacasa / Pool Moncloa/EFE | EPV
Carlos E. Cué

Pedro Sánchez es cualquier cosa menos un político timorato. El presidente, que ve cómo su Ejecutivo sufre un desgaste indiscutible tras la pandemia, que quedó en evidencia en las elecciones de Madrid y detectan claramente las encuestas, ha decidido dar la batalla con las armas que tenía a su alcance: una revolución total del Gobierno que deja fuera no solo a dos pesos pesados de su núcleo duro, como Carmen Calvo y José Luis Ábalos. La gran sorpresa de la remodelación es la salida de Iván Redondo, mucho más que un jefe de Gabinete, un auténtico gurú responsable de la estrategia política del Ejecutivo. Sánchez ni siquiera lo citó en la despedida a los que salen del Gobierno, algo que apunta a una tensión entre ambos.

Diversas fuentes coinciden en que ha habido un desencuentro entre el presidente y el polémico estratega, que cada día ocupaba más poder y a la vez era muy criticado en el entorno de Sánchez, aunque Redondo asegura en una nota que fue él quien quiso salir. Otras fuentes indican que quería dar el salto desde las sombras de La Moncloa a un ministerio con mayor exposición pública, pero tratando de controlar el corazón del Gobierno, probablemente el Ministerio de Presidencia, que finalmente ocupará Félix Bolaños, con quien había chocado en varias ocasiones. La discusión por ese reparto de poder habría acabado con Redondo fuera del Ejecutivo y del núcleo duro del sanchismo. “Redondo había trasladado la idea de que mandaba más que Sánchez, y eso es un error de libro. El cambio de Gobierno deja muy claro algo que todos deberíamos haber asumido, incluido Iván: que aquí el que manda es el presidente”, señala un ministro.

El líder del PSOE se refugia en su partido, con un pata negra como Óscar López como nuevo jefe de Gabinete y el fichaje de tres alcaldesas socialistas para el Ejecutivo, rejuvenece el Gobierno, sube el porcentaje de mujeres y refuerza a Nadia Calviño, que será vicepresidenta primera. La intención del revolcón es evidente: Sánchez quiere darle la vuelta a las encuestas, evitar que se consolide la oposición y aprovechar la recuperación económica para reconectar con el electorado progresista y preparar con garantías las elecciones de 2023.

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Lo que ha hecho Sánchez, en un movimiento típico de un dirigente que casi siempre apuesta por la opción más arriesgada e inesperada, no es un cambio de Gobierno. Es una auténtica conmoción, una de las mayores remodelaciones de la historia democrática, lo que da un vuelco a la legislatura. Salen siete ministros y llegan siete caras nuevas al Gobierno, formado ahora por 14 mujeres y 9 hombres (8 ministros más el presidente), lo que eleva la presencia femenina al frente de carteras del 54% al 63,6%. El ascenso de Calviño es un claro gesto de que Sánchez pone el foco en la recuperación económica. También la refuerza frente a Unidas Podemos, que se ha enfrentado a ella con frecuencia por su línea de política económica. Sin embargo, ni Calviño, vicepresidenta primera, ni Yolanda Díaz, ahora segunda, ni Teresa Ribera, ahora tercera, cambian sus competencias, por lo que es previsible que sea Bolaños el que dirija el corazón del Gobierno, incluida la estratégica comisión de subsecretarios, lo que hacía ahora Calvo, mientras Calviño y Díaz seguirán con sus habituales batallas políticas sin grandes cambios en la estructura. Además, frente al revolcón en el sector socialista, Unidas Podemos ha decidido no cambiar a ninguno de sus ministros.

La salida de Calvo se daba por muy probable después del desgaste sufrido en estos tres años. Si Sánchez quería hacer un cambio profundo, y todos los mensajes iban en ese sentido, tenía que cambiar a Calvo. Más sorprendente es la salida de Ábalos, no solo del Gobierno, sino también de la Secretaría de Organización del PSOE tres meses antes del decisivo congreso de octubre en su tierra, Valencia. Una caída en toda regla que ha sorprendido a muchos en el Ejecutivo y en el PSOE. Ábalos ha sido durante años un hombre clave en el núcleo duro de Sánchez, uno de los pocos que le acompañaron en la travesía del desierto cuando fue destituido de la Secretaría general y recorrió toda España en su coche para ganar las primarias de 2016 y recuperar el poder. De ese núcleo duro, con la salida de Calvo y Ábalos, solo quedan Adriana Lastra, portavoz parlamentaria y que ahora podría hacerse con el control del partido, y Santos Cerdán, número dos de Organización del PSOE.

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Es un Gobierno muy de partido. De hecho, una figura clave es Óscar López, el nuevo jefe de Gabinete. Este veterano de mil batallas pese a su edad —48 años, casi la misma que Sánchez— que llegó a ser secretario de Organización con Alfredo Pérez Rubalcaba, era amigo íntimo de Sánchez, pero después, como Antonio Hernando, aceptó la destitución del líder y en las primarias apostó por Patxi López. Parecía que Sánchez nunca perdonaría esa ruptura, aunque lo hizo presidente de Paradores. Pero ahora recupera para el corazón del Ejecutivo a este profesional sólido y respetado que conoce el PSOE por dentro como pocos.

En vídeo, Isabel Rodríguez renuncia como alcaldesa de Puertollano en el pleno celebrado este domingo.Vídeo: Uly Martín | Europa Press

Otro gesto de Sánchez hacia esa especie de reunificación del sanchismo anterior y posterior al desgarro de la destitución del líder es la elección de Isabel Rodríguez, la alcaldesa de Puertollano, como nueva ministra de Política Territorial en plena negociación con la Generalitat y sobre todo como portavoz, un puesto que deja María Jesús Montero, que sigue como ministra de Hacienda y se refuerza con las competencias de Función Pública. Rodríguez fue sanchista, pero después acabó apostando por Susana Díaz en las dramáticas primarias de 2016. Ahora la incorpora a un puesto clave porque será la cara del Gobierno.

Una hecatombe de este calibre deja muchas lecturas, pero todas las conversaciones en los ambientes del Gobierno, del PSOE, de Unidas Podemos e incluso de los socios del Ejecutivo apuntan a la salida de Redondo como el cambio más de fondo por la importancia que había adquirido el estratega en todo tipo de movimientos, incluida la negociación en la sombra con el equipo de Pere Aragonès, president de la Generalitat.

Miquel Iceta, José Manuel Albares, Pilar Llop, Raquel Sánchez, Pilar Alegría, Isabel Rodríguez, Felix Bolaños y Diana Morant.
Miquel Iceta, José Manuel Albares, Pilar Llop, Raquel Sánchez, Pilar Alegría, Isabel Rodríguez, Felix Bolaños y Diana Morant.

Cada uno tiene su interpretación, pero se extendía mucho la idea de que el fracaso en Madrid del 4-M y el intento de Redondo por ocupar cada vez más protagonismo en las decisiones han sido los principales detonantes. Sin embargo, todo indica que algo se ha precipitado en los últimos días porque esta salida no estaba en el guion hace solo una semana; al contrario, parecía que Redondo ocuparía finalmente un ministerio. El nuevo hombre clave del Ejecutivo es Bolaños, que llevará toda la maquinaria en coordinación con López. Los dos son veteranos del PSOE y es difícil que choquen como sucedía con Redondo, un hombre que siempre provocó recelos en los socialistas porque trabajó muchos años para la derecha.

Sánchez explicó el sábado que estos cambios suponen una “renovación generacional”, reduciendo la media de edad de los 55 a los 50 años; una apuesta por personas con éxito en “la acción municipal”, con la elección de tres alcaldesas y un claro refuerzo de las mujeres. Además de Rodríguez, entran otras dos alcaldesas con gran proyección en el PSOE: Raquel Sánchez (de alcaldesa de Gavà a ministra de Transportes) y Diana Morant (regidora de Gandia, que sustituye a Duque al frente de Ciencia). Además, Pilar Alegría, actual delegada del Gobierno en Aragón y dirigente que también apostó por Susana Díaz en las primarias que ganó Sánchez, ocupará la cartera de Educación.

Sánchez quiere que el nuevo equipo sea visto como “el Gobierno de la recuperación para superar por completo la pandemia y aprovechar la oportunidad de poner en pie una España mejor”. El presidente citó uno a uno a todos los ministros salientes para agradecerles su trabajo, pero no dijo nada de Redondo. Salvo el ascenso de la independiente Calviño, un gesto claro hacia Bruselas y el mundo económico, toda la remodelación destila una recuperación del peso del PSOE en el Ejecutivo.

Iván Redondo tenía el control de casi todo en La Moncloa, en pugna con Carmen Calvo, y ahora todo se reorganizará en el equipo del presidente. El jefe de Gabinete se había ganado muchos enemigos en el PSOE y en el entorno de Sánchez, pero nadie esperaba una destitución fulminante como esta a mitad de la legislatura. Redondo sugería el sábado, en una carta de despedida que colgó en su despacho de La Moncloa, que ha sido una salida voluntaria: “A veces en la política, en la empresa como en la vida, además de saber ganar, saber perder, hay que hacer algo mucho más importante: saber parar”, dice el ex jefe de Gabinete en ese texto. Sea como sea, el Gobierno de la segunda parte de la legislatura será completamente diferente al que dirigió el país desde que Sánchez llegó a la presidencia en 2018 con una moción de censura.

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