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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cospedal y López del Hierro, el parapeto de Rajoy ante el ‘caso Kitchen’

La imputación de la ex secretaria general del PP y su marido por el espionaje ilegal a Bárcenas rescata los años más convulsos de la política en el partido

Caso kitchen
María Dolores de Cospedal, en primer plano, y su marido detrás, Ignacio López del Hierro, el miércoles en las inmediaciones del Congreso.Juan Carlos Hidalgo (EFE)
Javier Casqueiro

“Dolores de Cospedal y su marido, Ignacio López del Hierro, no son un matrimonio sin más, son una sociedad anónima”. La definición la aportan al máximo nivel político en Castilla-La Mancha para explicar el sentido de la relación entre la ex secretaria general del PP y su marido, exmiembro de varios consejos de administración de importantes empresas durante décadas. Tras la imputación judicial de Cospedal y López del Hierro esta semana, justo cuando debían comparecer en la comisión Kitchen del Congreso para esclarecer sus vínculos con el polémico comisario jubilado José Manuel Villarejo, resurgió el interrogante de para qué la había fichado realmente Mariano Rajoy en el partido en 2008 y cómo se fraguó su extraña relación con el policía que ejerció su oscuro papel con hasta 10 ministros del Interior tanto del PSOE como del PP. La respuesta es la reconstrucción del perfil de una política con formación de abogada del Estado.

Hasta dejarse atrapar por el virus de la política, la trayectoria de Cospedal es la de una mujer, hija de clase media, con un padre militante de UCD entusiasta de la Operación Roca, y que compaginó sin contradicciones ser por un lado miss Feria de Albacete con sacarse brillantemente una muy dura oposición.

En 1996, cuando José María Aznar desbanca a Felipe González y logra gobernar, nombra a su alter ego Javier Arenas ministro de Trabajo y de Asuntos Sociales. La fusión de esos dos departamentos provoca que la abogada del Estado Cospedal se quede sin puesto, porque solo hay una subsecretaría y la asume Marino Díaz Guerra. Arenas le ofrece entonces un lugar en su gabinete. Al poco tiempo ella busca un cambio radical de vida con su traslado a la oficina laboral en Washington. Cuando regresa, con el PP aún en el poder, trabaja en funciones de relevancia para ministros como Manuel Pimentel, Jesús Posada o Ángel Acebes, con el que le toca gestionar como subsecretaria en Interior el caos de los atentados yihadistas del 11-M de 2004. La expresidenta madrileña Esperanza Aguirre la ficha entonces como consejera de Transportes y en 2006 se sitúa en el mapa del partido al dar, primero, el salto a candidata a la Comunidad de Castilla-La Mancha. Dos años más tarde, en el conflictivo congreso nacional de Valencia, es aupada por el propio Mariano Rajoy, sin conocerla demasiado, a la secretaría general del PP, el segundo despacho, y de mucho mando, en el partido.

Diversas fuentes del partido apuntan que Rajoy buscaba para la secretaría general a una mujer, bien preparada, con carácter y muy trabajadora. Antes le había ofrecido otra vez el cargo a su amigo Arenas, que lo rechazó porque no podía compatibilizarlo con la candidatura a la presidencia de Andalucía. A favor de Cospedal intermediaron con Rajoy, según distintas fuentes, el veterano político toledano Arturo García Tizón, también abogado del Estado; Francisco Villar, de la máxima confianza del líder, y el propio Arenas, del que más tarde acabaría distanciándose mucho.

Cospedal fue impulsada a la secretaría general del PP en el verano de 2008 y unos meses más tarde, en febrero de 2009, el juez Baltasar Garzón destapó el caso Gürtel, que trastocó todo su mandato y le persigue aún política y judicialmente. Cospedal nunca llevó bien haberse convertido de pronto en el parapeto mediático de Rajoy y, menos aún, de Luis Bárcenas, el entonces tesorero nacional del partido, un personaje al que aborreció desde que se lo topó la primera vez que apareció casi sin avisar en su despacho. No le gustaba nada de Bárcenas, ni sus maneras personales, que entendía como un punto misóginas y despóticas, ni su gestión profesional, de la que desconfiaba por oscura. En esos meses, los enfrentamientos eran casi diarios. Cospedal llegó a retirar algunos poderes de firma a Bárcenas, que había campado hasta entonces a sus anchas.

En esa época, la trascendencia de Gürtel todavía no está totalmente al descubierto, pese a su gravedad, y Bárcenas se atreve a quejarse ante Rajoy de que su jefa en el partido filtra informaciones a medios afines para perjudicarle. Fuentes de la dirección del PP recuerdan que Bárcenas llegó a mencionarle a Rajoy que el partido había aportado hasta 200.000 euros, luego investigados como procedentes de la caja b, para una campaña electoral en Castilla-La Mancha. La relación se encona al máximo. Cospedal no se siente totalmente respaldada por el presidente, se lo hace saber y hasta presenta varias veces su dimisión. Rajoy no se la acepta, escucha y no hace nada. La estrategia, como siempre, es defensiva. Pero el caso se complicaba cada vez más. El líder comparece arropado de toda su cúpula y sostiene que hay una trama contra el PP.

El 28 de febrero de 2013, con Bárcenas en la picota por todos los frentes y Cospedal cada vez más desaparecida, la secretaria general hace una de las declaraciones más alambicadas de la historia política del país. Defiende el despido “en diferido pero en simulación de lo que antes era una retribución” de Bárcenas. No pide consejo para esa aparición en la dirección del PP porque en el partido apenas se fía de nadie. Sabe que los demás portavoces, vicesecretarios y responsables de organización (Arenas, Ana Mato, Esteban González Pons, Juan Carlos Vera, Carlos Floriano) disfrutan de interlocución directa con el gran jefe y eso le molesta.

En esos años de sufrimiento, una íntima amiga canaria invita a Cospedal a una boda con un sobrino del exalcalde popular de Madrid, José María Álvarez del Manzano, y de su primo, Ignacio López del Hierro. Como el propio López del Hierro confesó esta semana en su comparecencia ante la comisión Kitchen del Congreso, su trayectoria política no está ligada al PP. Fue con 27 años gobernador civil de Toledo en la Transición con UCD. Y así conoció a otros compañeros, como Pedro Ñuñez Morgades, luego diputado y delegado del Gobierno en Madrid con el PP. Morgades introduce a López del Hierro en el mundo de El Verde, el bar de compadreos para muchos dirigentes del PP junto a Génova 13, donde se ubica la sede de la formación política.

Cuando López del Hierro y Cospedal inician su relación, y se casan en 2009, el veterano expolítico es ya un conseguidor de contactos. Ha pasado por los consejos de administración de media docena de importantes empresas y, de su etapa de gobernador aporta la conexión con conocidos comisarios. No es solo Villarejo. También Andrés Gómez Gordo, al que Cospedal se llevó del entorno de Francisco Granados, exconsejero de Transportes de Madrid, y su “gestapillo” a Castilla-La Mancha como director de Documentación y Análisis, a 20 metros de su despacho en el palacio de Fuensalida. Gómez Gordo fue quien, en 2013, puso en contacto a la trama Kitchen con Sergio Ríos, el chófer de Bárcenas, para convertirle en confidente.

López del Hierro participó en esos años con Cospedal en reuniones secretas y grabadas en la planta noble de Génova 13 con Villarejo para que les pusiera al día sobre sus pesquisas sobre Bárcenas. El miércoles, ante el Congreso, López del Hierro compareció dos horas y media, y apenas contestó a nada. Cospedal no llegó a ser interrogada, pero se molestó ante el desplante de la Cámara, que no la avisó en tiempo y forma de que había sido desconvocada su comparecencia. Luego, el matrimonio se reunió y se marcharon juntos de paseo por la calle de Alcalá.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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