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Aznar gana, pero necesita pactos para gobernar

Los nacionalistas de Jordi Pujol son de nuevo la clave para la estabilidad del Ejecutivo

Carlos Yárnoz

España entró ayer en una fase de difícil gobernabilidad. José María Aznar superó a Felipe González, pero, con sus 156 escaños, se quedó muy lejos de lograr la, "mayoría suficiente" que se había fijado. El PSOE, con 141 diputados, perdió 18, y aunque su derrota fue mucho menor que la prevista, tampoco le bastarán los apoyos de la legislatura anterior para formar Gobierno. Como en el pasado mandato, Jordi Pujol -con 16 diputados, uno menos que en 1993- tiene la llave para permitir, que ahora Aznar llegue a La Moncloa. Anoche dijo que su formación "plantará cara al PP" y que las urnas demuestran que "mucha gente tiene miedo" al PP. González dijo que propondrá al Rey que gobierne el partido con más escaños, sin descartar "otras posibilidades".

Los españoles entregaron ayer al centro derecha parte del poder que le negaban desde hace más de 13 años y, a la vez, castigaron a los socialistas. Pero ni el triunfo del PP ni el correctivo al PSOE aclararon ayer quién ni con qué apoyos gobernará.Ni si quiera despejaron la hipótesis de que los resultados desemboquen en breve en nuevas elecciones (en la segunda vuelta de la investidura, Aznar puede obtener más votos en contra que a favor: 161 votos síes si se abstienen los nacionalistas; pero los noes pueden su mar 166, con PSOE, IU, EA, ERC y BNG). El PP tendrá a mayoría relativa más exigua de la reciente democracia y se sitúa sólo 1,4 puntos por encima del PSOE y a 360.000 votos. Con los 156 escaños de su partido, Aznar, alejado incluso de la "mayoría suficiente" -no ya absoluta- que él mismo se fijó, debe negociar con otros. Su puestamente, el PP puede sumar los 4 escaños de Coalición Cana ria y el de Unió Valenciana, con lo que alcanzaría 16 1. A partir de ahí, también tendría que pactar al menos el apoyo de Convergència i Unió (CiU) y así contaría con el de 177 diputados, uno más que la mayoría absoluta. Los nacionalistas catalanes, como los vascos, han sido especialmente críticos con el PP esta campaña electoral. Además, Cataluña y País Vasco, por diferentes razones, junto con Andalucía y Extremadura, actuaron ayer de frenos en el avance del PP. En su primera aparición pública tras conocer los resultados, Aznar dijo que gobernará si tiene esa responsabilidad, pero también habló de "tender la mano" una expresión que se interpretó como una invitación a negociar con los nacionalistas. Estos, en cambio, se mostraron satisfechos de que el PP no tenga mayoría absoluta. Pujol se declaró contento por haber "plantado cara" al PP. Eso sí, precisó que debe gobernar "el partido que ha ganado las elecciones". A pesar de todo, un pacto PP CíU se presenta como la hipótesis más probable para un Gobierno de relativa estabilidad. Todo parece indicar que Aznar tendrá que caer en la mismas manos que tanto ha criticado cuan do apoyaban a González.

Para González, la posibilidad de seguir gobernando se presenta como una misión todavía más complicada y difícil. Sus 141 diputados le obligan a buscar apoyos mucho más extensos que los obtenidos en la pasada legislatura. Con los de CiU y PNV -y hasta con el de EA- alcanzaría sólo 163. González felicitó anoche a Aznar y se mostró partidario de que el Rey encargue formar gobierno al partido "con más escaños" pero abrió otras incógnitas al matizar que si el PP no puede constituir el Ejecutivo habrá "otras posibilidades".

En ambos casos, caben dos hipótesis de pactos contra natura. La primera sería un pacto a la griega: el casi imposible apoyo de los 21 escaños de IU a Aznar. La segunda, casi increíble, consistiría en sumar al PSOE los escaños nacionalistas y los de IU.

Al evaluar el veredicto de las urnas, fueron significativas las declaraciones de Arturo Gil, vicepresidente de la CEOE, quien dijo a Efe que "el limitado triunfo" del PP no despeja la incertidumbre política. Para él, habría sido mejor que Aznar pudiera gobernar sin apoyos.

En cualquier caso, la jornada de ayer representó dos claros vuelcos. El primero, el del mapa electoral. El PP se quedó lejos de sus aspiraciones, pero se ha convertido en el partido hegemónico de España. Aznar controla 10 de las 17 autonomías y 40 de las 52 capitales de provincia, y tiene ya a su alcance la posibilidad de hacerse con el gobierno del Estado.

Pero si las encuestas fallaron al vaticinar un amplio triunfo del PP, aún erraron más al cifrar el varapalo para el PSOE, que incrementó los 9 millones de votos que obtuvo en 1993, si bien el censo es superior ahora. La posible clave estuvo en la amplia participación, que superó el 78%, y en el tenue avance de IU.

En Andalucía la experiencia de los apoyos entre IU y PP ha jugado en contra de ambos. La coalición de Julio Anguita bajó siete escaños en el Parlamento andaluz y Javier Arenas perdió uno de los 41 que tenía. El PSOE, contra todo pronóstico, rozó la mayoría absoluta.

El disgusto de Anguita en Andalucía fue sólo el culmen de lo ocurrido a escala nacional. Estancado en la tercera posición, desaprovechó la inmejorable oportunidad de pescar votos del PSOE y fracasó en su intento de presentar a IU como la única fuerza real de izquierdas.

Los nacionalistas vascos (PNV y HB) mantienen sus escaños, aunque los abertzales radicales pierden 25.000 votos.

Dos meses, para la investidura

Los ciudadanos no eligieron ayer presidente del Gobierno. Eligieron diputados, que son los que lo votarán en el Congreso. El 27 de marzo se constituirán las nuevas Cortes. Cinco días después tendrán que estar formados los grupos parlamentarios: el 2 de abril como, tope., Tras las consultas del Rey con los líderes de los partidos se convocará la sesión de investidura del nuevo presidente. Podría ser a partir del 3 de abril, o la semana siguiente, entre los días 9 y 11.Para que el candidato sea investido presidente en la primera sesión, necesita la mayoría absoluta: 176 votos. De no conseguirlo, algo que parece muy verosímil, habría que convocar al Congreso 48 horas después de la primera votación. Bastaría entonces la mayoría simple, aunque para conseguirla el candidato -previsiblemente José María Aznar- necesitaría que se abstuviesen varios grupos de la oposición. Si, por el contrario, los votos en contra sumasen más que los a favor, habría que convocar sucesivas sesiones, en las que podría haber nuevos candidatos. No sería descartable, en este caso, ' que uno de ellos fuera Felipe González. Si dos meses después de la primera votación ninguno obtuviese la mayoría simple, el Rey disolvería las Cortes y convocaría nuevas elecciones.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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