Sánchez rebate el discurso de Podemos sobre la democracia y las protestas en la calle
La formación de Iglesias matiza que su apoyo a las manifestaciones no supone ningún amparo a la “minoría” violenta
Pedro Sánchez solo ha necesitado una frase de 11 palabras para dejar clara este viernes su distancia de sus socios de Unidas Podemos. “En una democracia plena como es España, la violencia es inadmisible”, dijo el jefe del Ejecutivo, y de un plumazo rebatió así las posiciones de la formación de Pablo Iglesias sobre la calidad del sistema democrático, al tiempo que marcaba distancias con las renuencias de algunos de sus dirigentes a condenar los disturbios en las protestas por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. Dirigentes de Unidas Podemos matizaron, al mismo tiempo, que apoyar las protestas no equivale a amparar la violencia.
La creciente tensión entre las dos fuerzas del Gobierno se relajó un tanto este viernes. Sánchez marcó claramente sus distancias y desautorizó de forma velada el discurso de sus socios, pero cuidándose de no dirigirles reproches directos. Lo mismo que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien, en una tensa comparecencia en el Congreso, evitó valorar la actitud de Unidas Podemos, pese a que la oposición le conminaba, con las acusaciones más gruesas, a que movilizase incluso a la Fiscalía contra Pablo Echenique, portavoz parlamentario de la formación de Iglesias. A este último, la portavoz de Interior del PP, Ana Belén Vázquez, lo llegó a acusar de “pedir más caña a los manifestantes”.
Hubo muy duras críticas de algunos socialistas a Unidas Podemos, pero procedentes de los habituales en la materia: los barones socialistas de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, además de la ministra de Defensa, Margarita Robles, la más tenaz en este cometido dentro del Gobierno. Por el lado de Unidas Podemos contribuyeron a la distensión declaraciones de dirigentes como el presidente de su grupo parlamentario, Jaume Asens, quien afirmó en una entrevista en Catalunya Ràdio: “Nosotros apoyamos a los manifestantes, como ha dicho Echenique, pero no significa que estemos de acuerdo con los disturbios que hace una minoría y que no representa a las personas que están indignadas”.
Sánchez, que precisamente estaba este viernes con Fernández Vara en un acto en Mérida, quiso ser tajante en su condena a la violencia para tratar de frenar una controversia que, además de seguir enturbiando el clima en el Gobierno, ha dado alas a un PP que atravesaba una semana horribilis tras su fiasco en las elecciones catalanas. La violencia, proclamó el presidente, es “la negación de la democracia” y supone un “ataque” a las libertades. “No hay causa, ni lugar ni situación que pueda justificar el uso de la violencia”, enfatizó.
Eso no implica que la parte socialista del Gobierno no comparta algunas de las inquietudes de sus socios y de los manifestantes tras el ingreso en prisión del rapero condenado por enaltecimiento del terrorismo. El presidente defendió que el derecho a la libertad de expresión ampara “incluso la de los pensamientos más infames y absurdos”. Y reiteró que el Ejecutivo pretende acometer reformas legales al respecto, porque “existe un amplio consenso dentro de la sociedad para amparar mejor la libertad de expresión”. También el ministro del Interior invitó en el Congreso a todos los partidos a “reflexionar” sobre el marco legal que regula estas cuestiones. Marlaska asumió que hay que perseguir las manifestaciones que “provocan violencia y odio”, pero advirtió que “se debe ser muy cuidadoso en la respuesta” legal, sobre todo cuando se imponen penas de cárcel.
Marlaska comprobó de primera mano en la Comisión de Interior del Congreso cómo ha subido la tensión por los sucesos de los últimos días y los grupos de la oposición han recuperado su registro más vociferante. Por momentos, el debate —que en teoría era para examinar la gestión del temporal Filomena— resultó tumultuoso. El diputado de Unidas Podemos Enrique Santiago replicaba airado a uno de Vox, en medio de un gran barullo: “¡Le estoy diciendo, caballero, que en mi familia también hay muertos por tiros en la nuca!”. Javier Ortega-Smith, de Vox, clamaba a gritos contra “la extrema izquierda marxista y comunista, la de la checa y el tiro en la nuca”. Y el propio Marlaska acabó encarándose con la popular Ana Belén Vázquez para afearle su “mala baba”. Vázquez había intentado antes hacer una gracia preguntándose si, durante los días del Filomena, el ministro “estaría en Chueca”, el barrio rosa de Madrid.
Aunque no fuese el motivo de su comparecencia, el ministro ya arrancó con una condena a la violencia y una defensa sin matices de la actuación policial, también cuestionada por Unidas Podemos. De poco le sirvió ante la acometividad de la derecha. Vox le exigió que “defienda a la Policía de las hordas de sus socios de Gobierno”. Vázquez, policía de profesión y una de las diputadas más vehementes de la Cámara, no le dio tregua. “¿Esta usted con el señor Echenique, ese impresentable que incita a la violencia?”, le desafió. “Iglesias es culpable, Sánchez es responsable y usted pone el silencio cómplice”. Pese a la insistencia de la popular y del diputado de Ciudadanos Miguel Gutiérrez —este en términos mucho menos exaltados— el ministro no dijo una palabra contra sus socios de Gobierno.
Hasél publicó un tuit el pasado 16 de mayo, el día que murió Julio Anguita, en el que afirmaba que “el régimen llora a uno de los suyos” y acusaba al dirigente comunista de “silenciar torturas y asesinatos”. El caso lo relató durante el debate Enrique Santiago, también secretario general del PCE, para subrayar que su formación no comparte en absoluto las ideas del rapero, aunque proteste por su entrada en prisión. Sin críticas a Interior, Santiago sí lamentó que la policía “con todos los medios y recursos a su alcance, no sea capaz de controlar una manifestación”. “Aunque eso no justifica la violencia”, precisó.
"Condenar la violencia no te convierte en casta"
Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, mostró su irritación por la postura de Unidas Podemos e ironizó recordando a sus dirigentes que “no les convierte en casta condenar la violencia”. García-Page consideró que algunos no solo no condenan la violencia, sino que “la jalean". Y añadió: “Mientras unos son el Gobierno, otros solo están en el Gobierno. Y están para lo que están”.
Guillermo Fernández Vara: “La diferencia que existe ahora mismo en nuestro país es que hay un partido intentando gobernar y hay otros que están intentando que no haya Gobierno. Esa es la cruda realidad”, dijo el presidente de Extremadura. Para Fernández Vara, “Podemos pone muchas veces encima de la agenda aquello que le permite marcar diferencias”. "Cuando vives obsesionado por ver, no qué compartes con el conjunto de las fuerzas políticas, sino qué es lo que nos divide, al final ocurre lo que está ocurriendo: una profunda división de la clase política que se está trasladando a la calle”.
Margarita Robles, ministra de Defensa, subrayó que en democracia nunca es justificable “la mínima complicidad, silencio o aceptación” de la violencia. Preguntada por las afirmaciones de dirigentes de Podemos, Robles respondió: “Un responsable político tiene que condenar la violencia y en ningún caso justificarla”.
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