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PSOE y Podemos llevan sus “deslealtades” al Congreso

Los socialistas reprochan a sus socios descoordinación y los podemistas que los ministros de Sánchez vayan por libre

El portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, y la ministra María Jesús Montero, el 16 de diciembre.
El portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, y la ministra María Jesús Montero, el 16 de diciembre.J.J. Guillén (EFE)
Javier Casqueiro

Las deslealtades son subjetivas. Esa es la opinión de miembros de la dirección de Unidas Podemos y también del PSOE en el Congreso. En eso coinciden. En quién es el mayor culpable de esos comportamientos no pactados, no. También están de acuerdo en orillar las discrepancias puntuales y quedarse con lo relevante: las votaciones. En eso los dos socios del Gobierno de coalición no se desmarcan. Votan juntos en casi todo. Una vez aprobado el primer proyecto de Presupuestos del Estado para 2021 de este inédito Ejecutivo las discordancias han aflorado con más fuerza y en público, dentro del Consejo de Ministros y, por extensión, entre sus grupos parlamentarios en las Cortes.

“La deslealtad siempre parece en este caso del socio menor con el mayor y las deslealtades son de los dos lados y en esta relación siempre parece que los culpables somos nosotros y no es así”, explican desde la dirección del grupo que preside Pablo Iglesias. Y ponen el penúltimo ejemplo, registrado la semana pasada, con la proposición impulsada unilateralmente por el PSOE sobre la ley de igualdad de trato, un proyecto que tenía a su vez muy avanzado la ministra de Igualdad, Irene Montero, de Podemos. El PSOE rechaza esa versión y asegura que Podemos estaba avisado de que llevaban años trabajando en ese plan y de que habían quedado en que su presentación correspondería a los grupos parlamentarios y, en concreto, para que pudiese entrar a debate en el próximo pleno, al cupo reservado para los socialistas.

Esa evidente discrepancia, que las dos formaciones admiten, esconde otras luchas que se dilucidan en la coalición del Gobierno y que en Podemos identifican en la disputa entre la vicepresidenta Carmen Calvo e Irene Montero por ver quién patrimonializa las políticas feministas del Gabinete. Desde el PSOE ya se avisó a Montero en una anterior polémica que a lo peor tenía problemas para llevar adelante en la Cámara su proyecto emblemático de Ley de Libertad Sexual, conocida como ley del solo sí es sí. Sigue pendiente.

El Congreso es, en ese sentido, un terreno de juego para mostrar la temperatura en cada momento de una relación complicada, condenada a durar porque entre los dos grupos suman 155 escaños, a 21 de la mayoría absoluta.

En Unidas Podemos asumen sin complejos que discuten normalmente con el PSOE, pero destacan un detalle no menor: “En la práctica siempre votamos con ellos, ahí mostramos nuestra lealtad, no nos vamos a votar con la oposición”. Y recuerdan lo que sucedió este lunes. Estaba convocada una Diputación Permanente para que la oposición, e incluso socios habituales del Ejecutivo, reclamasen la comparecencia de despedida y balance del ya exministro de Sanidad, Salvador Illa. El presidente de su grupo, Jaume Asens, acudió a la sala de prensa, antes de ese debate, y criticó con dureza “que el candidato Illa no dejase comparecer al ministro Illa” y lo repitió en la sesión. Al final, Podemos votó con el PSOE e impidió varias comparecencias y sus consiguientes reprobaciones.

En la cúpula socialista remarcan que en el Congreso lo relevante son las votaciones. “De vez en cuando hay disfunciones, y es normal porque somos dos grupos con ideas y culturas políticas distintas, pero en la acción legislativa no ha habido apenas problemas”, señalan en el PSOE y exhiben la buena y permanente relación de ambos portavoces, Adriana Lastra y Pablo Echenique.

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Desde Podemos precisan: “Nuestras discrepancias son verbales, porque los ministros que tienen poder son los del PSOE y suelen ir por libre y a nosotros nos queda la palabra”. Y recuerdan que hace más de dos meses que no se reúnen los grupos.

Los marcajes de ambos lados no se suelen registrar en el panel de votos. El caso más llamativo se produjo el 1 de diciembre cuando algún miembro de Unidas Podemos acudió al registro de la Cámara con ERC y EH Bildu para firmar, sin conocimiento del PSOE, una enmienda a los Presupuestos para prohibir los desahucios hasta 2022. Aquel día estuvieron a punto de pasar muchas cosas.

Desde la dirección socialista se llamó a Echenique para reprocharle esa acción y transmiten con estupor que ese dirigente desconocía esa actuación que encabezó Enrique Santiago, portavoz adjunto y secretario general de Izquierda Unida. En Podemos lo niegan. El PSOE sí ha constatado en varias ocasiones durante este mandato que en Podemos y sus diferentes marcas y confluencias hay muchos dirigentes con poder de firma. En Podemos tildan esa visión como “desleal” y dicen que todas sus actuaciones se coordinan a través de un chat de la dirección, en el que también está Iglesias. Y que siempre se comunica a Echenique cuando se van a producir comparecencias, como pasó el lunes con la de Asens contra Illa, aunque no su contenido.

Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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