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El Gobierno se moviliza para proteger al Rey del escándalo del emérito

La Moncloa trabaja para que el discurso de Navidad de Felipe VI sirva para reforzar la Corona

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el rey Felipe VI, en el Patronato del Instituto Cervantes en el Pardo, el 6 de octubre.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el rey Felipe VI, en el Patronato del Instituto Cervantes en el Pardo, el 6 de octubre.Kiko Huesca
Carlos E. Cué

Nadie oculta en privado su gravedad. El escándalo del rey emérito, lejos de remitir, se recrudece con nuevas noticias, como la regularización fiscal de Juan Carlos I y su intención de regresar a España cuanto antes. La Moncloa lleva meses trabajando con La Zarzuela para intentar proteger la Monarquía y separar la figura de Felipe VI de la de su padre. “No se juzga a la Corona, se juzga al anterior jefe del Estado”, insiste Pedro Sánchez. El nuevo hito de esa estrategia para proteger la institución es el discurso de Navidad del Felipe VI. La Moncloa, a través de Carmen Calvo, ya trabaja con La Zarzuela para que ese mensaje fortalezca la tranquilidad respecto a la jefatura del Estado. La idea es que el Rey aborde el asunto, pero aún está en discusión la forma en lo que lo hará.

La Moncloa también se ha movido para trasladar la idea de que un regreso a España de Juan Carlos I no es oportuno. Pero este último es un asunto mucho más delicado que solo Felipe VI puede resolver. Su padre tiene libertad total de movimientos y nadie puede impedirle el regreso, pero en el Gobierno confían en que Felipe VI sabrá gestionar la situación. La Moncloa ya se movió en julio para que el rey emérito abandonara La Zarzuela ante las noticias sobre los movimientos opacos en el extranjero de su fortuna que el propio Sánchez calificó como “inquietantes y perturbadoras”.

El día que pronunció esa frase, el 8 de julio, en una comparecencia conjunta con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, los periodistas en la sala de prensa de La Moncloa se miraron con sorpresa. Nadie esperaba una respuesta tan tajante. En ese momento empezó una operación en la que La Moncloa se mueve abiertamente para separar al rey Felipe VI de su padre, algo nada sencillo en una institución hereditaria como la Monarquía. Durante las siguientes semanas, La Moncloa maniobró en la sombra todo lo que pudo hasta que finalmente Juan Carlos I abandonó La Zarzuela. Pero no era el final que esperaba el Gobierno: ni le gustó que se fuera de España, ni mucho menos que eligiese Abu Dabi.

El malestar que se percibe entre los miembros del Ejecutivo con Juan Carlos I, que tardó dos semanas en autorizar a La Zarzuela a informar de su paradero, es notable. También han dejado claro el malestar por las irregularidades fiscales. “El rey emérito tiene las mismas obligaciones fiscales que los demás”, dijo Sánchez el viernes. Pero el Gobierno, o al menos la parte socialista, ha apostado abiertamente por proteger a la Monarquía cueste lo que cueste. Sánchez está siendo muy claro: el PSOE renuncia a su vocación republicana porque en 1978 no prosperó la enmienda en la que se proponía instaurar la república y aceptó la Monarquía parlamentaria, y se mantendrá fiel a ese pacto constitucional.

Lejos de los exmilitares ultras

La relación entre Felipe VI y Sánchez es buena, señalan en el Gobierno. Sin embargo, el Ejecutivo trabaja para que el Rey sea muy claro en el discurso de Navidad. A La Moncloa le preocupa que la Monarquía pueda quedar vinculada a la derecha. Al contrario de lo que sucedía en 1978, cuando la extrema derecha se alejó del Rey por abrazar la democracia, ahora lo reivindica e incluso algunos militares ultraconservadores le mandan cartas pidiéndole que actúe. La decisión de no contestar es discutida dentro del Ejecutivo. Algunos ministros creen que debería responder públicamente o hacer una mención clara en el discurso de Navidad para desvincularse completamente de esos movimientos ultraderechistas. Otros creen que sería darle dimensión a un grupo muy minoritario dentro del Ejército.

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Las tensiones más fuertes son con Unidas Podemos. De hecho hay ministros de este sector, como Alberto Garzón, que nunca han acompañado al Rey en sus actos. Garzón fue el que más claramente criticó a Felipe VI por la llamada que hizo al presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, en plena polémica por la ausencia del Rey en un acto en Barcelona, decidida por el Gobierno. Esa llamada generó una tensión muy fuerte con Unidas Podemos, pero también causó malestar en La Moncloa, aunque La Zarzuela aclaró después que no tenía ninguna intención de poner en cuestión decisiones del Gobierno y solo era un mensaje de cortesía.

Entre los ministros socialistas también hay malestar con Unidas Podemos por utilizar el momento de debilidad de la institución para reactivar el debate republicano y promover comisiones de investigación en el Congreso. El último vídeo de Unidas Podemos sobre el escándalo del rey emérito con la música de la serie Narcos ha sentado mal en el PSOE. Sin embargo, Sánchez parece haber asumido que es algo con lo que la coalición debe convivir. Es una especie de discrepancia pactada. “PSOE y Unidas Podemos somos diferentes, pensamos distinto en este asunto”, suele contestar.

El PSOE tumbará el debate sobre la república

Aunque Pablo Iglesias insiste en público en que en algún momento las bases del PSOE le obligarán a girar en este asunto, en el entorno de Sánchez tienen clarísimo que eso no va a suceder. El PSOE tumbará, como ha hecho hasta ahora, con los votos del PP y Vox si es necesario, cualquier intento de abrir un debate en el Congreso sobre la Monarquía que promueva Unidas Podemos con nacionalistas e independentistas.

De hecho, Sánchez y su equipo llevan el contacto con La Zarzuela de forma absolutamente reservada y no informan a Unidas Podemos de ningún movimiento. El grupo de Iglesias está convencido, por el contrario, de que el debate Monarquía/república se está instalando poco a poco en la sociedad y en las bases progresistas, también las del PSOE, con lo que a medio plazo se acabará convirtiendo en un asunto central en el debate político. Iglesias cree que es la propia derecha la que más está perjudicando a la Monarquía, pero su grupo tiene instrucciones de seguir con la presión al menos en el Congreso, donde esta semana se decidirá si la Mesa acepta tramitar las comisiones de investigación solicitadas por varios grupos, entre ellos Unidas Podemos.

Son días de máxima tensión ante la posibilidad del regreso a España del emérito y la elaboración del discurso de Nochebuena. La Moncloa, que suele mantener silencio oficialmente sobre todos estos asuntos, como la Casa del Rey, se apresuró a desmentir abiertamente que esté negociando con La Zarzuela un decreto para retirar el título de rey emérito a Juan Carlos I como mecanismo para que pueda volver a España, como informaban algunos medios. El Gobierno no es ajeno a ninguno de los movimientos de La Zarzuela, pero su línea de actuación no es esa, señalan en el Ejecutivo. Ellos trabajan con discreción para proteger a Felipe VI y la Monarquía, pero sobre todo para zanjar cuanto antes una crisis que ha alcanzado unas dimensiones muy superiores a las que nadie imaginó cuando se produjo en 2014 la abdicación de Juan Carlos I.

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