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Casado rompe con Abascal y Vox para asentar al PP como la única alternativa en la derecha

El líder popular revienta tras dos años de críticas ultras y confirma el no a la moción de censura: “No somos cobardes, ni furia ni ruido, no queremos ser como usted”

El líder del PP, Pablo Casado, es ovacionado por los miembros de su grupo parlamentario tras su intervención en el Congreso, este jueves. En vídeo, resumen del discurso de Casado y de la réplica de Abascal.Vídeo: MARISCAL (EFE) / QUALITY

Pablo Casado ha reventado tras dos años de contención sobre Vox y, en particular, sobre su líder, su excompañero de tantos años en el PP, Santiago Abascal. En apenas 35 minutos, el presidente popular ha destrozado todos los argumentos y sueños de Abascal y su temeraria moción de censura, que ha fracasado con el menor apoyo de las cinco que se han realizado en la democracia. Casado ha roto, al menos simbólicamente, sus lazos con la ultraderecha, ha marcado un antes y después en su trayectoria política, y ha complacido al fin a los numerosos barones territoriales, dirigentes y parlamentarios de base de su partido que le reclamaban más moderación y propuestas alternativas al Gobierno más centradas.

Casado, además, ha entrado en el ámbito personal para descalificar a Abascal: “No es que no nos atrevamos o nos hayamos rendido o seamos cobardes, no; es que no queremos ser como usted, no somos como usted”. Abascal, tocado y sonado por los golpes inesperados, se ha reconocido “perplejo” y ya no ha remontado el vuelo. “Los españoles no comprenden esta pelea de ataques políticos y ataques personales”, ha intentado defenderse. Tras la intervención de Casado, en el PP hablan de “punto de inflexión” y “nueva etapa”.

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Casado no pronunciaba un discurso tan personal y reconocible desde la época en que ejerció como uno de los jóvenes vicesecretarios nacionales de la renovación que intentó Mariano Rajoy. La de hoy ha sido una intervención sin matices, sin las interpretaciones ambiguas de otras ocasiones. El discurso, redactado personalmente por él, deja sentado que no le une nada a la ultraderecha y al proyecto agresivo de Abascal y Vox. Fuentes de su entorno directo en la cúpula popular explican con entusiasmo que esa alocución la tenía muy pensada y planeada y defienden así la razón de haber mantenido oculto hasta el final el sentido de su voto negativo a la moción de censura de Vox. Casado quería y, efectivamente, ha logrado el golpe de efecto.

“En política lo que no es posible es falso”, comenzó el presidente del PP su intervención dirigiéndose a Abascal, con el que hasta hace poco mantenía una buena relación personal y contactos frecuentes. Acto seguido le acusó de hacer perder el tiempo a todo el mundo y a la clase política con esa moción inútil en medio de lo peor de la segunda ola de la pandemia de covid con ya un millón de afectados. “Mucho ruido y pocas nueces, como todo lo que hacen ustedes”, le soltó el líder del PP al de Vox sobre la iniciativa parlamentaria malgastada en vano.

“Sabe que la moción de censura es un mecanismo constructivo, así que lo que aquí se vota es si usted está capacitado para ser presidente de la cuarta economía del euro, y si su partido tiene la experiencia y la solvencia para liderar la nación más vieja de Europa. La respuesta ya era evidente y ha quedado aún más clara: no”, avanzó Casado al inicio de su discurso antes de confirmar al final que el PP votaría también no a esa censura, como los dos partidos de la coalición, PSOE y Unidas Podemos, y más socios que los que recabó Pedro Sánchez hace 10 meses en su investidura. Entonces, Sánchez sumó 165 votos a favor y 163 en contra. Este jueves ha habido solo 52 votos a favor de la moción de censura y 298 en contra.

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El líder del PP ha hilvanado una metralleta de descalificaciones a Vox y al proyecto tan personal de “odio, furia y ruido" de Abascal. Le ha acusado de ser “la pinza de Sánchez”, de fortalecer el bloque de investidura justo cuando más débil está, de “rellenar con argamasa sus grietas cada vez más profundas”, de haberse convertido en “el sueño del nacionalismo y el salvavidas y socio en la sombra” del presidente y la coalición gubernamental. “La izquierda llevaba 30 años queriendo que hubiera un partido como Vox: usted se lo ha regalado”, le ha espetado a Abascal, que se mostraba descolocado en su escaño.

”El PP no va a poner los coros ni la segunda voz al proyecto de ruptura de España, ni por la izquierda ni por la derecha. Ni al de Sánchez ni al de Vox", ha enfatizado Casado. El líder popular, destinatario en la sombra de la moción de censura, ha dado la vuelta al ataque. “Lo que quiere no es cambiar el Gobierno, que bien sabe que no lo va a conseguir, sino suplantar al PP. Pero abandone toda esperanza. No es el primero que lo intenta pero sí le aseguro que será el último”.

Casado, eso sí, intentó en sus arremetidas contra Abascal equipararle todo el tiempo con todos los males que atribuye a Sánchez, sobre toda su gestión en el Gobierno, al despreciarle incluso como su mera muleta. Pero sin obviar algunas cuitas pendientes que hacía mucho tiempo que necesitaba soltar. Fue ahí cuando reprochó a Abascal su “deslealtad” por ser tan desagradecido que no dice nunca nada bueno de un partido como el PP que le dio trabajo durante 15 años. “Hasta aquí hemos llegado”, le dijo en otro de sus golpes.

El máximo dirigente popular no ve a Abascal capacitado para presidir España y entiende, además, que no vive en el mundo real por los asuntos que aborda o que provoca. Y fue ahí dónde trazó el retrato de su proyecto: “Un PP que lidere la oposición y ofrezca una alternativa creíble, no subiéndose a autobuses descapotables y cabalgando un ejército de trols”. Casado ha resaltado que entre su partido y la formación ultra hay "tanta distancia como la que media entre el liberalismo reformista y el populismo antipluralismo, entre la economía abierta y el proteccionismo autárquico, entre la vocación europea y atlantista y el aislacionismo, entre el interés general y el oportunismo del cuanto peor mejor”.

Abascal se ha mostrado desconcertado, tocado, “perplejo”, ante la intervención de Casado. “Vuelve el PP de siempre, se ha quitado la máscara, se ha unido a la caricatura brutal [que hacen] de Vox y Abascal, al que usted conoce bien y sabe que no es así, no esperaba que esta fuera su intervención, lamento lo que ha hecho, dar una patada a la esperanza de miles de españoles con una equidistancia imposible”, ha acertado a decir. El líder de Vox ha aclarado, eso sí, que, pese al claro desmarque de Casado, su partido no romperá “por responsabilidad” los Gobiernos que sustenta con su apoyo externo en la Comunidad de Madrid, en Murcia y en Andalucía.

El vicepresidente segundo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, pidió intervenir en nombre del Ejecutivo para elogiar los mensajes moderados e inteligentes de Casado, aunque lamentó que hayan llegado tan tarde. En nombre del PSOE, su portavoz en la Cámara, Adriana Lastra, también aparentó agradecer el nuevo tono del dirigente popular con sus ataques a la ultraderecha, pero con mucha desconfianza: “Demuestre que su no de hoy no es un gesto oportunista. ¿O van a seguir mañana gobernando de la mano del fascismo? Señor Casado, hablemos de qué es lo que no quiere Abascal. La política no puede ser confrontación y bloqueo”.

Posteriormente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha ofrecido “parar el reloj” de la tramitación de la proposición de ley del PSOE y Unidas Podemos, criticada por la mayoría del mundo judicial y rechazada por la Comisión Europea, y emprender una nueva negociación con el PP para renovar el órgano de gobierno de los jueces. Tras el giro en el debate de Casado, que ha lanzado un duro ataque a Vox, Sánchez plantea aparcar la reforma que permite renovar 12 de los 20 miembros del Consejo General del Poder Judicial a través de una mayoría absoluta, y no de 3/5 como hasta ahora, si el PP se decide a volver a la negociación. El PP, sin embargo, exige que Podemos no participe en la negociación.


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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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