“Muchas juezas no se presentan a cargos porque dan por hecho que no las van a elegir”
La magistrada María Luisa Segoviano, primera mujer en presidir una sala del Tribunal Supremo, advierte de que mientras no haya un reparto equitativo de responsabilidades familiares, no habrá paridad en la cúpula judicial
Apenas 24 horas después de ser designada presidenta de la Sala Cuarta del Supremo, María Luisa Segoviano (Valladolid, 1950) no puede dar dos pasos en la sede del tribunal sin recibir felicitaciones. Su nombramiento para presidir la sala que se encarga de la jurisdicción social y laboral es un hito: es la primera mujer que preside una sala del Supremo en más de 200 años de historia. Ella se muestra tan exultante como reivindicativa. “Mientras no haya un reparto equitativo de responsabilidades familiares”, advierte, “no habrá paridad en la cúpula judicial”.
Pregunta. ¿Ha roto un techo que parecía inalcanzable?
Respuesta. Pues en cierto modo, sí. Porque en toda la historia del Tribunal Supremo no había habido una mujer presidenta de sala y son 208 años de historia. Y ya han pasado cerca de 17 o 18 años desde que accedió la primera mujer al tribunal.
P. ¿Por qué se ha tardado tanto?
R. El acceso de la mujer a la carrera judicial fue tardío y, aunque hoy hay más juezas que jueces, se suman otros factores. Pasaron muchos años hasta que se admitió que una mujer accediera al Supremo, y hacen falta 15 años de carrera para llegar al tribunal. Luego, una vez dentro, tienes que llevar tres para ser presidenta de sala...
P. En general las mujeres están infrarrepresentadas en todos los cargos discrecionales de la cúpula judicial. ¿Por qué?
R. Influye el factor tiempo, pero también otros como que las mujeres nos habíamos dedicado a la familia. Para las compañeras con hijos pequeños venir a Madrid a hacer un curso que les da méritos supone muchas dificultades; por lo que, al valorar méritos, quizá tengan menos que los hombres. Además, un cargo gubernativo requiere una dedicación extra y en determinados momentos no puede compaginarse. Hace falta un reparto equitativo de responsabilidades familiares, que se está alcanzando poco a poco.
P. A muchos puestos no concurren mujeres. ¿Falta motivación?
R. Hay mujeres que no se deciden porque dan por hecho que no van a ser elegidas. Y quizá no quieren someterse a un proceso de selección, que es duro. También por la asunción de cargas familiares que les impiden presentarse. Y hasta ahora no había conciencia de que era muy importante, y posible, acceder a estos cargos.
P. ¿Hay discriminación de género en la elección?
R. Se está tratando de evitar. Las normas del Consejo General del Poder Judicial tienen muy presente la perspectiva de género.
P. ¿Alguna vez se ha sentido discriminada como mujer juez en el Supremo?
R. La verdad es que no. Quizá porque yo también tengo un carácter así, reivindicativo. He tenido una magnífica relación con todos mis compañeros.
P. ¿Y ha visto discriminación aunque no la haya sufrido?
R. En el Supremo, no. Quizá porque somos pocas y hay gran respeto entre los compañeros.
P. ¿Qué se puede hacer desde el tribunal para eliminar las discriminaciones que sufren las mujeres en el ámbito laboral?
R. Algunas sentencias de esta sala han sido un aldabonazo que han llevado al legislador a modificar las normas existentes. Por ejemplo, el real decreto ley 6/2019 para conciliación de la vida familiar y laboral sigue muy de cerca una sentencia sobre un despido colectivo en el que se incluyó a una embarazada. La sala estimó que había que acreditar por qué, habiendo varios trabajadores con la misma categoría y conocimiento, se la despedía a ella. Esto se ha recogido por la ley.
P. ¿La legislación laboral española fomenta la desigualdad?
R. Las normas no pueden ser discriminatorias. Pero hay discriminaciones muy sutiles. Por ejemplo, un convenio colectivo que establece un complemento para una determinada categoría profesional, como camarero. Y para otra categoría con el mismo valor, como camarera de piso, no. Los camareros de un hotel suelen ser hombres y las camareras de piso, mujeres, por lo que ellas cobran menos.
P. ¿Las consecuencias económicas de la pandemia del covid-19 afectan también más a las mujeres?
R. Se complica todo mucho porque se dice que la solución es el teletrabajo. El teletrabajo da unos resultados buenísimos, pero hay que regularlo. El peligro es que lo realizas habitualmente en tu casa y si los niños no pueden ir al colegio la madre tiene que trabajar y atender a los niños. En realidad tiene que atenderlos también el otro progenitor, pero no siempre ocurre. Y esto puede generar un estrés máximo.
P. La normativa laboral surgida al amparo del estado de alarma generó cierta confusión. ¿Le preocupan sus consecuencias?
R. Al Supremo tardará en llegar. Pero los juzgados de lo Social y los tribunales superiores están viendo un incremento exponencial de pleitos sobre estos asuntos. En cuatro meses ha habido 13 normas de impacto laboral. Y a veces una norma reformaba lo de la anterior, lo que plantea problemas. Lo deseable es que lleguen rápidamente al Supremo y que se establezca una doctrina clara sobre la interpretación de algunas normas. De momento, se prevé un serio aumento de la litigiosidad sin incremento de efectivos, lo cual complica todo.
P. La sala que preside acaba de fallar que los riders son falsos autónomos. ¿Conviene legislar sobre esta materia?
R. No todos los riders tienen las mismas condiciones en el contrato. Los que tienen las condiciones que se dan en las de esta sentencia, son laborales. Pero hay que ver cada caso. Quizá sí es hora de legislar para regular esta situación, que es una realidad que no podemos obviar. No se puede estar pendiente de los tribunales para resolver asuntos que, si se regularan, estarían resueltos.
P. Ahora que está pendiente la renovación del Poder Judicial, ¿habría que primar la elección de una mujer para la presidencia?
R. Prefiero no comentar esta cuestión. Son cuestiones de oportunidad política y no me corresponde pronunciarme sobre ello.
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