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Sánchez admite en Suecia que tendrá que ceder para lograr un acuerdo sobre el fondo europeo

El primer ministro sueco rechaza que haya transferencias y cree que todo deben ser créditos

En foto, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el primer ministro sueco, Stefan Löfven, comparecen ante los medios en la residencia vacacional de Harpsund (Suecia). En vídeo, Pedro Sánchez defiende que todos los países deberán hacer algunas renuncias para acordar el fondo europeo.Vídeo: MONCLOA, EUROPA PRESS / EUROPA PRESS
Carlos E. Cué
Harpsund (Suecia) -

Todo parecía ir bien hace unas semanas, cuando Francia y Alemania presentaron su acuerdo que incluía un gran fondo de recuperación europeo con 500.000 millones de euros en transferencias directas de las que los principales beneficiarios serían Italia y España, los más afectados por la crisis. Pero poco a poco, a medida que se acerca la decisiva cumbre del viernes y sábado en Bruselas, las cosas se han complicado hasta llegar a un punto casi de bloqueo en el que está ahora la negociación. La gira de Pedro Sánchez, que le ha llevado en tres días a La Haya, Berlín, Suecia y París, ha consolidado esa sensación y prácticamente la certeza de que no habrá acuerdo este fin de semana, aunque en La Moncloa confían en que sí pueda lograrse en una segunda cumbre antes de que acabe julio.

En Harpsund, la residencia de verano de los primeros ministros suecos, al oeste de Estocolmo, Sánchez y el socialdemócrata Stefan Löfven han mostrado con claridad sus diferencias en la rueda de prensa conjunta, aunque fuentes del Gobierno aseguran que la posición del sueco es mucho más flexible que la del líder de los llamados frugales, el holandés Mark Rutte. “Lo que es problemático para nosotros es el volumen del fondo y que sea en transferencias y no en créditos. Nosotros queremos que sean créditos y no transferencias”, ha dicho Löfven. “Todos tenemos que hacer un esfuerzo y hacer renuncias para llegar a un acuerdo. Todos tendremos que ceder en alguna posición”, ha admitido Sánchez.

La negociación está prácticamente bloqueada, sobre todo por la resistencia de Rutte. La reunión con él fue mucho más dura que el tranquilo encuentro en la residencia de verano del primer ministro sueco, que ya visitó Felipe González en 1985 cuando lo invitó Olof Palme. Sánchez hizo noche allí y luego mantuvo un largo desayuno de trabajo con Löfven y su equipo. Y después se vio en París con Macron, con el que estuvo algo más de una hora. Ambos coincidieron en la necesidad de que haya un acuerdo en julio, informa Silvia Ayuso. Fuentes españolas aseguran que España y Francia esta vez coinciden en casi todo.

La clave está en la posición de Angela Merkel, con la que también se vio Sánchez el miércoles, y antes lo hizo el italiano Giuseppe Conte. Rutte, presionado por la opinión pública de su país y por la cercianía de sus próximas elecciones, desconfía de la capacidad de España y en especial de Italia de hacer grandes reformas modernizadoras. Y exige un mecanimo de control que le daría prácticamente derecho de veto sobre el uso del dinero: quiere que la aprobación de los planes de cada país se haga por unanimidad del Consejo Europeo. Eso implicaría, en la visión española, una especie de troika encubierta: Rutte podría exigir reformas delicadas, como tocar las pensiones, y negarse a entregar el dinero hasta que no se hagan. El tema de las pensiones, que surge de manera informal en las conversaciones entre los primeros ministros, es el que más problemas políticos genera en España e Italia. En el otro tema estrella, el de la reforma laboral, España ya hizo una muy dura en 2012 con el PP y ahora Sánchez tiene presiones europeas para que no la toque, al contrario de lo que tiene pactado con Unidas Podemos y le exigen los sindicatos.

La posición de Merkel es decisiva, aunque ella de momento se mueve entre dos aguas. No está de acuerdo con la exigencia de unanimidad de Rutte, y apuesta por una mayoría reforzada que evitaría los vetos, pero sí pide a italianos y españoles que cedan en otras cuestiones para lograr el acuerdo y sobre todo que den garantías de las reformas que tienen pensadas.

Löfven no está tan preocupado por esta cuestión de la unanimidad y la llamada gobernanza del fondo pero sí quiere bajar el porcentaje de transferencias, un asunto muy delicado para España e Italia, dos países ya muy endeudados —sobre todo el segundo— y que necesitan cuanto antes el dinero fresco sin aumentar su volumen de deuda. España e Italia, apoyadas aquí por Alemania y Francia, insisten en que no se puede bajar de 500.000 millones en transferencias, de los que 75.000 serían para España.

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La delegación española está satisfecha sobre todo con el encuentro con el socialdemócrata sueco, porque cree que los ha escuchado cuando le han explicado para qué necesita España el dinero y sobre todo cuando le ofrecen, como hicieron con Rutte y Merkel, garantías de que el de Sánchez es un Gobierno reformista que está dispuesto a acelerar gracias al fondo la modernización de la economía que ya tenía previsto.

“Queremos que nuestras economías sean más resistentes ante nuevas crisis. Somos un país que ya ha realizado reformas difíciles en el pasado. Esta pandemia ha acelerado grandes cambios en nuestro mercado de trabajo, por eso hay que centrarnos en estos desafíos. Estamos mostrando nuestro compromiso, que es muy claro: nuestra economía tiene que ser más resiliente, más ecológica, con un mayor peso del aspecto digital”, ha señalado Sánchez ante Löfven, que públicamente no ha cedido en ninguna posición ante el español y ha insistido en que no le gustan las transferencias.

El presidente ha explicado tanto a Rutte como a Merkel y su colega sueco, y por la tarde lo hizo con Macron, que España está haciendo muchas reformas —al hablar del mercado laboral se refiere sobre todo a la idea, pactada con sindicatos y patronal, de convertir los ERTE en algo estructural del sistema laboral español para permitir, como sucede en otros países europeos, que el ajuste no se produzca siempre con destrucción de empleo— también sobre asuntos sensibles para la opinión pública sueca como el cambio climático. “Durante la pandemia hemos aprobado cinco o seis leyes que afectan a cuestiones sobre el cambio climático, no se nos olvida ese compromiso con las generaciones futuras”, ha insistido Sánchez.

El presidente ha aprovechado así el viaje para intentar seducir a los países frugales con la promesa de que usará ese dinero para modernizar la economía española con reformas importantes. Pero Rutte sigue siendo el principal problema, porque quiere ir mucho más allá en las reformas —él es un liberal— y exige el derecho de veto, lo que supondría de alguna manera dirigir la política económica española desde La Haya, algo inaceptable para Sánchez. Todo indica que la cumbre será tormentosa, algo habitual en la escenificación europea antes de lograr un acuerdo. Pero Sánchez ya avisa de que no se logrará todo lo esperado.

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