La derrota de Calviño deja intactos los equilibrios internos del Gobierno
Una victoria habría reforzado a la vicepresidenta frente a Unidas Podemos y sectores del PSOE
Los sectores del Gobierno más enfrentados internamente a Nadia Calviño —todos los ministros de Unidas Podemos pero también algunos socialistas del ala más progresista— siguieron la votación del Eurogrupo con sentimientos encontrados. Por un lado, todo el Gobierno quería que la vicepresidenta ganara, porque era muy importante para España, porque era una apuesta fuerte del presidente, y porque una derrota implicaría, como ha sucedido, una victoria de las posiciones más conservadoras y liberales en Europa. Pero a la vez, algunos temían que una victoria que el Ejecutivo daba por hecha supusiera un desequilibrio interno al reforzarse la posición de Calviño, que suele apostar en los debates internos por la línea más centrista y cercana al sector empresarial. La derrota deja las cosas como estaban, según el análisis compartido por varios miembros del Gobierno, frente a una batalla importante que viene ahora: qué línea se sigue en la reconstrucción, qué Presupuestos se diseñan y qué medidas llegan tras el final de los ERTE.
“Que Nadia Calviño no vaya a presidir el Eurogrupo y que en su lugar vaya a hacerlo el candidato de países que defienden los paraísos fiscales es una mala noticia. Lo es para España y lo es para todos los que apostamos por una Europa más democrática y solidaria”, escribió en Twitter Pablo Iglesias al conocer la derrota de la vicepresidenta tercera. Nadie en el Gobierno, ni siquiera alguien como el líder de Unidas Podemos, que ha tenido choques importantes con Calviño en estos meses, deseaba esa derrota, según diversas fuentes del Ejecutivo. Pero sí había una inquietud importante en que la vicepresidenta tercera se convirtiera en la práctica en una vicepresidenta primera por su importancia como presidenta del Eurogrupo.
Sánchez insiste en cada intervención pública en los últimos días en que la coalición se ha soldado más que nunca durante el coronavirus. Y varios ministros consultados coinciden en que eso es cierto, y no ven ningún riesgo real de que se rompa. Pero eso no quiere decir que no haya batallas. De hecho en este momento hay varias paralelas —a la espera de que Sánchez cierre la negociación del gran fondo europeo de reconstrucción, que condiciona todas las demás decisiones políticas— para ver quién gana en los pulsos internos, si el sector más centrista o el más a la izquierda. El presidente, que decide finalmente todas las batallas, juega a hacer de eje de la balanza y acostumbra a reservarse su opinión hasta el final mientras deja que los ministros se fajen en las fases previas.
Calviño acumula ahora mucho poder interno, a pesar de ser la vicepresidenta tercera. Ella dirige la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, un órgano discreto sin gran perfil público pero donde se han producido buena parte de las batallas ideológicas más duras del Ejecutivo en estos meses. Allí se ha discutido sobre la profundidad de las grandes medidas económicas para paliar la crisis del coronavirus. Allí se han visto las enormes inyecciones a las empresas a través de las líneas de crédito del Gobierno, los ERTE, las ayudas a los autónomos, las moratorias del alquiler, las ayudas a la industria, a los distintos sectores como el automóvil o el turismo. Y allí se tienen que discutir ahora los grandes planes para la reconstrucción y los documentos que se enviarán a Bruselas para pedir el acceso al gran fondo europeo de recuperación.
Todo pasa por esa reunión clave en la que Calviño ejerce el liderazgo moderando los debates y tomando decisiones. Una victoria en la batalla del Eurogrupo habría supuesto para la vicepresidenta consolidar definitivamente su liderazgo total sobre las decisiones económicas, solo por debajo del presidente. La derrota no impide que siga dirigiendo esa reunión y liderando las decisiones clave, pero como mucho deja las cosas en el equilibrio anterior. Desde el entorno de la vicepresidenta señalan que es Sánchez quien marca esos equilibrios y por tanto nada habría cambiado con una victoria y tampoco lo hará con la derrota.
El funcionamiento actual seguirá. Cuando hay una discrepancia de fondo en la coalición, no es Calviño la que decide, sino Sánchez e Iglesias en sus habituales reuniones semanales. De hecho la vicepresidenta no está en la reunión estratégica y política clave que se produce todos los lunes en La Moncloa, llamada maitines, con Sánchez, Iglesias y sus núcleos duros políticos y de comunicación. La vicepresidenta seguirá, pues, con un papel protagonista en todas las decisiones económicas y en las grandes batallas internas del Gobierno, pero no tendrá más peso que antes, sino como mucho el mismo, según coinciden todas las fuentes consultadas.
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