Las horas que arruinaron las bazas de Calviño en el Eurogrupo
La ministra cree que uno de los países que le prometió el voto la traicionó
Nadia Calviño ya sabe lo volubles que son los apoyos en Bruselas. La ministra explicó este viernes que tenía comprometidos los apoyos de 10 países para su candidatura al Eurogrupo. Pero “alguien no hizo lo que se había comprometido a hacer”, lamentó. Tras esta derrota hay muchas versiones. Las horas que transcurrieron desde que la española se erigía como máxima en los cenáculos de Bruselas hasta que se conoció el resultado final se antojan decisivas. Los pequeños se aliaron contra el eje francoalemán. Los populares europeos cerraron filas con el candidato irlandés, que se acabó imponiendo. Fuentes diplomáticas señalan también que aunque París y Berlín la votaron no desplegaron su influencia porque estaban más pendientes de la decisiva cumbre de la próxima semana. Calviño agradeció el apoyo recibido por países que suponen más del 80% de la población y la riqueza de la zona euro. Era otra forma de evidenciar los desequilibrios y contradicciones del siempre complejo tablero europeo.
La ministra de Economía española saboreó la amargura de la medalla de plata. Y todavía más cuando en la primera ronda de la votación electrónica para la presidencia del Eurogrupo la vicepresidenta salió disparada y, según contó, logró nueve de los diez apoyos que le hubieran dado la mayoría simple necesaria para hacerse con la jefatura del órgano informal de los ministros de la zona euro. Se quedó a un voto. Y según reveló, antes de encender la videocámara que conectaba a las 19 capitales de la zona euro con Bruselas, pensaba que tenía ese sufragio.
Los equipos de Pedro Sánchez y Nadia Calviño trabajaron en las semanas previas para conseguir esos votos. También los socialdemócratas europeos trataron de amarrar todos sus gobiernos. En la reunión previa al Eurogrupo de los ministros socialistas la victoria se daba por descontada. “Teníamos el compromiso [de diez países] tanto a nivel de ministros como de primeros ministros”, sostuvo la vicepresidenta en una rueda de prensa.
La sorpresa saltó cuando el funcionario comunitario informó del resultado de la votación a Calviño. No tenía los diez votos. Los sufragios son secretos y solo los candidatos son informados de cuántos obtienen. Pero la vicepresidenta confirmó este viernes que logró nueve. Y ese fue el techo que no pudo superar, lo cual permitió que el irlandés Paschal Donohoe se encaramara al cargo.
La vicepresidenta no habló de traiciones, pero lo deslizó al decir que alguien faltó a su palabra. “Teníamos garantizados diez apoyos y es evidente, dado que hubo nueve votos, que uno de ellos no hizo lo que se había comprometido a hacer”, indicó. Es más, rechazó señalar a ningún país. “No creo que sea fructífero seguir dando vueltas a este tema. Nosotros miramos hacia adelante”, añadió.
España, de hecho, no quiso revelar cuáles eran esos diez apoyos. Fuentes diplomáticas coinciden en que Calviño llegaba con siete votos bien amarrados: España, Alemania, Francia, Italia, Portugal, Grecia y Finlandia. A partir de ahí, estas fuentes sostienen que la vicepresidenta también tendría los apoyos de Malta y Chipre y que habría estado negociando con el gobierno lituano. La votación secreta —y además electrónica— hace imposible saber quién se descolgó.
El resultado, de cualquier forma, fue un nuevo fracaso de la diplomacia económica española, como el que en su día ya vivió el entonces ministro de Economía Luis de Guindos. Y a pesar de brillar como la favorita en los medios internacionales, Calviño tampoco se ha prodigado en la prensa a pesar del interés por su candidatura. A diferencia de sus dos rivales, la vicepresidenta apenas explicó su programa a la opinión pública europea a través de los medios. Y mantuvo ese perfil bajo hasta el final: también marcando distancias con sus rivales, entró al Eurogrupo con un tuit sin mensaje.
En el complejo rompecabezas del reparto de cargos entre familias políticas, además, la pérdida de la presidencia del Eurogrupo también es un golpe para los socialdemócratas. Fuentes diplomáticas sostienen, de hecho, que el fiasco español no solo está en Madrid. “No hay que buscar conspiraciones. El PPE ganó a los socialdemócratas. Estos deberían haber llegado a un acuerdo o haber buscado el respaldo de los liberales de Renew. Fin de la historia”, sostiene un diplomático.
La victoria del PPE
La parte más amarga es, sin embargo, haber perdido con el apoyo de Alemania, Francia, Italia y España. En especial de los dos primeros. Es cierto que en la votación del jueves un país equivalía a un voto. Pero tradicionalmente esos Estados arrastran a otros, máxime si hacen campaña. Francia, sin embargo, se movió tarde. Fuentes diplomáticas admiten no haberse ocupado del asunto por la situación de emergencia del país y al considerar que Calviño no era la candidata oficial del eje francoalemán. “Había tres excelentes candidatos y eran ellos quienes tenían que hacer su campaña”, sostienen.
En el caso de Alemania, otras fuentes señalan que el vicecanciller Olaf Scholz sí actuó de forma activa a favor de la ministra española, siempre dentro de su talante “diplomático”. No fue el caso de la canciller alemana Angela Merkel. Si bien es cierto que en una entrevista arropó a Calviño y dijo que tenía apoyos dentro de su Gobierno, no fue más allá. “Podría haber roto la baraja dentro del Partido Popular Europeo”, dice un funcionario comunitario.
Calviño, preguntada al respecto, eludió referirse al papel de ambos socios y agradeció “a título personal e institucional” el “fuerte apoyo” que recibió su candidatura por parte “de países que representan más del 80% de la población y el producto interior bruto (PIB)” de la zona euro, de las diferentes familias políticas. “Yo creo que la lectura es que los países pequeños se reunieron en torno a un líder y el Partido Popular Europeo consiguió atraer a algunos de corte liberal”, sostuvo.
La interpretación de la rebelión de los países pequeños volvió a provocar cierto malestar de nuevo entre algunas de esas delegaciones. “Lo que ocurre es muy sencillo: Calviño es respetada, Donohoe gusta”, resumió otro diplomático. La propia vicepresidenta rechazó más tarde hablar de clanes. “No creo en una Europa basada en prejuicios, en clanes o etiquetas de norte, sur, este, oeste, grandes, pequeños... Creo que eso no es forma de avanzar ni esas etiquetas responden a la compleja realidad de estos países”, zanjó.
El lunes, en cualquier caso, empieza un nuevo mandato, el del irlandés Donohoe. Y este llamó ya este viernes a Calviño para pedirle su apoyo en la gestión de una compleja crisis que los ministros de la zona euro creen que requerirá de una posición fiscal expansiva también el año que viene.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.