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Los últimos del fútbol de tierra

El césped artificial ha barrido a los campos de tierra. Pero quedan núcleos de resistencia como la Liga Casa de Campo, nacida con la gran inmigración ecuatoriana hace un cuarto de siglo. Tras ser expulsada de su espacio original, pervive en Alcorcón conservando su nombre y su esencia popular

Un jugador del Palmeiras (los equipos de esta liga toman prestados nombre y equipación de equipos profesionales) se impone en el salto a otro del Milan.
Un jugador del Palmeiras (los equipos de esta liga toman prestados nombre y equipación de equipos profesionales) se impone en el salto a otro del Milan.David Expósito
Pablo de Llano Neira

Milan y Palmeiras disputan un partido trabado, el balón Mikasa va de un lado a otro, correoso, pesado, antediluviano, sale enflechado de un punterazo, los hinchas gritan con sus latas verdes de Mahou, siempre las verdes, nunca las rojas, señoras y señores despachan en coches raciones de fritada, de chaulafán, de yahuarlocro. En un reproductor viejo suena lloradito un vallenato cadencioso: “Los caminos de la vida / no son como yo pensaba, / como los imaginaba, / no son como yo creía…”. El fotógrafo pasea la mirada con la cámara al pecho y un hombre, Alfredo Quishpe, nacido hace 50 años en Cayambe, provincia de Pichincha, zona serrana y fría, cuenta que a los 12 se fue de casa, solo, a buscarse la vida en Quito, luego a Caracas tras acabar el bachillerato, y en 2003 a Madrid, donde conoció a su compatriota Amparo Calderón. Tuvieron dos hijos, formaron un hogar en Alcorcón y en Alcorcón se quedarán. “Hasta que Dios nos tenga aquí, como quien dice”. Alza el vuelo el portero del Palmeiras, Quishpe interrumpe su relato y exclama admirado: “¡Paradón!”.

El vuelo del portero del Palmeiras despegó hace un cuarto de siglo, en 1998, cuando en el contexto de una crisis inflacionaria en Ecuador comenzó la gran migración de ecuatorianos a España. En Madrid, unos cuantos se pusieron a jugar en el parque del Oeste, “entre los árboles”, dice Alfonso Guacallante, de 61 años, fundador y expresidente de la competición, en la que varios equipos toman prestado el nombre de clubes profesionales. Al encontrar un campo de tierra con porterías en la Casa de Campo se trasladaron allí y con ocho equipos fundaron la Liga Ecuatoriana Casa de Campo. De año en año la liga creció con la llegada de más ecuatorianos, hasta 30 equipos, y en torno al fútbol se fue generando una nutrida vida de comunidad. Cientos de personas se reunían a jugar, a escuchar música, a comer, a tomar trago, a desahogarse de sus jornadas de trabajadores sin derechos laborales, del día a día rehuyendo el reclamo policial: “Documentación”. Los fines de semana en la Casa de Campo se frustraron por el mal rollo que causó el barullo que hacían los que se empedaban de más, según dice Guacallante. La directiva de la liga intentó mediar, poner orden en la kermés. No fue posible. Los vecinos molestos intervinieron a la brava para que no pudiese tener lugar la liga ni lo que se formaba alrededor. “Cavaron hoyos en el campo”, afirma el fundador. Y los organizadores del campeonato decidieron buscarse otro terreno de juego.

La antropóloga ecuatoriana María Cristina Carrillo, especialista en migraciones y radicada en Madrid, interpreta el episodio como un caso de “lucha por la ocupación y apropiación del espacio” en el país de destino. “El migrante trata de hacerse con microespacios donde aterrizar de verdad y a los que puedan trasladar el imaginario de origen, sean parques, iglesias, escuelas. Esa procura de presencia en el espacio es, en el fondo, un asunto de visibilidad, de legitimación, y despierta en los autóctonos un sentimiento de amenaza”.

La expulsión de la Casa de Campo —o la decisión de la liga de irse y evitar el conflicto— se produce en 2005. Precisamente el año en que alcanza su pico la población ecuatoriana en España: casi medio millón, 10 veces más que en 1998, cuando se fundó la liga.

En 2005 la competición se traslada, migra, a otro campo fuera del municipio de Madrid, a Alcorcón, aunque conserva el nombre de Liga Ecuatoriana Casa de Campo. “Ya era parte de nuestra identidad”, explica el fundador. El nuevo sitio es otro campo de tierra donde habían jugado durante años los alcorconeros y que ya estaba en desuso. La España de la prosperidad inmobiliaria estaba en transición al césped artificial. Actualmente, según datos de la revista deportiva Relevo, apenas quedan clubes federados con campos de tierra, aun entre los más modestos. En Madrid, por ejemplo, son 15 de 2.101. En el País Vasco, ninguno de 1.624. Fuera del fútbol federado no existe estadística. No se sabe cuántas ligas amateur, más o menos pachangueras, se juegan en tierra. Quishpe dice que le suenan uno o dos sitios más en Madrid. Uno, dos, una decena, los que sean, son los últimos de una expresión del fútbol de antes que se va con una sociedad que prefiere que el balón ruede ligero, rápido, sin botes de conejo, que se siente más identificada con el fútbol como ejercicio orquestal, con el tiquitaca que condujo a España a la gloria, que con su anterior versión de combate viril, de despejes sin rumbo al berrido marcial de “¡salimos!”, rodillas de tierra y sangre, rostro embarrado en invierno, polvo e insolación en verano: ese fútbol-raza que también nos dio lo suyo aunque no tanto, y que sobre todo ya no casa con lo que somos o pretendemos, sea lo que sea lo que seamos o pretendamos. Solo una parte de nosotros mantiene vivo el fútbol de tierra.

“¡Uy!”, dice Quishpe. Patada brusca en el terreno de juego: “A ese se le fue la pierna muy larga”.

El campo actual ocupa un trozo de un amplio descampado. Está pegado a un polideportivo municipal y a un concesionario de coches. Por un lado el descampado linda con la avenida de Móstoles y con una vía de tren. Por otro lado se termina junto a la autovía M-50. En el entorno se ven edificios de desarrollos inmobiliarios recientes y el centro comercial X-Madrid, que, según la web de Turismo de la Comunidad de Madrid, “es el espacio comercial y de ocio destinado a reinventar la experiencia de compra y ocio: más tecnológico, más urbano, más extremo, más auténtico”. A la entrada tiene una cúpula de telas tensadas que a lo lejos, desde el campo de tierra, parece un gigantesco virus.

Entre los jugadores de la liga, e incluso entre los directivos, circula la idea de que el descampado es propiedad del Atlético de Madrid. Un funcionario del Ayuntamiento de Alcorcón explica que no es así: “Es una parcela municipal de uso dotacional”. Es decir, un sitio donde se podría hacer un parque u otra infraestructura de uso público, pero no levantar viviendas. El rumor de lo del Atlético viene de que, en efecto, el club y el Ayuntamiento estudiaron la opción de una cesión de suelo para que el equipo montase una escuela de fútbol-base. El Atlético desistió. Le salía demasiado caro.

El Ayuntamiento no tiene ningún proyecto para este suelo. La liga puede continuar. Cuando informamos de esto al vicepresidente, Alexis Guacallante, de 31 años, jugador del Bellavista e hijo del fundador, Alfonso Guacallante, se lleva una alegría: “Pues es una buena noticia. Si no nos quitan el campo, aquí quedan muchos años de fútbol de tierra. La gente está acostumbrada”.

La liga se juega sábados y domingos, todo el año menos dos semanas de agosto. Son 18 equipos, 540 jugadores. A veces no pueden jugar todos los partidos en tierra y alquilan el de césped artificial del polideportivo. Hace poco el fotógrafo del reportaje, David Expósito, también de Alcorcón y quien lleva años interesado por la liga y retratándola, pasó por uno de estos partidos en césped. Un jugador que estaba perdiendo le dijo: “Es que aquí no sabemos jugar”. Los más jovencitos de la liga, nacidos en España, prefieren la superficie sintética. Los mayores se apegan a la tierra. Es su fútbol. Su tierra.

Y en un polideportivo no habría lugar para los puestos de comida donde se reencuentran con el sabor ecuatoriano. “Ya no son platos que se hagan a diario en las casas. Aquí el hombre y la mujer trabajan y no hay tiempo. Además, estamos habituados a lo típico de aquí, al cocido, a los canelones, al filete con patatas”, dice Quishpe. Al borde del terreno de juego mira el partido y come una familia sentada en sillitas de tijera. Uno remueve una sopa. “Eso es yahuarlocro”, explica Quishpe. “Es una sopa con intestinos de cordero y patata. Está bueno normalmente, aunque depende del gusto”.

En un polideportivo tampoco podría sonar tan alto el conmovedor vallenato ni tan cañera y festiva la electrocumbia que pinchan al cabo de un rato.

No pagan por jugar en el solar. El resto se lo financian con las cuotas de los equipos. Quishpe, albañil, es el encargado de marcar las líneas del campo. Se suele usar tiza. Él usa escayola: “Es más barata y la encuentro fácil”. Para marcar las rayas se montó un carrito casero. “Compré una chapa galvanizada, dibujé una plantilla, la corté, la doblé y la armé con el tirador de un carrito casero de esos de ir a hacer la compra”. Hasta hace poco era un jugador más de la liga. Llegó a ganar un campeonato con el Palmeiras. Lo dejó cuando el entrenador dejó de contar con él. Era un portero ágil y bravo, aunque le había ido cogiendo miedo a la posición después de un golpe en su país y otro en España: “Fui a por un balón dividido y caí al suelo. Cuando abrí los ojos, había tres ambulancias a mi lado”.

La mayoría de los jugadores son de origen ecuatoriano, pero hay de otros países latinoamericanos.

Españoles de los de toda la vida —por llamarlos de alguna manera— solo hay tres. Preguntamos por qué al vicepresidente, Alexis Guacallante, un español de esta España que ya es otra España, y dice: “No lo sé. Pero es una buena pregunta”. Larga vida a la Liga Ecuatoriana Casa de Campo. Una liga de las de toda la vida.

Alfredo Quishpe fue portero de la liga. Ganó un campeonato con el Palmeiras. Ahora se ocupa de poner las redes y pintar el campo.
Alfredo Quishpe fue portero de la liga. Ganó un campeonato con el Palmeiras. Ahora se ocupa de poner las redes y pintar el campo.David Expósito
El vuelo del balón Mikasa.
El vuelo del balón Mikasa. David Expósito
Un córner repleto de flores. Es la única zona del terreno de juego que está un poco asilvestrada.
Un córner repleto de flores. Es la única zona del terreno de juego que está un poco asilvestrada.David Expósito
Gol de la victoria de la Juventus.
Gol de la victoria de la Juventus.David Expósito
Un jugador se queja del tobillo. El otro mira al árbitro diciendo que eso no ha sido nada.
Un jugador se queja del tobillo. El otro mira al árbitro diciendo que eso no ha sido nada.David Expósito
Dos jugadores después de un partido.
Dos jugadores después de un partido.David Expósito
Un directivo del club Milan, que a veces hace de entrenador, da indicaciones a sus jugadores.
Un directivo del club Milan, que a veces hace de entrenador, da indicaciones a sus jugadores.David Expósito
Miki, jugador del club Ecuador, en el suelo tras una patada de un rival del Palmeiras, que había sido su club anterior en la misma liga. El reglamento establece que el jugador sancionado con tarjeta amarilla paga dos euros, y el que se lleve una roja, cuatro.
Miki, jugador del club Ecuador, en el suelo tras una patada de un rival del Palmeiras, que había sido su club anterior en la misma liga. El reglamento establece que el jugador sancionado con tarjeta amarilla paga dos euros, y el que se lleve una roja, cuatro.David Expósito
Un portero de la liga ecuatoriana atraviesa la calle de camino al campo.
Un portero de la liga ecuatoriana atraviesa la calle de camino al campo. David Expósito
Una aficionada del club Ecuador.
Una aficionada del club Ecuador.David Expósito
El centro comercial X-Madrid, y en primer término, una mujer con su hijo ven el partido Bilbao-Juventus.
El centro comercial X-Madrid, y en primer término, una mujer con su hijo ven el partido Bilbao-Juventus.David Expósito
Dos mujeres preparan bocadillos para el final de un partido. También hay siempre gente que vende comida típica de Ecuador.
Dos mujeres preparan bocadillos para el final de un partido. También hay siempre gente que vende comida típica de Ecuador.David Expósito
Un capitán. Pueden ser multados con cinco euros si su equipo no se comporta.
Un capitán. Pueden ser multados con cinco euros si su equipo no se comporta.David Expósito
Futbolistas de la liga. De izquierda a derecha, en la primera fila: Esteban, Michael Fernando, Amílcar José, Paolo y Carlos Javier. En la segunda fila:  Ángel Aníbal, Juan, Patolín, Nelso y Mazache. En la tercera fila: Henry Camacho, Diego Armando, Marco, Micki y Carlos Ordóñez. En la cuarta fila: José, William, César Gustavo, Alexander y Tutislar Silva. En la quinta fila: Jhan, Fabián Araujo, Danilo, Luis Fernando y el árbitro Ricardo.
Futbolistas de la liga. De izquierda a derecha, en la primera fila: Esteban, Michael Fernando, Amílcar José, Paolo y Carlos Javier. En la segunda fila: Ángel Aníbal, Juan, Patolín, Nelso y Mazache. En la tercera fila: Henry Camacho, Diego Armando, Marco, Micki y Carlos Ordóñez. En la cuarta fila: José, William, César Gustavo, Alexander y Tutislar Silva. En la quinta fila: Jhan, Fabián Araujo, Danilo, Luis Fernando y el árbitro Ricardo.David Expósito
El árbitro Ricardo Rocha llama a los jugadores para iniciar el juego. El reglamento interno de la liga, con 90 artículos, blinda la figura del árbitro, aunque a menudo lo presionan en exceso y recibe alguna que otra ofensa.
El árbitro Ricardo Rocha llama a los jugadores para iniciar el juego. El reglamento interno de la liga, con 90 artículos, blinda la figura del árbitro, aunque a menudo lo presionan en exceso y recibe alguna que otra ofensa.David Expósito
Un jugador del Palmeiras (los equipos de esta liga toman prestados nombre y equipación de equipos profesionales) se impone en el salto a otro del Milan.
Un jugador del Palmeiras (los equipos de esta liga toman prestados nombre y equipación de equipos profesionales) se impone en el salto a otro del Milan.David Expósito


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