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La gestión circular del agua, clave para el futuro

El Día Mundial del Saneamiento nos recuerda la importancia de conseguir agua limpia para todos. Para ello, Agbar trabaja para mejorar la eficiencia del tratamiento de aguas residuales.

La ecofactoría BioSur de Granada.
La ecofactoría BioSur de Granada.@mariadelacruzruiz

Según datos de Naciones Unidas, cerca de la mitad de la población mundial, unos 3.600 millones de personas, no tienen acceso a servicios de saneamiento de agua, mientras que 2.200 millones no tienen acceso a agua potable, una situación directamente ligada a la transmisión de enfermedades. Por ese motivo, cada 19 de noviembre, Naciones Unidas nos recuerda con el Día Mundial del Saneamiento una realidad que sigue presente en muchos lugares del mundo, y que también está presente en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con el año 2030 como fecha clave. El cambio climático, además, agrava esta situación, ya que afecta directamente a la disponibilidad y calidad del agua y deteriora las instalaciones destinadas a su gestión.

Agbar, parte del grupo Veolia, es una compañía especializada en la gestión del agua, que presta servicio a 13,5 millones de personas en España en más de 1.100 municipios, y que actualmente es responsable del 23% del total del agua residual tratada en España cada año. A través de la innovación, la digitalización y la creación de alianzas con instituciones públicas y privadas, la compañía busca nuevas soluciones que ayuden a una gestión más eficiente y responsable de un recurso cada vez más escaso, así como sistemas que contribuyan a la preservación del medio ambiente.

Ecofactorías para el ciclo integral del agua

Con ese objetivo, Agbar prioriza el tratamiento de las aguas residuales para devolverlas a su entorno en las mejores condiciones, aplicando principios de economía circular. Uno de sus proyectos de referencia es el de transformar las depuradoras tradicionales en ecofactorías, un modelo en el que la digitalización permite regenerar de manera más eficiente este recurso y emplearlo en usos que van desde la limpieza de calles a los procesos industriales o el regadío de zonas agrícolas.

Depuradora Cabezo Beaza, en Murcia, otra de las instalaciones de Agbar.
Depuradora Cabezo Beaza, en Murcia, otra de las instalaciones de Agbar.

Un ejemplo es la biofactoría Sur de Granada, instalación que ha conseguido que el 100% del agua depurada se reutilice y se mantenga el caudal mínimo ecológico del río Genil. Por otra parte, la totalidad de los lodos, arenas y grasas que genera el proceso se utilizan como abono en agricultura o jardinería. Su modelo de gestión ha sido reconocido como buena práctica por la publicación European Circular Economy Stakeholder Platform.

Otra instalación de este tipo es la ecofactoría del Baix Llobregat, en Barcelona, una de las mayores y más modernas plantas de saneamiento de aguas residuales de Europa. Los acuíferos del delta del río Llobregat, una de las reservas principales de agua subterránea en la zona metropolitana de Barcelona, han menguado su capacidad desde mediados del siglo XX por el uso humano. Para revertir esta tendencia, se construyó en el acuífero principal del río una línea de pozos que reciben el agua regenerada procedente de esta ecofactoría. Esta inyección de caudal actúa como barrera contra la intrusión salina y mejora la calidad del agua del acuífero. De esta forma, el año pasado se consiguió sumar a estos pozos 679.105 m3 de agua regenerada.

En este modelo de instalación, el papel de la tecnología es clave. Por ello, Agbar integra la digitalización en todos sus procesos productivos, automatizando, robotizando e implementando soluciones de inteligencia artificial con el objetivo de poder gestionar las reservas de agua en tiempo real e incluso anticiparse a situaciones críticas.

Cuidar las instalaciones

Coincidiendo con el Día Mundial del Saneamiento, Agbar también recuerda la importancia de hacer un buen uso de las infraestructuras. Por ejemplo, tirar residuos al inodoro como toallitas, pañales o discos desmaquillantes no solo tiene efectos nocivos para el medio ambiente, sino que también provocan distintos problemas en la gestión de las aguas residuales en las redes de alcantarillado y las estaciones depuradoras. Según varios estudios del sector del saneamiento, se estima que los atascos provocados por vertidos como toallitas generan un sobrecoste de entre 230 y 240 millones de euros al año.



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