Al lujo le gustan los videojuegos
Pasamos un día en la final de las Gran Turismo World Series en Barcelona para comprobar cómo dos universos aparentemente antagónicos, como el lujo de Bulgari y los esports del videojuego creado por Kazunori Yamauchi, colaboran con éxito
En 2008, la marca Nissan arrancó un proyecto llamado GT Academy. Se trataba de un programa anual en el que se preparaba a los mejores jugadores del videojuego Gran turismo para dar el salto al pilotaje profesional en el mundo real. Por entonces el juego creado para Playstation en 1997 por Kazunori Yamauchi (Kashiwa, Japón, 56 años) ya era un fenómeno que había vendido más de 80 millones de copias. Su aproximación hiperrealista, tanto en el diseño y prestaciones de los vehículos como en las reproducciones afinadísimas de los circuitos en los que se competía, hizo pensar que si un chaval era bueno en el salón de su casa girando a toda velocidad en un porsche pixelado por el circuito de Nürburgring, también lo podría ser con un coche de verdad. Fue un éxito durante los años que duró, hasta el punto de que desapareció en 2016 por overbooking de pilotos aspirantes. El primer ganador de la GT Academy, el madrileño Lucas Ordóñez, dio el salto a la competición profesional y llegó a terminar segundo en unas 24 Horas de Le Mans.
Ocho años más tarde, la relación entre el mundo real y el virtual ha cambiado mucho. Los esports ya son un fenómeno global, profesionalizado y atractivo para las marcas en busca de nuevas fronteras patrocinables y colaboraciones creativas. Y sobre todo, el mundo virtual ya no es tanto la versión B del mundo real, sino un espacio consolidado con su propia idiosincrasia. Todo esto queda más que claro durante las Gran Turismo World Series que tienen lugar en Barcelona entre el 1 y el 3 de diciembre y a la que acudimos de la mano de Bulgari, firma perteneciente a LVMH. El evento, con todas las entradas vendidas, es el lugar elegido por la centenaria firma para presentar su reloj Aluminium X Gran Turismo Special Edition, una revisión de un modelo de 1998, disponible con los números en amarillo (1.200 piezas) y en negro (500 piezas).
El reloj rinde homenaje a la velocidad, integrando un taquímetro, y su motor es el calibre B381 automático con cronógrafo. Además, todos los que abonen los 5.200 euros que cuesta el artefacto tendrán la posibilidad de desbloquear en GT7 un coche exclusivo con el mismo nombre del cronógrafo y en cuyo diseño, inspirado en los prototipos deportivos italianos de finales del siglo XX y en los códigos estéticos del mismo reloj, ha participado Yamauchi.
El nipón es una figura clave en el desarrollo del universo de los videojuegos, pero también de enorme relevancia dentro de la industria automovilística e incluso en la de la promoción turística, como refleja que la ciudad malagueña de Ronda le agradeciera la inclusión de sus calles en el GT6 nombrando un paseo de la villa con su nombre. Y ahora también, relevante en el negocio del lujo. Cuando se le comenta esto último la mañana del día de la final de la competición, sonríe. “En todos estos años, hemos trabajado junto a la industria, hemos compartido usuarios, hemos evolucionado juntos. GT es educacional y la industria lo sabe. Aprendemos todos juntos”, apunta este loco del motor que ha llegado a correr como piloto de carreras en las 24 Horas de Nürburgring, acaso el circuito más peligroso del mundo. “A los tres años podía nombrar todos los coches que pasaban por delante de mi casa”, recuerda.
El espacio de la Fira se ha dividido en dos. En el acceso, una gran sala de exhibición de modelos de vehículos entre lo fascinante y lo estrafalario relacionados con Gran Turismo. También hay un par de docenas de simuladores en los que los asistentes juegan al GT7. Son, sobre todo, padres, que copan los volantes disponibles junto a sus hijos preadolescentes. Parece que, antes de enseñarles a montar en bicicleta, les mostraron cómo pilotar en GT. “Si quieres ver muchas mujeres jugando, tienes que irte a Oriente Próximo”, comenta Yamauchi.
“He pasado muchas horas de mi vida a toda velocidad en GT”, apunta Fabrizio Buonamassa (Nápoles, 52 años), director ejecutivo de creación de producto de Bulgari y fuerza motriz de esta alianza entre la casa transalpina y GT. El relato oficial habla de la fascinación de Buonamassa y Yamauchi por el libro Curve, del diseñador de automóviles Fabio Filippini, una oda a la aerodinámica que rezuma pasión por la belleza del coche. Fue el propio Filippini quien les puso en contacto, y hoy ha venido a la presentación en Barcelona. Deambula junto a Buonamassa por la sala. Juntos se detienen ante varios de los modelos exhibidos. Cuando Filippini desaparece, Buonamassa se sienta en un simulador y echa una partida de GT. Se le ilumina la cara.
Mientras, en el backstage, los pilotos de los 12 países que participarán en la final (tres conductores por equipo) se repantigan en unos sofás. Sobre las mesas, latas de bebidas energéticas y bolsas de snacks. Al fondo, un jamón solitario y un cortador abatido. Toda la vida yendo a eventos de marcas de lujo y teniendo que casi usar la violencia para conseguir un poco de jamón, y hoy, en cambio… “Coged un trozo, por favor”, nos dice el cortador solitario. “No me puedo ir hasta que se acabe”, remata mientras por megafonía anuncian que se va a desvelar el coche Bulgari.
La marca ha creado una reproducción a lo que sería su tamaño real del vehículo que se desbloquea con la adquisición del reloj. Está cubierto por una lona en medio de la sala en la que tendrá lugar la competición, a pie de grada. El público enloquece al levantarse la lona y verse el automóvil. También enloquecen cuando se presenta el equipo español, favorito y a la postre vencedor, e incluso muchos de ellos, en plena catarsis patriótica, se ponen en pie cuando suena el himno de España.
Cuando se finiquitó la GT Academy, Coque López (Villena, 24 años) acababa de abandonar su carrera como piloto de motos. Para saciar la sed de adrenalina, dos años más tarde, cuando nacieron las GT World Series, empezó a competir. Al contrario de lo que se proponía en la Academy, él pasó del mundo real al virtual.
El 3 de diciembre ganó las World Series por segundo año consecutivo. “No es lo mismo, pero me gusta mucho. Y bueno, aquí no me puedo lesionar, por lo que mi madre está más tranquila”. López vive de esto, aunque no descarta, si aparece algún patrocinador, poder volver de forma puntual a pilotar sobre asfalto. Es un veterano y ya está acostumbrado incluso a la presencia de marcas como Bulgari en un mundo, el de los esports, que en 2022 alcanzó un volumen de negocio de casi 1.400 millones de dólares. “Hice un vídeo para Dior y el año pasado ya estuve con Bulgari. Me regalaron un reloj. Fui a buscarlo a la tienda de Madrid”.
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