Los mellizos Nico y Héctor Iglesias, los DJ que llevan pinchando desde los 10 años
Jugaban a pinchar electrónica alemana y con 20 han actuado en los mejores festivales del género
La historia de los Yugen Kala comienza una década atrás. Nico y Héctor, dos mellizos casi idénticos de 10 años, están sentados en la parte de atrás del coche familiar, van de camino al colegio. En los altavoces se va intercalando el sonido de la radio con los discos del Ratoncito Pérez, Michael Jackson, The Chemical Brothers o Kraftwerk.
—¿Con 10 años escuchabais ya a Kraftwerk?
—Con 10 años ya pinchábamos a Kraftwerk.
Los hermanos Iglesias sonríen con timidez en la terraza de La Casa Encendida. Observan el entorno como si estrenaran ojos. Uno viste de blanco, y el otro, de negro. Uno tiene la cabeza atravesada por una línea marcada con cuchilla; el otro, una voz ligeramente más contundente. Los dos se frotan las manos al hablar, los dos intentan completar las frases con la memoria del otro, los dos viven en un presente que es casi pasado y los dos son hijos de Pablo Iglesias, el ingeniero y productor de sonido de bandas como Niños Mutantes o Lagartija Nick.
Yugen Kala es el proyecto actual de Nico y Héctor Iglesias, dos jóvenes DJ y creadores vigueses de 20 años. Estudiaron guitarra y batería en el conservatorio. Con 16 años publicaron su primer disco, Nothing Is Original. Han pinchado en festivales como el WOS, MIRA o Sónar y han pasado por Hör, la radio y plataforma de streaming berlinesa convertida, desde la pandemia, en el pulsómetro europeo de la música electrónica.
Héctor estudia Gestión Digital de Información y Documentación y vive en Ferrol; Nico se ha matriculado en Psicología por la UNED y vive con sus padres. Ambos empezaron y dejaron la carrera de Bellas Artes en Pontevedra “porque la creatividad no se aprende”.
Su electrónica es pinchuda, es oscura, es ascendente como una nave. Un rato después de la entrevista, los Yugen saldrán al escenario del Festival Puwerty con una propuesta casi cinematográfica, llena de taladros, ritmos duros, algún guiño a la gaita gallega.
En un bolsillo, Nico guarda lo único que necesitan para la sesión: uno de los cuatro pendrives de 128 GB que harán sonar a cuatro manos. “Nos destruimos mutuamente, pero en plan bien. Él me lleva a caminos inesperados”, comenta Héctor.
Entienden la música como una filosofía, como una forma de crear, pensar y sentir. Les pregunto qué cosas los diferencian y les cuesta responder. Nico: “Es que hoy te digo una cosa y mañana podría decirte otra”.
Beben de todo tipo de géneros e intentan evitar los círculos endogámicos y la burbuja de la música. No están muy conectados con la cultura de club.
—Cuando empezasteis eráis menores de edad y no podíais entrar.
—Claro, pinchábamos en festivales. Además, casi no hay clubes con un sonido guay, luces guais y un público abierto. La gente va más por la fiesta, que también es lícito, pero a mí lo que me interesa es bailar y la música —responde Nico.
Quieren sacar un nuevo disco con el que hacer una gira. La publicación de Nothing Is Original les pilló justo antes de la pandemia y nunca pudieron presentarlo en directo. Como DJ, Yugen Kala tocaron techo en España actuando en el Sónar en 2022. Tenían 18 años.
—¿Qué hay después del Sónar?
—Ya está. Ya está.
—¿Ya está?
—Bueno, volver a este tipo de festivales con otras propuestas.
—¿Dónde os gustaría pinchar?
—En Vigo. Nos gustaría hacer algo bonito en Vigo.
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