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Qué hacer cuando tu futbolista estrella es acusado de violación

La gran cantidad de jugadores de fútbol envueltos en diferentes casos de violencia sexual en todo el mundo desata el debate sobre cómo deben proceder los clubes, las aficiones y los medios de comunicación.

Atletico Mineiro
Cuca, en 2021, cuando era entrenador del Atlético Mineiro, antes de un partido de la Copa de Brasil.Buda Mendes (Getty Images)

“¡Oh Mason she said no, oh Mason she said no!” (Oh Mason [Greenwood], ella dijo no. Oh Mason ella dijo no”, atacaba hace un año la afición del Southampton en Old Trafford, el estadio del Manchester United. La estrella emergente local de 19 años había sido suspendida y apartada del equipo después de que su novia, Harriet Robson, denunciara en su perfil de Instagram (882.000 seguidores) al futbolista con imágenes de moratones, el labio ensangrentado y el siguiente audio:

“-¡No Mason, no quiero tener sexo!

-¡No me importa una mierda lo que que quieras!

-¡Mason!

-¡Que te calles! No me hables más. Para.

-¿Pero por qué me haces esto?

-Porque te lo he preguntado educadamente y no quieres. ¿Qué quieres que haga?

-Vete y fóllate a alguien.

-Pero yo quiero tener sexo. Vuelve a empujarme y verás lo que pasa”.

Fue expulsado del equipo. El seleccionador inglés le cerró el equipo nacional. Nike, su patrocinador, le retiró el apoyo. El caso pasó a manos de la justicia que un año después archivó el caso. La fiscalía explicó que la retirada de testigos y la falta de pruebas impedían continuar con la investigación y el jugador quedaba libre de cargos. No son culpables, tampoco inocentes. El United no sabe qué hacer con la situación. Ni el Celta de Vigo con Santi Mina. Ni los Pumas de México con Dani Alves. Ni Boca Juniors con varios jugadores de su equipo. Ni el Manchester City con Mendy. Ni en su día el Real Betis con Rubén Castro. Ni la Juventus cuando una mujer acusó a Cristiano Ronaldo de haberla violado en un hotel en Las Vegas y se supo que el jugador había pagado 300.000 dólares para que retirara la denuncia. Una lista interminable de escándalos relacionados con el machismo que abren multitud de debates. ¿Cómo deben actuar los clubes? ¿Por qué hay tantos casos entre los futbolistas? ¿Se les cancela de por vida o se les reinserta? Y por último ¿qué se debe hacer para que no sucedan este tipo de delitos?

“Lo primero que deberían hacer los clubes es combatir el machismo. Involucrarse en una cuestión de fondo que no se soluciona por condenar a una persona particular. Deberían implicarse en un problema social y colaborar en combatir el machismo, la desigualdad y la soledad en la que están esas mujeres. Y si existe machismo en el fútbol, que es evidente que sí, lo primero que tienen que hacer es comprometer a la institución, al equipo y a los jugadores en campañas públicas que involucren la cultura del club contra el machismo”, analiza la profesora del Centro de Investigación Teórica, Género, Sexualidad de la Universidad de Barcelona, Clara Serra.

El feminismo es un desconocido en las campañas de valores de la masculinizada industria del fútbol profesional. Pero hay clubes que por su tradición popular progresista sí tienen incorporadas esas banderas. Es el caso del Corinthians en Brasil. Un equipo identificado con los valores democráticos gracias a futbolistas comprometidos como Sócrates que en plena dictadura militar en los años 80 aprovechó su posición de privilegio para reclamar elecciones. En aquellos años 80 ya había casos de violencia sexual en el fútbol. Tres jugadores del Gremio de Porto Alegre fueron acusados en 1987 de violar a una aficionada de 13 años en un hotel en Suiza. Estuvieron un mes detenidos y volvieron a Brasil como héroes. La prensa dijo que la víctima había abandonado “alegre” el hotel aunque tiempo después hasta trató de suicidarse por el trauma. Los tres futbolistas acabaron pagando una multa y se olvidaron pero uno de ellos progresó en un carrera como entrenador de éxito. Alexi Stival, Cuca, entrenó a varios equipos brasileños y el Corinthians le contrató hace unos meses. La presión de los aficionados y sobre todo del equipo femenino del club obligaron a la directiva a rectificar y despedirlo a los pocos días. Las protestas del equipo femenino del Manchester United son una de las principales barreras que encuentran los ingleses para readmitir a Greenwood.

El método elegido por el Corinthinas para Cuca, por el Pumas para Alves y por la mayoría de clubes es la cancelación del acusado para evitar problemas de reputación. Sin embargo los expertos creen que esas posturas no son del todo efectivas si no van acompañadas de medidas más profundas. “Es importante que aportemos una perspectiva feminista que en estos casos huya del sensacionalismo y del punitivismo. Por un lado tiene que haber una presunción de inocencia y evitar el linchamiento. Y por otro es un tema muy sensible y son figuras que marcan un ejemplo. Hay que respetar que la justicia siga su curso y a la vez mostrar rechazo a las violencias sexuales. Hay que preguntarse qué modelos de masculinidad representa el fútbol y por supuesto también huir de eximir a tu ídolo de cualquier responsabilidad y culpar y silenciar a las mujeres”, explica la escritora y exvicepresidenta de la comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados en la pasada legislatura, Mar García Puig. “Se puede expulsar a un individuo concreto y seguir con una cultura machista y de abuso sexual en un club de fútbol. No hay que abordar este problema desde el punitivismo sino desde la raíz en la sociedad, en el deporte y en el fútbol especialmente”, añade Serra.

Las dificultades de las víctimas en los largos y duros procesos judiciales tampoco ayudan a crear una hoja de ruta para estos casos. Los tres casos más polémicos de futbolistas envueltos en violencia sexual en Reino Unido han sido archivados en las últimas semanas. En algunos casos se trata de la retirada de testimonios como en el caso de Greenwood, en otros la falta de pruebas concluyentes y también el desistimiento de las víctimas a continuar en la lucha por su credibilidad contra las estrellas del fútbol. De esta manera la fiscalía británica se ha visto obligada a retirar los cargos a la leyenda galesa Ryan Giggs porque la denunciante renunció a otra ronda de testimonios y el jugador del Manchester City Benjamin Mendy denunciado por hasta 13 mujeres de violaciones y agresiones también ha sido declarado “no culpable” por falta de pruebas. La estrella del Real Madrid, Vinicius Jr, se posicionó enérgicamente con Mendy al conocer la noticia pese a que la fiscalía detalló en el juicio cómo el francés no aceptaba “un no” cuando quería mantener relaciones sexuales.

“Rubén Castro alé, Rubén Castro alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien”. Parte de la afición del Betis mostró así su postura en 2015 cuando su delantero fue acusado de delitos de malos tratos y amenazas por su exnovia. El club lo cedió a China y la justicia acabó absolviéndole por pruebas inconsistentes. La prensa deportiva califica de “infierno” lo vivido por los jugadores que en estos largos procesos judiciales acaban sin cargos. Y las acusaciones tienen que acudir a la denuncia pública o la renuncia de indemnizaciones económicas para ser creídas en un ámbito de evidente impunidad de personas con legiones de aficionados a sus espaldas. Los clubes no apuestan por la rehabilitación social de sus jugadores y los patrocinadores tampoco vuelven. “Para mí no exime al club quitarse de en medio al jugador si no hacen del respeto a las mujeres una de sus señas de identidad. Expulsar de su trabajo incluso a jugadores que son absueltos está cojo si no se acompaña de una lucha contra el machismo”, defiende Serra.

Si los clubes optan por salir ilesos del incendio cuanto antes, parte de las aficiones se posicionan incondicionalmente con el ídolo. “A todos los que defiendan que se le mantenga en prisión sin juicio le pongo un ejemplo. Entras en el ascensor solo. Entra una mujer, pulsa el botón de emergencia, se rasga las ropas y empieza a gritar que no la toques. Te quedas helado se abre la puerta y los vecinos la ven salir gritando. Da igual lo que digas. Con esta ley vas a la cárcel. Estás indefenso”, comenta @cantabron38 en uno de los más de 200 comentarios de una noticia de un diario deportivo sobre la última novedad del caso Alves. “Hay un debate que no podemos seguir ignorando como sociedad. Se trata de ese malestar masculino que se manifiesta muy fuertemente en los hombres jóvenes que sienten que no hay nada que les interpele a ellos, y sí a las personas LGTBI o a las mujeres. Esto es un problema porque al final los únicos que recogen y le hablan a ese malestar son los de la extrema derecha desde posturas muy reaccionarias y dañinas. En la izquierda deberíamos ser capaces de entender y recoger todo ese malestar para que la sociedad no se siga polarizando así y también para seguir avanzando desde el feminismo, que nos hace libres”, concluye la diputada de la Asamblea de Madrid Manuela Bergerot que en 2020 escribió un singular texto llorando la muerte de Maradona pese a las críticas feministas. “Es evidente que cuando un ídolo o fenómeno de masas es acusado por violencia sexual, se nos rompen los esquemas. Yo creo que no se puede negar el arte o el producto cultural de esa persona en cuestión. A mí no van a dejarme de gustar las películas de Woody Allen y los goles de Maradona van a seguir formando parte de mi educación sentimental”, recuerda.

Un excompañero ilustre de Diego Maradona, Jorge Valdano, añade otra visión al respecto de estos casos: “Los jugadores tienen que asumir cuando firman un contrato que están comprometidos a cumplir los valores del club que les contrata y a asumir que un error de este tipo es incompatible. Pero pensemos por un momento que en lugar de ser jugadores de fútbol fueran músicos. No me parece que quitarle la guitarra sea la mejor medida para contribuir a la reinserción de un joven que se ha destrozado la vida”. Concienciación, educación colectiva, justicia y reinserción como un derecho frente al punitivismo populista. Un manual de instrucciones delicado que hoy solo practica la expulsión del delincuente para proteger la reputación de un negocio ensuciado por el machismo. “Si mandamos un mensaje de que un agresor sexual no puede optar a la reinserción estamos mandando un mensaje muy pesimista para las mujeres. En un proceso en el que haya una reparación real de la víctima, enmarcado en un reconocimiento del dolor causado con figuras públicas demostrando a la sociedad que la rehabilitación es posible, la reinserción no solo es deseable sino esperanzadora”, esgrime García Puig.

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