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Activismo con ingenio: cuando la militancia y la creatividad se unen para cambiar el mundo

La desobediencia popular asume nuevas formas de lucha en París, Londres o Bogotá a través de grupos que se organizan para pintar baldosas y apagar escaparates, pero también para pinchar neumáticos

Activismo
Conxita Herrero
Armando Quesada Webb

Un día cualquiera en Londres, quienes conducen coches de alta gama tipo SUV —por sus siglas en inglés— se pueden llevar una sorpresa: encontrarse con los neumáticos pinchados y una nota en el parabrisas que diga “No eres tú, es tu coche”, seguido por una explicación de por qué ese tipo de vehículos son particularmente dañinos para el medio ambiente. Estos manifiestos van firmados por The Tyre Extinguishers, un grupo que nació en 2021 en el Reino Unido. Fue fundado por jóvenes que decidieron movilizarse y estigmatizar todos estos coches, a los que consideran “un desastre climático, contaminantes, peligrosos e innecesarios”, según se lee en un documento publicado en su sitio web. Sus miembros se organizan para recorrer las calles durante las noches y pinchar los neumáticos de todos los SUV que puedan encontrar. Los argumentos de estos nuevos activistas han calado en la sociedad. En dos años ya tienen presencia en 10 países, desde Nueva Zelanda hasta Suiza. En 2022, según afirma en sus respuestas por correo electrónico un portavoz de la organización, reventaron los neumáticos de 9.000 vehículos en todo el mundo. Apuntan, además, que los números son incluso más altos porque no siempre sus miembros reportan toda su actividad militante.

A unos cientos de kilómetros de Londres, en París, hay otro grupo de vigilantes que también actúa de noche en las calles con unos métodos muy particulares. Llevan siempre ropa deportiva porque su activismo implica correr, escalar y saltar. Se llaman On the Spot Parkour y sus enemigos son los escaparates que quedan encendidos cada madrugada en la capital francesa. Estos jóvenes activistas no agreden ni dañan de ninguna forma los comercios de esta ciudad, su objetivo es apagar las luces sacando provecho al deporte que practican. Lo hacen tan solo por “sentido común”, según explica un representante del grupo por correo electrónico. Al inicio, relata, ni siquiera se consideraban un grupo ecologista, sino que eran simplemente amigos que practicaban parkour por las noches. Fue así hasta que en una ocasión surgió la idea de usar sus habilidades para saltar y alcanzar los interruptores exteriores de los carteles luminosos y apagarlos. “A partir de entonces, le dimos un enfoque medioambiental”, afirma.

En otra latitud, hay un tercer ejemplo de nuevo activismo sui generis. Es un grupo que se llama Empecemos y actúa a plena luz del día en las calles de Bogotá. Su misión es marcar con grafiti las baldosas en mal estado, que abundan en la capital colombiana, para evitar accidentes. La iniciativa nació en febrero de este año, después de que Nicolás de Francisco, un ingeniero de 35 años, decidiera coger una lata de aerosol e ir a pintar la baldosa con la que un hombre mayor se había tropezado y facturado el brazo. Empezó a buscar otros voluntarios y desde entonces el movimiento ha ido creciendo. Según afirma De Francisco a través del teléfono, son ya alrededor de 100 voluntarios los que habrían señalizado más de 11.000 baldosas. “Tú ves una acera en mal estado, nos contactas por Instagram o TikTok, y nosotros enviamos a un voluntario a la zona”, apunta este ingeniero. La respuesta de la comunidad bogotana ha sido, según explica, “inmejorable”: “La mala infraestructura es un problema de toda la vida en Bogotá y la gente nos agradece mucho nuestro trabajo”. El líder de Empecemos afirma que las autoridades ya han arreglado algunas de los miles de baldosas que han marcado.

Estos tres grupos de jóvenes, con todas sus diferencias, encajan en las nuevas formas de activismo que describe un artículo firmado por cinco académicos y publicado en el diario británico The Guardian. El texto señala cómo, desde el comienzo de la pandemia de la covid-19, los activistas de alrededor del mundo habían estado ideando nuevas y creativas estrategias en sus luchas para conseguir cambios sociales. Al inicio estaban obligados a ser astutos debido al confinamiento, pero tres años después estos tres grupos muestran cómo la creatividad se ha impregnado en el activismo ciudadano.

Empecemos y On the Spot Parkour divulgan su actividad en las redes sociales con absoluta tranquilidad y nunca han tenido problemas con las autoridades. En el caso de los parisienses, en su ciudad, los escaparates deben estar apagados entre la una de la madrugada y las seis de la mañana, así que actúan para que se cumpla la ley. Cuentan en sus respuestas que incluso han recibido apoyo en algunas ocasiones de la policía. En esto divergen con la operación anti-SUV de The Tyre Extinguishers, cuyos miembros trabajan en la clandestinidad porque causan daños materiales. Desde el grupo inglés indican que hasta ahora no han detenido a ningún miembro del grupo. “A menos que la policía decida vigilar cada SUV en cada área urbana del mundo, no serán capaces de pararnos”, indican. Eso sí, en el correo electrónico que anuncian en su página web, reciben muchos mensajes insultantes de los enfadados dueños de los vehículos dañados. Nada de esto los desmotiva a continuar sus excursiones para pinchar neumáticos: “Lo único que nos da miedo es la catástrofe climática hacia la que nos encaminamos si las cosas no cambian”.

De Francisco, por su parte, sabe que la mala infraestructura en Bogotá va más allá de las baldosas dañadas, pero se dará por satisfecho si con su grafiti logra evitar más accidentes.

El objetivo de estos grupos, ejemplos de un nuevo tipo de activismo, es llamar la atención sobre problemas que no siempre están en la agenda pública. Mientras que esto no cambie, seguirán pintando baldosas, apagando luces y pinchando neumáticos.

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Sobre la firma

Armando Quesada Webb
Periodista costarricense. Escribe en El País Semanal y colabora con el Proyecto Tendencias. Cursó el máster de Periodismo UAM-El País en la promoción 2021-2023.

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