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Programa TV
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El regreso de ‘Caiga quien caiga’ en la era de los reporteros tóxicos de ultraderecha

No es que el programa vaya a peor: lo que ha empeorado es el mundo alrededor. Hoy es muy difícil transgredir. Y los famosos son ahora más cercanos por efecto de las redes

Lorena Castell, Santi Milán y Pablo González Batista, presentadores de la nueva edición de 'Caiga quien caiga'.
Lorena Castell, Santi Milán y Pablo González Batista, presentadores de la nueva edición de 'Caiga quien caiga'.Roberto Garver (Telecinco)
Sergio C. Fanjul

En la primera etapa de Caiga quien caiga, capitaneada por El Gran Wyoming, el gran hito consistía en entregar las icónicas gafas de sol a Juan Carlos I y que el Rey se las pusiera. Pasado el tiempo, al Rey de ahora, hijo de aquel, le tiran barro cuando visita la catástrofe de la dana y acaba despachando con unos chavales neonazis. “Hay mucha gente interesada en que haya caos”, les dijo. Carajo, ¡eran ellos!

Caiga quien caiga supuso un hito televisivo en los noventa con un reporterismo fresco y que parecía arriesgado: el cachondeo de Sergio Pazos, la pretendida inocencia de Tonino Guitián o el delirio constante de Pablo Carbonell (por cierto, luego se acusó al programa de haber popularizado la figura de Esperanza Aguirre, como la propia Aguirre confirmó en el primer programa de esta nueva edición).

Pero, pasado el tiempo, nos azota otro reporterismo macarra, en el peor de los sentidos, encarnado en Vito Quiles, Bertrand Ndongo o Rubén Gisbert, entre otros intoxicadores de la ultraderecha, con cuyos micrófonos algunos han decidido practicar el lanzamiento de longitud como método de autodefensa frente al acoso. Ante a tales insidias, el gamberrismo amable de CQC se puede quedar en poca cosa, como quien ya ha visto Holocausto caníbal y tiene los ojos mancillados para siempre.

Dicen que la derecha, y concretamente la ultraderecha, le lleva copiando hace años la táctica y la estrategia a la izquierda: la revolución de Marx, la hegemonía de Gramsci o la guerrilla de la comunicación de corte situacionista, ahora convertida en un tsunami de bulos y fake news. ¡Hasta el punk! También el reporterismo gamberro que, de los hombres de negro televisivos, se ha radicalizado y perdido cualquier tipo de gracia para alimentar el odio y la conspiranoia. Con éxito.

Un ejemplo de perseverancia

En este contexto, este domingo se estrenó en Telecinco la nueva edición de Caiga quien caiga. Es el quinto intento a través de las décadas desde los legendarios inicios en los que el rock n roll del maestro Reverendo acompañaba a Wyoming, y ninguno ha vuelto a ser memorable: un ejemplo de perseverancia adecuado al nombre del programa.

El nuevo CQC trae como presentadores a caras conocidas de la tele: Santi Millán, Lorena Castell y Pablo González Batista. En los primeros compases este último ya lanzó un chiste en referencia a las comparaciones odiosas con la pasada Edad de Oro. Pero no es tanto que el programa vaya a peor: lo que ha ido a peor es el mundo alrededor. Hoy es muy difícil transgredir. Y los famosos son ahora más cercanos y accesibles por efecto de las redes. En el programa se da un ritmo espídico sostenido por la música omnipresente, un plató como lo que pensábamos que era futurista cuando el futuro aún no había llegado, y unos chistes en la mesa que entran con calzador. La cosa mejora con los reportajes.

Entre los reporteros, muchas mujeres, no como aquel campo de nabos primigenio (que a nadie le chirriaba: algo progresa en el mundo), y algunos fichajes interesantes del exterior del mainstream: por ejemplo, Violeta Muñoz, del combativo programa de radio independiente Carne cruda (que se ocupa con solvencia de los asuntos políticos) o el audaz youtuber Carles Tamayo, especialista en sectas y cosas raras (que entregó un reportaje delirante sobre una estafa con loros hermosos).

Los reporteros primigenios de 'Caiga quien caiga' en 1997.
Los reporteros primigenios de 'Caiga quien caiga' en 1997.OSCAR GALLARDO (EFE)

Los piezas funcionan mejor cuando se ponen serias (Paula Púa en el incendio de Los Ángeles o palpando al electorado estadounidense, o, sobre todo, Ana Francisco tratando la infiltración del fentanilo en España) que cuando se trata de humor de alfombra roja: se confía aquí en la posproducción, porque muchas veces los entrevistados, como es comprensible, no están a la altura del show que se les propone. Pero eso es endémico de este formato, que desde siempre se ve con la congoja con la que se ve a una pareja de acróbatas: el miedo a que uno falle y el otro se caiga.

Este nuevo CQC, según las entrevistas previas, nace con la intención de acabar con la polarización desde el humor. Pero no está claro que España, siempre proclive a las bajas pasiones, esté dispuesta a ser despolarizada a base de preguntas ciertamente ingeniosas y no persistir en el consumo de barbaridades.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.
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