Carta de la Emperatriz de los Pálidos a los lectores
Los que estamos blancos en verano sabemos que lo estamos aunque no nos lo digáis. No nos ponemos morenos, pero sí rosa palo
Queridos lectores:
Un año más me veo en la obligación moral de desmentir una creencia popular que se ha originado en torno a mi gente. Sé que es difícil de creer y que, tras estas declaraciones, seré pasto de las hordas. Seguramente una masa muy confundida correrá tras de mí con rastrillos y antorchas gritando: “¡Es una bruja!”. Pero tengo un compromiso con mi pueblo que he de cumplir, así que allá va:
Los que estamos blancos en verano sabemos que lo estamos aunque no nos lo digáis.
Nuestra especie, al igual que la vuestra, ha desarrollado una visión capaz de distinguir diferentes tonalidades. Es verdad que vivimos en los asentamientos más oscuros que hemos podido encontrar: cuevas, túneles y buhardillas de 700 euros de Idealista. Sin embargo, disponemos de eso que llamáis “espejos”, por lo que somos conscientes de nuestra imagen y de que jamás perteneceremos a los grupos de los no-pálidos.
Aclarado este punto, entiendo la incomodidad y burlas hacia nosotros, puesto que no ponerse moreno en verano tiene muchas ventajas y eso puede desatar muchas envidias fuera del reino de los pálidos. Las describiré brevemente mientras espero a que mi piel absorba la crema solar protección 50 especial bebés que me he untado antes de escribir:
Por todos es sabido que los pálidos somos muy misteriosos y generamos mucha atención en época estival: todo el mundo se pregunta por qué no nos hemos ido de vacaciones. En realidad sí que nos hemos ido, pero nuestro pigmento no lo refleja, por lo que a nuestro alrededor surgen dudas como: “¿Por qué no se ha ido de vacaciones? ¿Qué clase de proyecto millonario secreto se trae entre manos como para no haber podido tomar el sol ni tan siquiera una tarde? ¿Tendrá algo que ver con Jeff Bezos?”.
Y así, al contrario que la melanina, la reputación de los pálidos crece cada verano.
Para destacar otra ventaja, nos tenemos que remontar tres años atrás, cuando tuvo lugar “el incidente blanco” en la playa de la Malvarrosa de Valencia. Se dice que uno de los nuestros fue visto saliendo del mar con dificultad, arrastrando las algas negras y verdes que encontraba a su paso, convirtiéndose a los ojos de los veraneantes en una criatura pálida emergida de las profundidades que asustaba a su paso a niños y ancianos.
Sin embargo, gracias a esto, media playa se vació y el pálido pudo colocar su toalla más cerca de la orilla.
Por otro lado, cuando llega el estío, la piel de los pálidos es capaz de mutar a uno de los colores más codiciados por la sociedad moderna: el rosa palo, un tono que desde hace un par de años se ha reivindicado como el favorito de la moda. Hay incluso unos pocos elegidos dentro de los pálidos que son capaces de mutar a un rosa chicle o un rosa fucsia, convirtiéndose así en la envidia de todos los no-pálidos, que deben conformarse con un tono anaranjado nada favorecedor.
Por todo esto, el rechazo de la sociedad hacia los pálidos es cada vez mayor.
Hubo una vez un pálido que trató de rebelarse a su naturaleza de pálido y, tras intensas sesiones bajo el sol, regresó a su puesto de trabajo anunciando que había cogido color. “Estoy doradito”, se atrevió a pronunciar delante de sus compañeros. El pálido fue señalado entre risas y vejaciones de los no-pálidos, que aseguraban que seguía igual que antes de su marcha veraniega. El pálido estuvo tentado de deshacerse de sus ropajes para mostrar la marca del bañador y corroborar así su tesis, pero decidió guardar la compostura y volver reptando con los suyos: nosotros sí sabemos apreciar diferentes tonos de blanco y le aseguramos que había conseguido ponerse “beige”.
Por todo ello, y como Emperatriz de los Pálidos, me veo en la obligación de hacer llegar esta carta a los no-pálidos para transmitir estas peticiones en pos de una mejoría en las relaciones entre ambos pueblos:
1. Los pálidos tendrán derecho a ir a la playa en compañía de los no-pálidos sin que ninguno de estos últimos insinúe que reflejan la luz del sol o que pueden servir de señuelo por si alguno de los demás se pierde.
2. Cuando un pálido quede con un no-pálido, el no-pálido se comprometerá a no acercar su brazo rápidamente al brazo del pálido para “comparar morenos”.
3. Si, en lo que sería un acontecimiento excepcional y tras unas vacaciones en Canarias, un pálido se convierte en un no-pálido, los no-pálidos deberán aceptarle como si siempre hubiera sido uno de los suyos.
Sin más, y teniendo que marcharme porque el sol está empezando a entrar por la ventana y yo me quemo enseguida, reciban un cordial saludo de la Emperatriz de los Pálidos.
Paula Púa es guionista y monologuista. Actualmente es copresentadora de ‘Los Felices Veinte’ (Orange TV) y colaboradora de ‘El Mundo Today’, ‘La Ventana’ (Cadena SER)’ y ‘Tarde Lo Que Tarde’ (RNE). Está muy blanca.
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