Cumpleaños a la italiana
Dolce & Gabbana celebró el décimo aniversario de Alta Moda, el proyecto con el que debutaron en la alta costura, con un desfile en Siracusa. Un festival de brillo y artesanía con acento mediterráneo
Es una achicharrante mañana de julio en la ciudad siciliana de Siracusa, pero el calor se olvida al cruzar el umbral del Ortea Palace, todo mármol y frescor de aire acondicionado. Atraviesa el vestíbulo del hotel una larga alfombra estampada con azulejos, flores, limones y ruedas de carromato siciliano que termina en la puerta de entrada a una tienda efímera de Dolce & Gabbana: luminosa, prohibitiva y habitada por una pequeña legión de solícitos dependientes de ambos sexos.
La ubicación de la tienda no es casual. El Ortea Palace es uno de los establecimientos de la zona donde se alojan los 600 invitados —la mayoría, clientes importantes de Dolce & Gabbana— que han sido convocados al fin de semana de desfiles, grandes fiestas y presentaciones de las colecciones de alta costura de la firma italiana. Uno nunca sabe cuándo puede necesitar un vestido de pedrería hasta los pies, una elegante chaqueta cruzada; camisas de seda para hombre, mujer y niño; una vajilla completa con dibujo de cebra… o, por qué no, un souvenir.
Alta Moda es el nombre del proyecto con el que, hace 10 años, Domenico Dolce y Stefano Gabbana decidieron pisar el acelerador de la artesanía, la fantasía y la exclusividad: una colección de piezas únicas, hechas a medida y mostradas cada seis meses en lugares —por una vez, el tópico es cierto— de belleza arrebatadora. “Alta Moda representa un estadio psicológico, cultural y material superior respecto al prêt-à-porter. Nos permite elevar el estilo italiano a un nivel de ensueño”, explican por correo electrónico los diseñadores, que fundaron su firma en 1985 y en los inicios fueron pareja además de socios. “Es una experiencia total”, continúan. “Tenemos la responsabilidad de provocar emociones nuevas cada vez. La gente que acude a nuestros eventos viene de todas las partes del mundo para ver algo increíble, así que no solo hay que sorprenderlos, sino asegurarnos de que se marchan con el deseo de volver. Es un compromiso físico y creativo en el que invertimos mucha energía”.
La aventura comenzó con un desfile para mujer en el antiguo monasterio de San Domenico en Taormina, también en Sicilia: un espectáculo al que asistieron Scarlett Johansson y Stephanie Seymour, entre el centenar de clientes y escasísimos miembros de la prensa que fueron invitados. Estaba prohibido hacer fotos. Desde entonces, el proyecto ha ido creciendo (ahora también incluye hombre —Alta Sartoria— y joyas y relojes —Alta Gioielleria—) y, desde luego, ahora sí se puede hacer fotos. El septiembre pasado hubo imágenes memorables: las modelos que llegaban en góndola a la plaza de San Marcos de Venecia; Jennifer Lopez, vestida como una reina bizantina, o Jennifer Hudson, cantando con su vestido dorado al viento con el Palacio Ducal de fondo (luego diluvió, lo cual le añadió una inesperada épica romántica al acontecimiento).
Cuentan que el grupo de WhatsApp más famoso entre los empleados de Dolce & Gabbana es el de los que están en contacto con los mejores clientes de la casa, y que se pone al rojo en cada evento de Alta Moda. Durante el show, cuando un cliente avisa a su vendedor de que quiere esta o aquella salida, este lo comunica en el chat y el más rápido se lleva el vestido. La adrenalina del desfile funciona: puede pasar que, al concluir, buena parte de la colección esté vendida e incluso que alguna clienta se haga con un traje para llevar en el evento del día siguiente (los precios están entre los 50.000 y los centenares de miles de euros, aunque las joyas alcanzan las siete cifras).
“Cuando empezamos, todo el mundo estaba en contra”, dicen los diseñadores de una idea, refundar la alta costura desde una perspectiva italiana —las grandes casas suelen estar en París—, que muchos en la industria percibieron como una operación de marketing. En términos de negocio, el volumen de Alta Moda es pequeño (el año pasado, el Financial Times lo estimaba en el 4,5% de una facturación de algo más de mil millones de euros), pero el impacto positivo en la percepción de la marca es incalculable. Los diseñadores sí revelan un dato: al principio eran 100 clientes y ahora son 700 alrededor del planeta. “Es la mejor publicidad del mundo, es como un club”, ha dicho Gabbana.
Con Alta Moda, Dolce & Gabbana fue pionera en apostar por la alta costura, negocio que hoy disfruta de un auge renovado, y está en línea con una estrategia a largo plazo: asegurar el lugar de la firma en el sector más elitista del lujo, menos vulnerable a la inestabilidad económica. En 2011 la firma canceló su línea joven, D&G, para fundirla con la marca principal, y este año anunció que terminaba la licencia con el grupo Shiseido para empezar a fabricar sus propios perfumes, algo que solo hacen algunas firmas, como Chanel, Dior o Hermès. “Tenemos que ir al sector más alto”, declaraba al mencionado diario económico Gianluca Toniolo, responsable de Dolce & Gabbana Beauty.
La capacidad de aguante de Domenico Dolce y Stefano Gabbana es única en la industria: ambos hombres hechos a sí mismos, son de los pocos que permanecen autónomos en un sector dominado por grandes grupos empresariales y fondos de inversión. “Queremos mantenernos independientes para seguir siendo libres y auténticos”, dijo Dolce el año pasado. La pareja también ha resistido distintas polémicas; entre ellas, la de un vídeo para el mercado chino que en 2018 generó una gran polvareda, y de la que su negocio en el gigante asiático se está recuperando. Los diseñadores saben mantenerse bajo los focos. Los últimos titulares los dio en mayo la boda de Kourtney Kardashian, en la que todo el clan de influencers iba vestido de la firma.
En un mundo altamente inflamable, el festival de lujo, celebridad y belleza monumental que ofrece la Alta Moda es una eficaz herramienta de seducción. “Desde Taormina (2012), todo ha ido en aumento. Nuestro grand tour ha pasado por Nápoles, Florencia, Portofino, Capri, Palermo, Milán… Alta Moda es la historia de nuestro amor por Italia y por la belleza”, afirma Dolce. Y Ortigia, el centro histórico de Siracusa —una isla con raíces griegas y monumentalidad barroca—, era perfecta para el décimo aniversario.
Aquel viernes de julio, a un paseo desde el Ortea Palace, los operarios construyen en la plaza del Duomo, bajo un sol de justicia, el escenario del desfile del día siguiente: una pasarela y una escalinata que, desde lejos, podrían haber estado allí desde tiempos de Arquímedes. El sábado al anochecer, los balcones de la plaza llenos de gente y los invitados al desfile vestidos como en un lujoso carnaval, todo se sucede con precisión spielbergiana. Primero posaron sobre la pasarela Helen Mirren, Sharon Stone, Lupita Nyong’o y una Mariah Carey cubierta de azulejos de colores y flanqueada por los propios diseñadores. Después desfilaron más de 100 looks que debieron provocar un pico de estrés en el chat de los vendedores vip. Desde un elegante vestido blanco de encaje de ganchillo (con botines a juego a lo Madonna en Like a Virgin) hasta una capa cubierta de rosas hasta la cabeza, pasando por unos trajes largos de color sorbete casi comestibles, la colección era un homenaje a las raíces de los diseñadores y a los hitos culturales de Siracusa. Y a la vez, un seductor regimiento de looks que piden ocasiones para ser lucidos. Algo que, según los diseñadores, no faltará: “Nunca antes los jóvenes habían apreciado tanto la belleza de la ropa formal. Lo vemos en los castings, en los desfiles, en la gente que trabaja con nosotros”.
La fiesta terminó en la playa, con una cena donde cocineros hacían platos de pasta en directo entre luces de verbena. El domingo, Domenico y Stefano presentaron su opulenta colección Alta Sartoria en el pueblecito pesquero de Marzamemi, con su correspondiente celebración. Las festividades se prolongaron hasta el martes, en un fin de semana largo que ya es un clásico. La revisión de lo popular que tanto cultiva Dolce & Gabbana ha terminado cristalizando en algo propio. Han creado su propia tradición. “Llevamos más de 40 años trabajando juntos. Nunca quisimos seguir las tendencias, sino ofrecer nuestra idea de la moda. Creemos que ha acabado dando resultado”.
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