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Ocho caras que fueron noticia en 2021

Deportistas en apuros, poder femenino, la heredera de un imperio textil, el emérito ausente y el Nobel que nadie se esperaba

Juan Carlos I, Isabel Díaz Ayuso, Angela Merkel, Marta Ortega, Abdulrazak Gurnah, Lionel Messi, Yolanda Díaz y Simone Biles.
Juan Carlos I, Isabel Díaz Ayuso, Angela Merkel, Marta Ortega, Abdulrazak Gurnah, Lionel Messi, Yolanda Díaz y Simone Biles.Sciammarella
El País

Juan Carlos I. La encrucijada del rey emérito

Juan Carlos I
Juan Carlos ISciammarella

El nuevo embajador de España en Emiratos Árabes Unidos (EAU), Íñigo de Palacio, no se había puesto en contacto con el más ilustre español residente en el país tres meses después de su nombramiento. Tampoco los altos cargos que han pasado por Abu Dabi este año (la anterior ministra de Exteriores, Arancha González Laya, o la secretaria de Estado de Comercio, Xiana Méndez) han visto a Juan Carlos I. Como el elefante en la habitación, la presencia del rey emérito en este país del Golfo es algo que se prefiere ignorar, aunque resulte imposible obviarla. La sombra del anterior jefe del Estado no solo se proyecta en toda la región —don Juan Carlos ha visitado países vecinos y acude en lugar preferente a actos sociales como huésped del príncipe heredero Mohamed bin Zayeb (MBZ)—, sino que se alarga hasta España. Se especula con la posibilidad de que regrese del viaje que inició el 3 de agosto de 2020 cada vez que se acercan fechas señaladas, como la Navidad. Esta vez, el anuncio de que la Fiscalía del Supremo archivaría las investigaciones sobre sus negocios en el extranjero le daba credibilidad. Finalmente, el fiscal pidió prorrogar por seis meses el plazo que expiraba el 17 de diciembre. Pero, aunque no hubiera sido así, el auto de archivo que se preparaba contenía tantos reproches hacia su conducta —cometió delitos fiscales que no pueden perseguirse porque han prescrito o gozaba de inmunidad— que su vuelta resultaba imposible. Al menos, esta Navidad. El retorno del rey expatriado tendrá que esperar.- Miguel González

Yolanda Díaz. Esperanza, amenaza e incógnita

Yolanda Díaz
Yolanda DíazSciammarella

Para bien o para mal —y ahí ya cada cual juzgará según el color de su cristal ideológico—, la gran novedad política de 2021 se ha llamado Yolanda Díaz. Hace un año, la dirigente gallega, de corazón sindicalista y del PCE, era una ministra al alza tras haber mostrado una habilidad que pocos sospechaban para poner de acuerdo a empresarios y centrales obreras. Sus contundentes réplicas a la oposición en el Parlamento llevaban ya tiempo viralizándose en las redes y las encuestas la situaban en los primeros puestos de la clasificación de preferencias ciudadanas. Pero Díaz, que en mayo cumplió 50 años, no dejaba de ser una figura en la fila trasera de los grandes líderes.

Hasta que el 15 de marzo, al mediodía, mientras ella asistía a una cumbre telemática de ministros europeos, Pablo Iglesias lanzaba por sorpresa un vídeo a las redes sociales para anunciar su retirada y ungir como sucesora a Díaz sin opción a que esta volviese a rechazarlo, como ya había hecho en varias ocasiones. Nueve meses después, la ahora vicepresidenta segunda aparece como la estrella del momento, una esperanza para algunos, una amenaza para otros, una incógnita para todos. Su proyecto para aglutinar ese disperso y mal avenido mundo de la izquierda que no se conforma con el PSOE aún no ha pasado de ser una promesa más bien nebulosa. Tampoco está claro en qué acabará su empeño en desmontar la reforma laboral del PP. Claro que la política se nutre en buena medida de expectativas. Y en ese aspecto, nadie como Yolanda Díaz ha conseguido brillar tanto en nueve meses de vértigo.- Xosé Hermida.

Isabel Díaz Ayuso. La emperatriz de Lavapiés

Isabel Díaz Ayuso
Isabel Díaz AyusoSciammarella

Emocional hasta el puchero; valiente hasta la temeridad; dotada de un desparpajo que raya con la incontinencia; chusquera de la política a la sombra de Pablo Casado desde 1º de carrera; humilde militante de base del PP destinada a puestos menores; de derechas madrileñas, pero con el negocio familiar hundido y sin apellidos compuestos ni mba bilingües en su cursus honorum; solitaria, hermética en sus pasiones. Independiente desde adolescente, laica y divorciada; aficionada a los bares, los perros, a viajar sola y perderse por el campo. Liberal por necesidad de encontrar un lugar bajo el sol. Isabel Díaz Ayuso (Madrid, 1978) encontró su filón en las redes sociales, cuando nadie en el Partido Popular sabía qué era aquello. A través de ellas, fraguó su estilo político: la confrontación permanente; el mensaje (verdadero o falso) repetido hasta la saciedad; la dureza en las formas; un fast food de respuestas sencillas a cuestiones complejas. Pablo Casado apostó por ella como candidata para la presidencia de Madrid ante la sorpresa de los señoros del Partido. Él pensó que era la que menos sombra le hacía en la organización madrileña, es decir, en el buque insignia del poder popular. Ella se escapó del guion establecido por su patrón. Al día siguiente fichó a Miguel Ángel Rodríguez, antiguo fontanero de Aznar en sus años dorados al frente de la nación, un poco convencional pata negra de la comunicación política que cuando muerde a su presa ya no la suelta. Ayuso no ganó en 2019, pero formó gobierno con las derechas. Manejó la pandemia con un ojo en La Moncloa y otro en las terrazas. Y bajo la sombra de su cuestionable gestión de las residencias de ancianos. Con todo, arrasó en unas elecciones inciertas en mayo de este año, superando a la izquierda en todos los distritos y municipios. Y cargándose a Gabilondo, Iglesias y, de paso, contribuyendo a la caída de Iván Redondo. A partir de ahí, quiere más poder. Primero, el partido de Madrid, como hizo Esperanza Aguirre; después, según le vaya a Casado en unas generales, todo puede pasar. Siempre con el permiso del “poli malo” de Génova, Teodoro García Egea.- Jesús Rodríguez

Marta Ortega. Un gran salto para la heredera

Marta Ortega
Marta OrtegaSciammarella

Marta Ortega tiene una discreta cuenta en Instagram. Está cerrada al público general y solo ha admitido entrar en ella a 1.347 usuarios. Al menos esa era su cifra de seguidores el día en el que se anunció su nombramiento como presidenta no ejecutiva del grupo Inditex, que se hará efectivo en abril. La heredera del imperio textil que su padre, Amancio Ortega, levantó de la nada desde un pequeño taller en Arteixo (A Coruña) conoce el mundo de las redes sociales, las influencers y la moda. Pero no muestra su perfil en Instagram a todo el mundo. En eso se ve la discreción de una familia hermética y rodeada de misterio por la escasez de detalles sobre su vida privada (aunque este aspecto se ha ido relajando, hay que tener en cuenta que la primera foto oficial de Amancio Ortega no se publicó hasta 2000, con el informe anual del grupo).

Ortega, de 37 años, estudió bachiller en Suiza y Empresariales en Londres. En el barrio de Chelsea de la capital londinense se estrenó como empleada de Zara hace 15 años. Durante estos años, ha supervisado el desarrollo de la marca y las colecciones de mujer de Zara. Hasta ahora no tenía un cargo con título en la empresa, sino que trabajaba sin despacho en la sede gallega y visitaba semanalmente las tiendas, para ella “el corazón del negocio”.

Tras el anuncio de su nombramiento se dijo que había dudas en los mercados sobre el cambio en la cúpula de un grupo cotizado valorado en 87.000 millones de euros, de los que su padre controla el 60%. Sobre todo, se cuestionó la salida del presidente ejecutivo desde 2011, Pablo Isla, que relevó a Amancio Ortega al frente de la empresa. Otros expertos recordaron que Inditex no deja de ser una empresa controlada por una familia (un 60% del capital) y que el fundador ya tiene 85 años; que la heredera quizás no tenga gran experiencia directa en gestión empresarial, pero ya ha tenido tiempo para conocer el negocio, y que la operativa financiera y del día a día recaerá en un consejero delegado, Óscar Maceiras, que sigue rodeado de gestores de la vieja guardia que en su día levantó el gran patrón.- Cristina Galindo

Angela Merkel. Adiós a la supercanciller

Angela Merkel
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Angela Merkel, la canciller de las crisis, se ha despedido a los 67 años de la política activa y deja un hueco que muchos creen que costará rellenar. En sus 16 años en el poder, esta física criada en Alemania Oriental ha mantenido índices de popularidad altísimos que atestiguan la confianza que los ciudadanos depositaron en su estilo de liderazgo. El hombre que la sustituye al frente de la primera economía europea, el socialdemócrata Olaf Scholz, hizo campaña presentándose como el continuador de su legado pese a provenir de distintas familias políticas. Millones de ciudadanos no votaban a su partido, la CDU, sino a ella, la primera mujer canciller de Alemania y a la que le ha tocado enfrentarse a grandes retos: la crisis financiera de 2008, la de los refugiados en 2015, la pandemia…

Centrista y profundamente europeísta, Merkel ha sido el pegamento que ha mantenido unido el continente en los momentos difíciles. Entre sus logros, la salvación del euro durante la crisis de deuda griega y el impulso al multimillonario fondo europeo de recuperación que los países más golpeados por el coronavirus, como España, esperan como agua de mayo para encarrilar sus maltrechas economías. Los críticos de la canciller, que por 10 días no supera el récord de permanencia en el cargo del también democristiano Helmut Kohl, la acusan de complacencia con gobiernos poco democráticos y le afean ser reactiva y no proactiva, de carecer de una visión de futuro y limitarse a ser buena gestora. Se podría discutir si eso no es un mérito en sí mismo. Pero hay algo que nadie pone en duda: Merkel se despide como la líder europea más relevante del siglo XXI. - Elena Sevillano

Abdulrazak Gurnah. Premio Nobel por sorpresa

Abdulrazak Gurnah
Abdulrazak GurnahSciammarella

Su nombre no estaba en ninguna de las quinielas y cayó como una auténtica sorpresa en octubre pasado cuando la Academia sueca anunció que Abdulrazak Gurnah había ganado el Premio Nobel de Literatura. Su obra apenas estaba traducida y sus pocos títulos en castellano habían sido editados por sellos que ya han desaparecido. Incluso en su país natal, Tanzania, cuesta encontrar sus libros. No hay nada previsible en Abdulrazak Gurnah. El crisol que describe en sus novelas de estructura clásica y tramas llenas de aventuras escapa a los estereotipos y vagas ideas que circulan sobre el África Oriental. Musulmanes, indios y cristianos, colonos y mercaderes se mezclan en las páginas que ha escrito. Desde que dejó Zanzíbar hace más de medio siglo, debido al derrocamiento del sultanato a finales de los sesenta y las tensiones que brotaron contra la población musulmana, Gurnah se ha forjado una carrera universitaria impartiendo clases de Literatura y estudios poscoloniales en la Universidad de Kent en Canterbury, al sur de Inglaterra. Allí arrancó a escribir a finales de los años ochenta, pero no fue hasta la publicación de Paraíso, su cuarta novela, cuando alcanzó un reconocimiento más amplio, gracias a la nominación de esa novela al Premio Booker y al Premio Whitbread. Una nueva traducción y edición de este título llegó en diciembre a las librerías de la mano del sello Salamandra. Retirado ya de la vida académica, Gurnah abordó la historia que quedaba en suspenso al final de Paraíso, la historia de su país natal, Tanzania, durante la colonización alemana, y las dos guerras mundiales hasta su independencia en su última novela, Afterlives, que fue candidata en 2020 al Premio Orwell y que aparecerá en español en 2022.- Andrea Aguilar

Leo Messi. El último desafío

Lionel Messi
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A Leo Messi todavía le animan algunos desafíos a sus 34 años después de ganar por séptima vez el Balón de Oro y levantar la Copa América con Argentina en el mítico Maracaná. Aunque el currículo avala su condición de mejor jugador del mundo y seguramente de la historia, su competitividad aumenta con la conquista de los trofeos hasta el punto de que ahora aspira a ganar una quinta Champions. No es un reto cualquiera si se tiene en cuenta que su equipo es el Paris Saint Germain y que alcanzó los cuatro títulos anteriores con el Barça.

El 10 que siempre vivió en Barcelona después de abandonar Rosario a los 13 años se reconcilió por fin con su país en el último torneo cuando lideró a la albiceleste en Brasil. El 11 de julio dejó de ser un “pecho frío” después de cuatro finales perdidas y se convirtió en el capitán de la Argentina que pretende competir por la Copa del Mundo de 2022. Nunca ganó un Mundial y, por tanto, se desvive también por ser campeón en Qatar y acabar con la última comparación que mantiene con Diego Maradona. A Messi no le consuela estar en paz con Argentina.

La Champions es una competición distinta y una meta que culminaría la trayectoria única del rosarino después de que no pudiera continuar en el Barça. El futbolista cuyo primer contrato figura en una servilleta y el mismo que un año antes había pedido abandonar el Barcelona por burofax se marchó llorando del Camp Nou. Nunca entendió qué imposibilitaba su continuidad ni nadie del club se lo ha contado una vez declarada la quiebra del Barça. No había dinero para pagar a Messi ni futbolistas para armar el equipo que pretendía el 10 para optar a la quinta Champions.

Aquel asado que el presidente Joan Laporta prometió para convencer a Messi nunca se celebró y ambos se han evitado incluso en galas como la de París. Los dos fueron esclavos de terceros, de avalistas y comisionistas, de la pobreza de unos y la ambición de otros, sin margen de negociación para desespero del Barça, con el que marcó 30 goles en la Liga y logró la Copa en su última temporada antes de recalar en el PSG y levantar el Balón de Oro. El desencuentro le llevó hasta París y la obsesión por la Champions se ha doblado para demostrar que puede ser campeón sin el Barça.- Ramon Besa

Simone Biles. La estrella que destapó el miedo

Simone Biles
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En el mundo olímpico, la grandeza se mide en oro. Usain Bolt, Michael Phelps, Mark Spitz, Elaine Thompson… Los más grandes, los coronados como reyes y reinas de cada edición, los ídolos de la afición, son aquellos que suman oro sobre oro, y nadie como ellos. Algunos son entronizados antes incluso de empezar a acumular, y hay un deseo de que lo que hagan sea tan excepcional como sus propios sueños. Se sueña con ellos, se sueña con Simone Biles antes de los Juegos de Tokio, el pasado verano. Se analiza su pasado, el de una gimnasta norteamericana de 24 años, hija de una familia desestructurada de Columbus, Ohio, de una madre que no puede criarla y la entrega en adopción a su padre, el abuelo dela niña. Abandona Ohio y se establece en las afueras de Houston, Texas, donde se hace la gimnasta que revoluciona la gimnasia femenina, fuerza, acrobacia y altura, y se convierte en la figura imbatible que suma y suma metales entre mundiales, 25 medallas, empezando en 2013, cuando tiene 16 años, y Juegos Olímpicos, con su apoteosis en Río, donde gana cuatro medallas de oro y una de bronce. No era en absoluto arriesgado pronosticar que en Tokio multiplicaría por dos su cosecha olímpica. Era imposible no decir que sería la reina de los Juegos retrasados un año. Nadie se equivocó. Tan fuerte y tan valiente es el personaje que ha construido la gimnasta que, aunque solo ganó una medalla de bronce individual y una plata por equipos en el desierto gimnasio japonés, nadie discute que Biles fue, en efecto, la reina de los Juegos. Gracias a ella, que prefirió curar sus miedos y sus ansiedades, y lo hizo públicamente, antes que lanzarse a la caza de metales, el deporte, los deportistas, entraron en otra dimensión. Aquello de lo que nadie se atrevía a hablar se convirtió en la única conversación posible. Simone Biles lo consiguió.- Carlos Arribas



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