Moda con mucho mundo
Los viajes han marcado la vida de las gemelas Durany. Crecieron rodeadas de las prendas exóticas que importaban sus padres, fundadores de la cadena de tiendas Natura. Hoy, los diseños de su propia firma, Gimaguas, conquistan el mercado.
India, México, Perú y Marruecos son algunos de los países que han hecho de las gemelas Claudia y Sayana Durany (Barcelona, 1995) las emprendedoras que son en la actualidad. No existen fronteras —ni geográficas, ni creativas— para las hermanas, que se criaron adorando los exóticos regalos que su madre les traía de sus viajes. Tiene sentido, por tanto, que el proyecto de sus vidas surgiera en un avión. “El último año de universidad tenía que desarrollar un plan de negocio desde cero. Para entretenernos durante un vuelo, le pedí ayuda a Claudia y empezó a anotar palabras sueltas en su tableta”, recuerda Sayana. El nombre de una flor, un olor, colores… Aquella lluvia de ideas hoy conforma el universo Gimaguas, su firma de moda y accesorios desde 2016.
De sus colecciones destacan las prendas de verano: maxivestidos fluidos de estampado tie dye —una técnica de teñido del algodón original de la India— pensados para todo tipo de cuerpos; también los tops “para salir de fiesta”, pareos, sombreros de paja y sandalias. Pero, más allá del plano profesional y de la moda, su proyecto habla de su estilo de vida. Su universo evoca viajes a destinos exóticos, al placer de caminar descalzo y no mirar el reloj, vivir sin prisas y sentirse en casa allá donde estés.
Claudia cuenta que cuando eran pequeñas viajaban frecuentemente a Cuba, donde por las calles las llamaban de forma cariñosa jimaguas, que significa gemelas: “La palabra se quedó en casa y hace mucho tiempo decidimos que, si teníamos un proyecto juntas, lo llamaríamos así”. Dicho y hecho. Solo que decidieron cambiar la j original por la g de gemelas.
Al cumplir 17 años se mudaron a Londres. Sayana estudió Fashion Business (gestión de empresas de moda) en el Istituto Marangoni, y Claudia, Global Financial Management (gestión financiera) en la Universidad Regent’s. “Las dos queríamos enfocarnos hacia el mundo de la moda en un principio, pero también queríamos separarnos un poco y nutrirnos de distintas formas”, explican.
Era cuestión de tiempo que sus caminos se volvieran a unir. Su complicidad es evidente. Acaban las frases de la otra y se miran constantemente buscando aprobación mutua. “Cuando empezamos [con la firma], Sayana trabajaba en Mango y yo en Hermès, y finalmente decidimos centrarnos a tiempo completo en Gimaguas”. Mientras Sayana se dedica al diseño de producto y dirección de imagen, su hermana se ocupa de la logística, los recursos humanos y la expansión de la firma, entre otras cuestiones. Se entienden y se complementan. Lo natural para ellas era terminar montando algo juntas. “Adonde ella no llega, llego yo, y viceversa”.
Cuentan que trabajar en familia es muy divertido. Sin pretenderlo, han seguido los pasos de sus padres, Sergio Durany y Montse Clarasó, fundadores de la cadena de tiendas Natura. “Nunca nos hemos involucrado directamente en su empresa. Gimaguas nació como una marca totalmente independiente, pero evidentemente ellos nos han aconsejado, nos han acompañado en los viajes. Ha sido un disfrute total”, confiesa Claudia.
Empezaron en 2016 montando un pequeño mercadillo en su piso de Londres entre amigos y seguidores de la incipiente firma. Allí ponían a la venta los tesoros que durante años habían ido recopilando a lo largo de sus viajes. Les atraía el contraste entre la gran ciudad británica y esas piezas únicas que habían guardado, imposibles de conseguir fuera de su ciudad de creación. “Siempre hemos organizado pop ups en solitario y hemos hecho la convocatoria a través de nuestra cuenta de Instagram [actualmente, tienen casi 115.00o seguidores]”. Directo, digital y sin grandes inversiones.
El origen de cada una de sus colecciones suele estar en un viaje, donde crean vínculos con los proveedores y conocen el país en el que compran sus productos. “Valoramos mucho el proceso artesanal que hay detrás de las prendas y tejidos y su autenticidad”.
La acogida de su proyecto fue tal que ahora, cinco años después y reubicadas en su Barcelona natal, se han posicionado como una firma global con clientes y proveedores de todos los rincones del mundo. Y a su selección de accesorios, moda y objetos han sumado sus diseños propios. Han potenciado la comunicación en redes sociales y la venta por internet. Gracias a ello, el número de pedidos desde Estados Unidos ha igualado al de España, muy seguidos de los del Reino Unido y Dinamarca. Así han llegado a los armarios de figuras reconocidas en el mundo de la moda como Leandra Medine o Alexa Chung.
Tan diverso como su mercado de compradores es el origen de sus productos: “Si queremos hacer rafia, contamos con nuestro proveedor de Marruecos, y para producir vestidos con tie dye sabemos que el mejor es el que se hace en la India”, explican. Varios talleres de España y Portugal se han añadido recientemente a la lista de las hermanas debido a las limitaciones de movilidad provocadas por la pandemia. “La verdad es que es un gusto poder ir en coche a los talleres, ver todo el proceso e involucrarnos mucho más en cada paso”, reconocen.
Para ellas, inspirarse en una cultura es tan válido como hacerlo en un tipo de música o un movimiento artístico. “Es una manera natural de crear y una forma de dar visibilidad a los artesanos”, comentan. “Lo mismo hacemos colaboraciones con ONG en África que con gente de Nueva York. Nuestra mentalidad es global”.
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