Escapar de los días tórridos del verano en Oporto: por qué es una buena idea visitar esta refrescante ciudad
Un recorrido por el distrito portugués para entender la influencia del paisaje en los diseños del arquitecto Álvaro Siza, que ha hecho de la Casa de Chá da Boa Nova y la Piscina das Marés reclamos turísticos
Por su ubicación, a orillas del Duero y cerca de su desembocadura en el Atlántico, a Oporto es mejor ir en coche. La ciudad portuguesa queda entre los viñedos con los que se elabora el vino que lleva su nombre y la costa. Viajando en coche es como uno puede llegar a entender la influencia del entorno en la arquitectura local. Como dice Miguel Silva, estudiante de Arquitectura y guía: “La arquitectura no es solo muros, techos y materiales”. También es una manera de observar y sentir. Idea que evidencian los diseños de Álvaro Siza, arquitecto premio Pritzker al que le gusta adoptar elementos de la arquitectura vernácula portuguesa, como el color blanco, con lo que se aprecia su respeto por el lugar, su historia, cultura y contexto.
Yendo por la nacional 222, además de disfrutar del paisaje entre valles con el Duero siempre presente, llegamos primero al Octant Hotels Douro, un tranquilo resort fluvial en la localidad de Castelo de Paiva dispuesto en terraza con vistas al río. Desde aquí, tras uno o dos días (o los que sean), se puede ir a Oporto, a unos 50 minutos por carretera, donde se esconde en un agradable barrio residencial la Fundación Serralves.
De casa a museo
La Fundación Serralves es un espacio de promoción del paisaje, la cultura, la arquitectura, el cine y el arte. La finca perteneció al conde Carlos Alberto Cabral, quien heredó parte de estos terrenos en 1923, además de los negocios en la industria textil de su padre. En 1925 visita la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industrias Modernas de París, y lo que ve y le cuentan ahí lo quiere introducir en su finca. De este modo, arquitectos y paisajistas franceses le diseñan la Casa de Serralves, en estilo art déco, y los jardines que la rodean, en los que una alameda de árboles simula una iglesia gótica.
En 1955 compró la finca el hombre más rico de Portugal por aquel entonces, Delfim Ferreira, quien vivió aquí hasta 1960. Hasta 1981 lo hizo su mujer, Sílvia Ferreira. Ese año heredan la propiedad sus cuatro hijos. Y en 1986 el Estado portugués la compra para instalar un museo nacional de arte moderno. En 1989 se constituye la Fundación Serralves, y se inician las obras de construcción del Museo Nacional de Arte Moderno, diseñado por Álvaro Siza e inaugurado en 1999. Él mismo es autor de su posterior ampliación.
Paisajes de Matosinhos
Antes, mucho antes, Siza nació en Matosinhos (el 25 de junio de 1933). Se trata de una localidad costera a la que se puede ir desde Oporto en metro en unos 20 minutos. Nada más se pone un pie en la localidad portuguesa se huelen los pescados haciéndose a la brasa. Los preparan y sirven en unos restaurantes que se suceden en la calle Heróis de França. De entre todos ellos, destaca el Senhor do Padrão, en el que suele haber gente haciendo cola en la entrada.
Es lo que uno espera encontrar en una localidad atlántica y pesquera, en la que también atracan barcos de pasajeros en su moderna Terminal de Cruceros, inaugurada en 2015, con una fachada curva forrada por un millón de azulejos hexagonales irregulares y huecos, que recrean la piel escamada de un pez. Su interior, aparte de lugar de paso para los cruceristas, alberga el Centro de Ciencias del Mar de la Universidad de Oporto.
Lo que uno no espera encontrar en esta zona son la Casa de Chá da Boa Nova y la Piscina das Marés, escondidas las dos en las rocas y comunicadas por un paseo marítimo en la vecina freguesia de Leça da Palmeira, conjunto arquitectónico y urbanístico pensado y diseñado por Álvaro Siza. El arquitecto ha hecho que estos dos modernos proyectos, además de la piscina de la Quinta Conceição y el interior de la casa familiar en la calle de Roberto Ivens, sean los embajadores de Matosinhos. Inspirados en la obra de los también arquitectos Alvar Aalto y Walter Gropius, en ellos hay un diálogo entre el espacio y el paisaje, y la naturaleza es un elemento más, no solo estético, también funcional.
En la Casa de Chá da Boa Nova
Miguel Silva arranca la visita a la Casa de Chá da Boa Nova a unos pocos metros de la misma, en un punto elevado desde el que apenas se ve. Está diseñada de tal manera que se pierde en el paisaje, entre el océano y las rocas. A medida que se avanza hacia abajo, y en paralelo a un muro blanco de hormigón, va apareciendo lo que fue una casa de té aislada, diseñada en los sesenta por Siza cuando era estudiante y pupilo de Fernando Távora. Hoy es un restaurante con dos estrellas Michelin, además de un Monumento Nacional de hormigón hecho con arena de la playa, piedra calcárea y maderas exóticas.
Al interior se accede, previa ascensión de una minimalista escalera, por una entrada sencilla. Dentro, la naturaleza se ve enmarcada y no hay luz artificial. La sala donde están las mesas, sillas y el resto del mobiliario, diseñado por el propio Siza, no acaba en los invisibles ventanales, continúa en las rocas y sigue en el océano. Al fondo, un horizonte muy horizontal. Desde el interior de la casa de té se ve la capilla en la que se casó Siza, lo que no se ve, a pesar de estar delante de los ojos de quien mira, es la Piscina das Marés.
Baño con vistas al Atlántico
Para Siza estas piscinas, una de adultos y otra de niños, son como un barco atracado. También son una muestra de armonía entre el espacio construido y las condiciones naturales, albergándose entre las rocas y afianzándose a las mismas desde 1966. A ellas se accede desde el paseo marítimo en un descenso en paralelo a un muro de hormigón desnudo por el contacto directo con el océano. Se trata de un proyecto racional. Imagina la evidencia es el lema de Siza. Durante el descenso se pasa de oír el ruido de la calle, de los coches y del océano, a oír solo este último.
La primera parada son unas cabinas de madera suspendidas, sujetas desde arriba y separadas por sexos. Desde ellas se ve una vista estrecha y alargadísima. Después de girar y transitar por pasillos flanqueados por muros de hormigón, el Atlántico. Las piscinas se llenan con sus frías aguas, que acaban siendo de color azul por el efecto espejo del cielo. La cafetería de las piscinas está protegida de ese viento que aquí llaman nortada por un muro de hormigón a 45 grados. La Piscina des Marés abre tres meses al año; del 15 de junio al 15 de septiembre.
De un claustro a la piscina
En el parque público Quinta da Conceição de Leça da Palmeira se conserva el claustro y la fachada del convento de Nuestra Señora de la Concepción de la Orden de San Francisco. Siza se encargó de la piscina que hay en lo alto del parque, que se diferencia de cualquier otra por su vínculo con el sitio, por el recorrido que hay que hacer hasta llegar a la misma. La rodea un muro blanco que impide verla desde el otro lado y, una vez dentro, el complejo se sucede en diferentes niveles: cuenta con vestuarios, cafetería y zona de jardín.
Un puente basculante cruza el río Leça, que separa Leça da Palmeira y Matosinhos. En esta última, en la calle de Roberto Ivens, está la casa en la que vivió Siza con sus padres. Por fuera es una casa típica, por dentro es bauhausiana, después de que la reformara el arquitecto y ganara en ventilación, espacio y luz. La escalera que sube a las habitaciones es una escultura, la que baja es estrecha y conduce al que fue dormitorio y aseo de la persona del servicio doméstico.
Una revolución social más que arquitectónica. En el jardín trasero está unas de las primeras obras que hizo con 14 años: una habitación de trabajo para su hermano y él. Siza hoy tiene más de 90 años y sigue en activo, recurriendo al uso de la columna. Todavía no sabe hacer estaciones espaciales en la Tierra.
Guía práctica
■ Octant Hotels Douro (douro. octanthotels.com), a orillas del Duero, es un complejo dispuesto en terrazas, y la mayoría de las habitaciones tienen vistas al río. Cuenta con tres piscinas, una de ellas cubierta y abierta 24 horas, además del restaurante Raiva y un bar-cantina. ■ En la ciudad de Oporto uno se puede dar el capricho de alojarse en el Torel Avantgarde (torelavantgarde.com), un hotel boutique de aire informal diseñado y decorado por artistas portugueses. Es un pequeño resort con piscina y jacuzzi al aire libre y con una cubierta, con vistas al Duero y a Vila Nova de Gaia. Los fines de semana organiza visitas a la calle de Miguel Bombarda, una calle repleta de galerías de arte. ■ En Matosinhos no hay muchos alojamientos. Uno de ellos es el Eurostars Matosinhos (eurostarshotels.com. pt), con spa y una piscina cubierta. Se encuentra junto a la playa, en una calle en la que hay muchos restaurantes de marisco y pescado a la brasa. ■ La Casa da Arquitectura de Matosinhos (casadaarquitectura. pt) organiza visitas guiadas a los edificios más relevantes de esta ciudad portuguesa, perteneciente al distrito de Oporto.
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